°Capítulo 15°

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Acaba de poner Perfect en mi antiguo celular—cuya para mi sorpresa había vuelto a cobrar vida sobre mis manos, hace un par de  días— y mientras escuchaba las notas musicales de Ed Sheeran a través de mis auriculares, de repente sentí como poco a poco mi estómago empezaba a contraerse como un cinturón de seguridad y le daba la bienvenida a mis estúpidos nervios, y eso que todavía no habíamos llegado, aún no tenía claro que esperar realmente de todo esto, aún me parecía una locura verme a mí misma vestida con un suéter de lana azul y mis viejos pantalones acampanados, mientras esperaba a que él llegará.

Miré distraída hacia todas las direcciones, notando como el cielo se tornaba más oscuro y las nubes un poco más grises que antes, el viento agitaba con fuerza mi cola de caballo y el frío que azotaba a primeras horas de la mañana intentaba colarse por mis brazos. Las calles estaban vacías, el murmullo de los pájaros se escuchaba a lo lejos, al tiempo que a un par de calles el canto de un gallo hacia su primera melodía por la mañana,  y me hacía pensar en lo inquieta que debía de verme sentada sola y con la piernas cruzadas en la parada del autobús, esperando a la llegada del chico molesto de cabellera blanquecina, para que de pronto la repentina y urgida sensación de ver una feria de libros pasase por mi mente.

¿De verdad solían ser como aparecía en internet? me pregunté, recordando como hace un par de horas atrás, llena de curiosidad había investigado acerca del tema, y para mí sorpresa jamás había pensado que esos lugares solían ser visitados por tantas personas. Antes mi padre solía decir que visitar una librería era como entrar a la fábrica de chocolate Willy Wonka, y que cada libro era como probar un dulce diferente, habían unos muy amargos, mientras que otros solían ser empalagosos y te dejaban una extraña mezcla  explosiva en la boca, habían unos que no todas las personas probaban con regularidad, pero que cuando lo hacían era como volver a tener ocho años, y te hacía olvidarte de tu propia realidad.

Cuando era pequeña tenía la necesidad de correr a su estudio y subir a sus piernas, y observar lo que hacía aunque no tuviera ni idea de que se tratará, antes amaba ver su expresión de felicidad cuando el capítulo lograba tener el final que deseaba, o cuando aquellas veces de tardes de otoño que solíamos sentarnos con las piernas estiradas en el suelo y veíamos por la ventana como las hojas de los árboles caían poco a poco, desde lo más alto de sus ramas hasta caer como plumas al suelo, a la vez que su rara y excepcional cabecita pensaba lo próximo que haría para su nueva historia. Recuerdo que mamá nos miraba con una sonrisa desde la puerta, y nos decía que lucíamos como dos inestables que necesitaban con urgencia ir a terapia, papá acostumbraba reír y negar divertido la cabeza, mientras que yo con el ceño arrugado, solo me dedicaba a mirar por la ventana sin importarme el paso de las horas, y me quedaba junto a él, hasta que el día acababa y otro nuevo volvía aparecer ante nosotros.

Antes solía pasar mucho más tiempo con él.

Antes solía entrar a su estudio y verlo mover su manos sobre su máquina de escribir por horas, sin molestarlo si eso lo hacía feliz.

Antes solía interesarme su trabajo..., simplemente todo era diferente antes.

Y justo ahora mientras veo a Júp acercarse con una sonrisa hacia la parada, aprovecho para limpiar disimuladamente mis lágrimas y hago el esfuerzo de formar una sobre mis labios.

Todo irá mejor. Me repetí, incorporándome.
Todo mejoraría.







📷🎶









— ¿Estás consciente que existe un 40% de probabilidad de que muera ahí dentro, verdad?— dije mientras observaba a lo lejos la aglomeración de jóvenes que habían cerca de las carpas de color azul que se situaban a ambos costados de la calle. A mi lado Júp me miraba con una sonrisa divertida, mientras que por dentro mi cabeza pensaba múltiples maneras para hacerme desaparecer.

°Si tan solo fuera cierto°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora