Capítulo 20

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Kiara

—Dime la verdad, Ashley.

Su voz era apenas un susurro, pero en la frialdad de la habitación del hospital, sonó como un disparo. Sus ojos, vidriosos y cargados de algo que no podía definir, evitaron los míos. Sabía que tenía miedo. Pero también sabía que había algo más. Algo que no me estaba diciendo.

—Kiara... —susurró, cerrando los ojos como si con eso pudiera evitar la realidad—. No es tan simple.

Me acerqué a su cama, mi corazón latiendo desbocado. No podía permitirme perder la paciencia, pero la incertidumbre me estaba consumiendo.

—Lo que sea que estés ocultando, ya no importa. Él sigue ahí afuera, Ashley. No se va a detener hasta que consiga lo que quiere. Y si no sabemos qué es, no podremos detenerlo.

Ashley se estremeció. Pude ver sus manos aferrarse a la sábana, como si estuviera buscando un ancla en medio de una tormenta. Entonces, finalmente, levantó la mirada. Y lo que vi en sus ojos me heló la sangre.

—Kiara... yo sé quién es.

El aire abandonó mis pulmones de golpe.

—¿Qué? —Mi voz se sintió extraña, como si no fuera mía. —¿Cómo? ¿Por qué no me lo dijiste antes?

Ashley se cubrió la boca con una mano, conteniendo un sollozo. Sus lágrimas brillaban bajo la tenue luz de la habitación.

—Porque si lo digo en voz alta... si admito que lo sé... entonces todo se vuelve real.

Me alejé un paso, sintiendo la presión en el pecho. No podía procesarlo. ¡Había estado luchando contra un enemigo invisible mientras ella sabía todo el tiempo quién era!

—Ashley, tienes que decírmelo —dije, obligándome a mantener la calma. —No podemos seguir en la oscuridad.

Ella tomó una respiración temblorosa y asintió.

—Es... alguien del pasado. Alguien que creí que estaba muerto.

Mis piernas se debilitaron y tuve que apoyarme en la pared para no caer.

—No puede ser...

Ashley bajó la mirada.

—Lo es. Y quiere que paguemos por lo que hicimos.

Un silencio pesado cayó entre nosotras. Afuera, la ciudad seguía su curso, ajena a la tormenta que se desataba en mi interior. Ahora lo entendía. No solo era un juego. No solo era una amenaza. Era una venganza.

Y el pasado al que tanto había intentado escapar estaba de vuelta, reclamando su deuda.

No había más tiempo para el miedo. Ahora era nuestra guerra.

—No hay marcha atrás, Kiara.

La voz de Ashley sonó frágil, apenas un susurro en medio del hospital silencioso. La miré a los ojos, y lo que vi en ellos me hizo contener la respiración. No era solo miedo. Era resignación.

—No digas eso —murmuré, obligándome a sonar firme—. Siempre hay una salida.

Ashley soltó una risa sin humor.

—¿De verdad lo crees? —susurró—. Porque yo ya no estoy segura.

La habitación estaba en penumbras, iluminada solo por la luz tenue del pasillo. Las sombras se alargaban en las paredes, y de alguna manera, sentí que nos estaban devorando poco a poco.

Rosas y Espinas © (Completa✔️)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora