(33)
KIARA
El aire a mi alrededor se sentía denso, cargado con una presión invisible, como si la misma tierra bajo mis pies estuviera esperando que pronunciara algo, o que hiciera algún movimiento. Pero, ¿qué podía hacer? La confusión seguía abrazándome, apretándome el pecho con cada respiración que intentaba tomar.
Torbjørn me observaba desde una distancia que se sentía más amplia de lo que realmente era. Estaba allí, a unos pasos de mí, pero su presencia parecía abarcarlo todo. En sus ojos había algo, algo que no era del todo humano, algo que me hacía cuestionar cada palabra, cada gesto que había compartido con él. Algo que no podía comprender.
—Solo te salvaba, ojos verdes.
La frase flotaba en mi mente como un eco, y no podía dejar de pensar en ella. Athan lo había dicho, y ahora Torbjørn la repetía. ¿Por qué? ¿Por qué esos dos, estos hombres que parecían estar tan distantes, tenían algo en común? Algo que me envolvía de una forma tan oscura que me mareaba solo de pensarlo.
Di un paso atrás, mis ojos recorriendo la caverna que se extendía más allá de lo que podía ver, y el silencio me abrazó con fuerza. El susurro de la roca que parecía respirar, el eco lejano que vibraba a través de las paredes... ¿Qué lugar era este? ¿Y cómo llegamos aquí?
Torbjørn estaba observando, pero no me veía realmente. Su mirada no parecía interesada en mí, sino en algo más allá, en las sombras que se retorcían en las paredes. Algo que no podía ver, pero que definitivamente estaba allí, observándonos.
—No estamos solos —pensé.
El temblor en mi cuerpo era inconfundible, y el sudor frío que recorría mi espalda solo aumentaba mi ansiedad. ¿Quiénes nos observaban? El peso de la respuesta me aplastaba, pero no quería preguntar. No quería escuchar las palabras que sabía que saldrían de su boca, las mismas palabras que me habían estado rondando en la mente.
—Nos están observando.
La frase de Torbjørn me hizo estremecer. Su voz no tenía miedo, no había incertidumbre en ella. Solo una certeza escalofriante.
Me giré hacia él, mis ojos buscando los suyos, pero él no me devolvía la mirada. Había algo en él, algo que me decía que él ya sabía todo lo que estaba pasando, todo lo que estaba a punto de suceder. Que este lugar, esta caverna, no era solo un refugio o una prisión. Era algo más. Era una trampa.
—¿Quiénes son? —le pregunté, la voz temblorosa, casi un susurro. Pero mi pregunta no era solo para él, era para todo este maldito lugar, para todo lo que no entendía. Para las sombras que se agazapaban a cada esquina.
Torbjørn giró lentamente, y por primera vez en todo este tiempo, sus ojos se encontraron con los míos. Y esa mirada... esa mirada no era de un ser humano. Era como la de algo que había visto el final de los tiempos, algo que había estado allí cuando el mundo aún era joven y aún seguía respirando.
—Ellos... no son como nosotros —dijo, con una voz más grave, como si cada palabra le costara decirla. —Son antiguos, más viejos que cualquier ser que puedas imaginar. Y están siempre aquí, esperando.
Mi corazón latió más rápido. ¿Esperando qué? ¿A nosotros? ¿A mí?
—¿Qué quieren de nosotros? —mi voz se quebró, y sentí la necesidad de huir, pero mis piernas no respondían. Estaba atrapada.
Torbjørn no respondió de inmediato. Sus ojos se desvían hacia las sombras de la caverna, como si estuviera escuchando algo que yo no podía oír. Un ligero temblor recorrió su cuerpo, apenas perceptible, pero suficiente para que me diera cuenta de que, aunque él parecía estar en control, había algo en esta situación que lo hacía también sentirse vulnerable.
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Rosas y Espinas © (Completa✔️)
Science FictionUn movimiento ideológico dio rienda suelta al caos dentro de una ciudad distante la cual carecía de violencia. La tranquilidad que primaba en la ciudad quedó sumida en secretos. Conformándose a la versión oficial acerca de la muerte de su hermano, u...
