Había pasado mucho tiempo desde la última vez que me había sentido a salvo, de sentir esa extraña y cálida sensación de plenitud, de poder volar sin miedo a caer en el intento, de poder lanzarme sin paracaídas sin temor al impacto. Casi siempre había pensado que las personas no necesitamos un propulsor para poder seguir adelante, pero ahora que lo pienso supongo que no todo lo que pensaba antes era cierto, muchos de nosotros a veces necesitamos un motivo, un ancla, simplemente una guía en medio de tanta neblina para llegar hasta el final, así, con los ojos cerrados, sin tener la certeza de si el final será del todo bueno o malo, pero aún así seguir apesar de todo.
Desde que había conocido Júp, mi vida había cambiado drásticamente, y sin darme cuenta empecé a ver las cosas diferentes, comencé a ver la vida de una manera distinta, sin poder explicarlo comencé a verme a mí misma, y no a la Coraline con problemas que intentaba controlar mi cabeza, empecé a saborear un poco más los momentos y comprendí que cada cosa por muy pequeña que parezca es capaz de hacerte sentir más humana de lo que pensabas. Entendí que debía aceptarme tal y como era, y sobre todo entendí que debía aceptar mi situación, debía de una vez por todas entender que está era yo y está era mi vida, y solamente yo tenía el poder de hacer algo para que todo cambiará, no era responsabilidad de los demás, era solo mía. De alguna manera siempre había esperado que alguien me salvará, había esperado que alguien llegará y arreglará mi vida, pero la vida no sucede así. No puedes basar tu vida dependiendo de los demás, no puedes esperar que alguien resuelva el desastre en que vives tu vida.
Y durante todos estos meses e días había aprendido que la única persona capaz de hacer un cambio era yo, porque los demás podrían guiarme, los demás podrían quizás darme consejos, los demás tal vez tan solo podrían estar ahí como un apoyo moral, pero la única con el poder suficiente para sacarme del desastre en el que me había convertido era solamente yo.
Y de cualquier forma Júp se había vuelto mi ancla, se había convertido en mi música motivacional que hacía que me levantara por las mañana con ansias de intentar ser una mejor persona, con sus intentos ridículos por hacerme reír, con sus planes inusuales para hacerme comer, los recuerdos de su pasado que compartía conmigo, eran tantas cosas que en las pocas semanas que habíamos compartido pero que de una extraña manera habían llegado a marcarme a profundidad.
Y estaba lista para dejarme caer y esperar cualquier cosa de la vida, sea buena o mala, lo que sea, estaba lista para caminar sola y dejar de depender de los demás, estaba lista para trazar mi propia guía y buscar mi motivo para seguir adelante. Ya estaba harta de las indecisiones, y planes sin acabar, ya era hora de hacerlo.
Ya era hora.
Estaba a punto de decir algo, cuando justo escuché el sonido estruendoso del timbre del celular de Júp.
Lo escuché maldecir en silencio al sacarlo de su bolsillo y llevarlo a su oído, y por el grito al otro lado de la línea supe de inmediato que no era nada bueno.
- Ya lo sé, ma- sus ojos rodaron con fastidio- ¿Pero estás segura de que era él?- se mantuvo en silencio por un momento - de acuerdo ya voy para allá, sí, sí, relájate ya estoy bajando por las escaleras, es más estoy a punto de cruzar la calle.
Reprimí una sonrisa al verlo descaradamente mentirle a su madre, pobre mujer, de seguro pensaría que llegaría dentro de quince minutos, cuando él ni siquiera se había levantado del suelo.
Al verlo colgar de pronto todo mi cuerpo se puso alerta a su próximo movimiento, de nuevo los nervios se instalaron en mi cuerpo y estaba segura que mis mejillas debían de estar igual de rojas que un tomate. Ambos nos miramos al principio sin decirnos nada, hasta que luego de un par de segundos, ví como empezaba a guardar todas sus cosas en su bolso.
ESTÁS LEYENDO
°Si tan solo fuera cierto°
Novela JuvenilElla no sabía nada sobre él, solo que cada día que ella decidía faltar a su sesión de grupo de apoyo, él estaría esperándola en la azotea. ¿Razón? No lo sabía. Sin duda alguna era un misterio, pero aún así ese misterio inquietaba su pequeña e inesta...