(16)
ATHAN
Ottawa, Canadá
El aire era denso y helado, cargado de un olor metálico que se mezclaba con el sudor y la desesperación. Mi respiración formaba nubes blancas frente a mi rostro, pero el frío no era lo que hacía que mi cuerpo temblara. Las cuerdas que ataban mis manos tras la espalda habían mordido mi piel hasta dejar surcos profundos, y cada intento de liberarme solo avivaba el dolor. Sin embargo, la humillación de estar ahí, atado como un animal, dolía más que cualquier herida física.
El lugar en el que me habían encerrado era una cabina vieja, perdida en algún rincón remoto de Canadá. Las paredes de madera estaban agrietadas y cubiertas de moho, y la única ventana era un rectángulo sucio por donde apenas se filtraba la luz gris de la mañana. Afuera, el bosque se extendía como una marea oscura e impenetrable. No había caminos visibles, ni rastro de civilización. Solo el susurro constante del viento que se colaba entre las ramas desnudas.
El hombre que me había traído hasta aquí no había dicho su nombre, pero su presencia era imposible de ignorar. Tenía el porte de alguien que había matado antes, muchas veces, y que no dudaba en hacerlo de nuevo si era necesario. Me había golpeado lo suficiente como para dejarme tambaleante, pero no tanto como para matarme. Todavía no.
—No deberías estar vivo —me había dicho la noche anterior, con una sonrisa torcida que no llegó a sus ojos—. Pero alguien allá arriba piensa que eres útil.
No había aclarado para qué ni para quién, y eso me aterrorizaba más que cualquier amenaza directa. Había algo meticuloso en la forma en que manejaban las cosas, como si mi destino ya estuviera decidido en un tablero que yo ni siquiera podía ver.
Mis pensamientos se dispersaron cuando la puerta de la cabina se abrió de golpe, dejando entrar una ráfaga de aire cortante. El hombre entró, seguido por una figura alta envuelta en un abrigo negro que le llegaba hasta las rodillas. No pude distinguir su rostro de inmediato; la sombra proyectada por la capucha lo ocultaba por completo.
—¿Está listo? —preguntó la figura con una voz suave pero cargada de autoridad.
El hombre asintió, cruzando los brazos sobre su pecho.
—Está entero, si eso es lo que pregunta. Pero no por mucho tiempo si sigue así.
La figura avanzó hacia mí, sus pasos apenas haciendo ruido sobre el suelo de madera. Me obligué a levantar la cabeza, aunque cada músculo de mi cuerpo protestó. Cuando finalmente vi su rostro, sentí un nudo formándose en mi estómago. Había algo perturbador en esos ojos: fríos, calculadores, carentes de cualquier rastro de humanidad.
—Athan —dijo, pronunciando mi nombre como si fuera un veredicto—. Eres más resistente de lo que pensábamos.
No respondí. No porque no quisiera, sino porque el miedo había secado mi garganta. Ellos querían algo de mí, y yo sabía que cualquier palabra podría ser usada en mi contra.
La figura se agachó hasta quedar a mi altura, sus labios curvándose en una sonrisa helada.
—Pero ya sabes lo que pasa con los resistentes, ¿verdad? —continuó—. Eventualmente, todos se rompen.
El hombre del abrigo negro sacó un cuchillo de su cinto y lo sostuvo entre nosotros, dejándolo brillar bajo la escasa luz. El filo era tan delgado y preciso que casi parecía invisible.
—Dime, Athan —dijo—, ¿qué estarías dispuesto a hacer para salir de aquí?
Mi corazón golpeó contra mi pecho, pero me obligué a mantener la calma.
ESTÁS LEYENDO
Rosas y Espinas © (Completa✔️)
Fiksi IlmiahUn movimiento ideológico dio rienda suelta al caos dentro de una ciudad distante la cual carecía de violencia. La tranquilidad que primaba en la ciudad quedó sumida en secretos. Conformándose a la versión oficial acerca de la muerte de su hermano, u...
