(19)
Parte dos.
ATHAN
Me agaché de inmediato, ocultándome tras un tronco caído cubierto de musgo. Mi respiración era errática, y obligué a mis pulmones a calmarse. No podía permitirme ser descubierto tan fácilmente.
El destello de luz titilaba a la distancia, como si alguien hubiera encendido una linterna por un momento y luego la hubiera apagado. ¿Un error? ¿Una señal?
Fuera lo que fuera, tenía que acercarme con cuidado.
Repté sobre la tierra húmeda, evitando ramas sueltas y hojas secas. Mi cuerpo aún temblaba por la hipotermia, pero la adrenalina me impulsaba hacia adelante. Cada músculo de mi cuerpo gritaba por el cansancio, pero la necesidad de sobrevivir era más fuerte.
A medida que avanzaba, el sonido de voces llegó hasta mis oídos. No eran fuertes, pero tampoco se molestaban en susurrar.
Me detuve detrás de un árbol grueso y traté de escuchar con más atención.
—El rastro se pierde aquí —dijo una voz ronca, con un tono molesto.
—No pudo haber ido muy lejos —respondió otra, más grave y calmada—. Con ese frío y sin equipo, si no lo encontramos, la nieve lo hará.
—O los lobos.
Silencio.
El significado de esas palabras quedó suspendido en el aire.
Me mordí el labio. No podía esperar a que ellos decidieran si quería dejarme morir en el bosque o atraparme.
Miré a mi alrededor, buscando una salida. Mi única ventaja era la oscuridad y la distancia. Si lograba alejarme lo suficiente, podría encontrar un refugio antes del amanecer.
Pero justo cuando estaba a punto de moverme, un tercer sonido me heló la sangre.
El chasquido de un seguro desactivándose.
Un arma.
Y estaba muy cerca.
No tuve tiempo de pensar.
Me giré justo cuando una silueta emergía de la sombra, una linterna iluminando mi rostro por una fracción de segundo.
Reaccioné por puro instinto.
Me lancé contra la figura, golpeándolo con todo mi peso. Ambos caímos al suelo con un estrépito, rodando sobre la maleza fría. Sentí el metal del arma rozando mi brazo, pero logré apartarlo con un manotazo.
—¡Aquí está! —gritó el hombre debajo de mí.
Maldición.
No tenía opción.
Me incorporé de un salto y corrí, zigzagueando entre los árboles. Los disparos rompieron la quietud de la noche, y las balas silbaron a mi alrededor.
Pero no me detuve.
Porque sabía que si lo hacía, no volvería a levantarme.
Corrí sin mirar atrás, con el aire helado rasgándome los pulmones y el sonido de las pisadas persiguiéndome a través del bosque. El eco de los disparos aún resonaba en mi cabeza, pero no podía detenerme a pensar. Mis piernas se movían por puro instinto, esquivando raíces traicioneras y ramas bajas que intentaban frenarme en mi desesperada huida.
El bosque era mi única oportunidad. La nieve dificultaba mi avance, pero también cubría mis pasos con una capa de confusión. Si lograba perderlos en la espesura, tal vez tendría una oportunidad de sobrevivir.
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Rosas y Espinas © (Completa✔️)
מדע בדיוניUn movimiento ideológico dio rienda suelta al caos dentro de una ciudad distante la cual carecía de violencia. La tranquilidad que primaba en la ciudad quedó sumida en secretos. Conformándose a la versión oficial acerca de la muerte de su hermano, u...
