Capítulo 15

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El viento seguía rugiendo a través del bosque, pero había algo diferente en su tono, como si incluso la naturaleza estuviera conteniendo la respiración, expectante. La figura oscura del hombre se había desvanecido, pero su presencia aún impregnaba el aire, como un veneno que se niega a disiparse. A pesar del alivio inmediato de su partida, yo sabía que esto era solo el principio. Isabella también lo sabía. Podía verlo en la tensión de su mandíbula y la forma en que apretaba el cuchillo, ahora manchado con un rastro oscuro que brillaba bajo la luna.

—Tenemos que movernos —dijo Isabella con voz firme, aunque sus ojos delataban el agotamiento.

Mis piernas temblaban, cada paso un recordatorio del dolor que laceraba mi pierna herida. Pero había algo más profundo que me impulsaba a seguir: el miedo visceral de enfrentar a esa criatura de nuevo, y la determinación naciente de entender el mundo en el que ahora estaba atrapada.

—¿A dónde vamos? —pregunté entre jadeos.

Isabella miró hacia el horizonte, donde las sombras del bosque parecían menos densas.

—Hay un refugio no muy lejos de aquí —dijo—. Si logramos llegar antes del amanecer, tendremos una oportunidad.

—¿Una oportunidad de qué? —insistí, el miedo mezclándose con frustración—. ¿Qué es todo esto? Ese hombre... esa cosa... No es normal. Nada de esto lo es.

Isabella se detuvo de golpe, girándose hacia mí con una expresión que combinaba compasión y dureza.

—No tienes idea de en qué te has metido, ¿verdad? —dijo con suavidad—. Pero te lo explicaré. Solo tienes que sobrevivir esta noche.

Las palabras colgaron en el aire como una promesa y una amenaza al mismo tiempo. Tragé saliva, sintiendo cómo el miedo se transformaba en una determinación febril. No podía permitirme ser una carga, no ahora.

La caminata se volvió más ardua a medida que el terreno se inclinaba hacia arriba. El bosque comenzaba a abrirse, pero el suelo estaba cubierto de nieve espesa que frenaba nuestros pasos. Cada crujido bajo mis botas parecía resonar como un disparo en el silencio ominoso.

Finalmente, tras lo que pareció una eternidad, divisé una estructura oculta entre los árboles. Era una cabaña, pero mucho más robusta que la que habíamos dejado atrás. Estaba construida con troncos gruesos y reforzada con metal oxidado. Las ventanas estaban protegidas por rejas, y la puerta tenía un cerrojo pesado que Isabella abrió con una llave que sacó de su abrigo.

—Entra —ordenó, mirando a su alrededor como si esperara que algo surgiera de las sombras.

No necesité más invitación. Crucé el umbral y me encontré en un espacio sorprendentemente cálido. Había una chimenea encendida, aunque no había signos de que alguien hubiera estado allí recientemente. Una mesa de madera rústica ocupaba el centro de la habitación, rodeada por sillas desiguales. En las paredes colgaban mapas antiguos y armas que parecían sacadas de otra época.

Isabella cerró la puerta tras de sí y aseguró el cerrojo con un golpe seco.

—Estamos a salvo por ahora —dijo, aunque su tono no era del todo convincente.

Me dejé caer en una de las sillas, soltando un suspiro tembloroso.

—Necesito respuestas —dije, mi voz cargada de exasperación—. Ya no puedes seguir esquivando mis preguntas.

Isabella se quitó el abrigo y lo colgó en un gancho junto a la puerta. Luego se acercó a la mesa y se sentó frente a mí. Sus ojos oscuros me escrutaron durante un largo momento.

—Muy bien —dijo finalmente—. Es hora de que sepas la verdad.

—Lo que viste en el bosque —comenzó Isabella— no era un hombre. Era una sombra. Una manifestación de algo mucho más antiguo y oscuro de lo que podrías imaginar.

Rosas y Espinas © (Completa✔️)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora