Capítulo 11

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Jonnathan:

Los medicamentos en la mesa esquinera de nuestra habitación se hacen más con cada semana que pasa, Annie se ve más cansada y triste cada día, las pocas escaleras para subir hasta aquí le cansan, caminar hasta la tienda, hasta cualquier parte la deja exhausta, pero por lo menos puede disimular, por lo menos ahora intenta sonreír desde que nos la llevamos mejor. Ya pasaron semanas desde lo del restaurante, no he sugerido el tema porque después de todo, aunque sé que no tengo ninguna culpa, tengo miedo de encontrarme con algo que no quiera saber, lo mismo he hecho respecto a su humor y a los frascos con medicamentos, algo me dice que tengo que saberlo, la respuesta me dice "no preguntes". El golpe en su cara, a las pocas horas se hizo un moretón enorme, que ahora ya está por desaparecer por completo y mi mano aún no sana del todo, al frio, el dolor aumenta considerablemente, y lo mismo al calor, pero eso es lo que menos me importa ahora, cada vez que llego al cuarto y le echo un ojo a esos frascos, sin querer la mayor parte de las veces, son más que ayer.

Bajo a la cocina, lo mejor en estos momentos puede ser un poco de agua, no escucho a nadie en la casa, sin embargo al pasar por el pasillo veo una sombra en el baño, me acerco despacio y ya cerca de la entrada me apoyo con cuidado al ver que la puerta está abierta, Annie se está mirando al espejo, ahora que la veo de espaldas y medio reclinada sobre el lavamanos, puedo notar sus vertebras a través de su camisa, adelgazó, pero no se nota a simple vista, el agua del grifo baja haciendo un ruido casi nulo, me acerco unos pasos más, ella mira me reflejo

—¿pasa algo?... — Digo entrando por completo.

Niega sin decir nada, me mira de nuevo y cierra la llave, yo suspiro y ella se inclina más sobre el lavamanos, algo no anda bien. Voltea, sus ojeras se han agrandado, le sonrió sin ánimos y ella hace lo mismo.

—por favor, dígame, tal vez podría hacer algo... ayudar...

Apoya su espalda sobre la pared, sigue sin decir nada, pienso que tal vez no debí entrar, quiero salir, quiero irme, pero no puedo

—¿Qué quieres que diga? — me mira sin ánimos, sus palabras salen sin fuerza, al momento, sé que no voy a responder su pregunta

La miro detenidamente, ella sabe lo que quiero, siento mi cara seria, y en seguida miro al piso, quiero que mi madre llegue ahora y corte este momento inhóspito, pero ahora solamente somos ella y yo, y esa respuesta que no sale de ninguno de los dos.

—Yo no... — aclara su garganta antes de seguir, la escucho, pero tengo miedo de mirarla, hago silencio esperando algo, ese algo que no sé lo que es—. No quise dejarte allí esa noche, después del show salí corriendo a la clínica donde me han atendido durante este año, olvidé mi cita y por eso salí sin decir nada. — cuando la miro, con sorpresa me doy cuenta de que sigue mirándome a los ojos—. Tengo cáncer de pulmón — no se detiene, sigue hablando, "cáncer" es una palabra muy larga si me llega a la vida de este modo, no entiendo las siguientes palabras, pero si escucho su voz. Se detiene, hasta que vuelvo a la realidad, siento el frio entre mis brazos, el mismo frio que aparece cuando ocurren este tipo de cosas, cosas que nunca llamé—. La doctora... —toma fuerza—. ya no tenía la misma cara de antes, me dijo que... que disfrutara el tiempo, el tiempo...

Limpia sus ojos. "Poco tiempo" me suena a que es una palabra más corta que el cáncer, "Esas cosas, el cáncer, el poco tiempo solo pasan en las películas" pienso, pero "Poco tiempo" ni siquiera es una palabra, es una frase, poco tiempo no es nada y "cáncer" es una eternidad. Mi silencio me disfraza completamente, quiero gritar de todas las maneras posibles hasta quedarme sin voz, me siento perplejo, el piso parece que se va a derrumbar en cualquier momento, quiero que la tierra me trague, quiero abrasarla, pero estoy seguro de que hoy, en este momento estoy más quieto que en cualquier otro momento de mi vida. "Esto no puede pasar, esto es la vida real, esto no..." olvidó lo que iba a hacer a la cocina, mi vida se resume en "cáncer" y cuatro estrechas paredes que huelen a jabón barato, quiero hablar, sé que quiero hablar, pero siento que mi garganta ha sido amarrada con algo.

—¿Cuánto tiempo? —mi voz es como la de un animal asustado

—Un año y ocho meses... Eso dijo, pero no lo sabía muy bien —ahora siento que me estoy ahogando, pienso en que puede ser menos tiempo, "No lo sabía muy bien" tal vez es porque no ha evolucionado, o por alguna razón ¡algo!, ¡maldita sea!, ¡algo!, algo que me dé la esperanza que se detenga

—Eso... — mis ojos arden—. Esa... no la vi venir — una sonrisa se forma en mi cara, una única defensa contra esto

—La terapia dirigida no funcionó, en cuatro semanas será la primera quimioterapia, tal vez... —su voz se rompe—. Tal vez, algo, un milagro...

Mientras ninguna palabra quiere salir y los sollozos de Annie se adueñan del silencio, siento que mi pecho es desgarrado por un dolor fuerte, enorme. Mi mente trae las palabras de Francisco a mí, su mirada, su miedo frente a las armas, todo, las ganas de llorar me invaden, pero arañando la pared las detengo con toda mi fuerza. La miro y a pesar de todo, limpiándose los ojos me sonríe, con el dorso de su mano limpia su nariz y toma aire.

—Lo que más quiero es vivir... —sus palabras hacen eco, pero no en este cuarto, sino en mi mente, asimismo como en mis adentros, la franqueza con lo que ha dicho eso me mueve por dentro y al fin suelto una pequeña lágrima, y ella se suelta a llorar.

Me acerco y la abrazo, mostrándole toda la calma que me queda. Miro la pared escuchando su dolor, la siento muy pequeña en mi pecho, ahora que me acerco a ella veo que su cabello está enredado y que lo que escuchaba en las noches, en plena oscuridad era a ella, llorar sin querer hacer ruido. La aferro con fuerza a mí, sintiéndola subir y bajar porque llora más fuerte. Tengo miedo, el tiempo se pasa, no quiero soltarla, no quiero dejar de sentir su cabeza y sus brazos sobre mí, me quedo en blanco, tan limpio como la pared, sin nada que hacer ni que decir. "No hay que tener miedo, ya estoy aquí, la conozco, la conozco, la conozco"

La puerta suena, Annie ya ha dejado de llorar, tengo el reflejo de alejarme, aunque no quiero, ella agarra mi camisa desde atrás y me mantengo quieto. Mamá llega hasta donde ambos estamos —Que lindos—. Dice, por el espejo veo que trae un periódico en sus manos, me sonríe y me lo tira sobre la espalda, para después, pasar de largo. Una vez todo vuelve al silencio

—Sánchez me golpeó. — Susurra, evitando que mi madre la escuche, miro su mejilla, ya no tiene ninguna marca

—Lo sé... —le respondo con calma—. ¿Qué pasó?

Niega, no me responde, se agacha y recoge el periódico, lo abre y vuelve a limpiar sus ojos, noto los cambios, unas pocas semanas y ya no es la misma quien estaba mirando la luna por la ventana, es Annie, pero el tiempo la está consumiendo. Aún mantiene esos detalles que amo, aún la siento en mí...

—Mira... —su voz no ha cambiado, me lo dice sonriendo y me pregunto cuanto tiempo llevo aquí, mirándola—. Habrá una lluvia de estrellas — el periódico lleva en su pie la página 7, "16 de noviembre lluvia de meteoros"—. Faltan seis meses

Es mucho tiempo, seis meses es demasiado, no sé si esos pocos días son suficientes para mantenerla viva —la veremos ¿no?—. Susurra, —Si—. Le respondo, apenas escuchándome, deja el periódico sobre la tapa del retrete, se pasa los dedos por el cabello y toma aire, la punta de su nariz está roja, levanta los hombros y me sonríe como quien dice "¿ya que podemos hacer?", le doy un beso sobre su frente, pero ahora si lo hago en serio, puedo decir que sus manos están más frías, pero todo el tiempo se mantienen así, acaricio su mejilla y salgo apresurándome, porque noto que voy a llorar de nuevo.

—Gracias. —Dice a mi espalda

la miro, pero no le digo nada, sin más salgo y subo las escaleras, vuelvo a mirar los frascos, pero esta vez por el rabillo del ojo, me siento junto a la ventana y veo a la nada, después de todo puedo contener las lágrimas "quiero vivir" se repite y se repite en mi mente, miro a los autos pasar y las hojas de los árboles levantarse con el viento, quiero pensar, pero mi cerebro no me sugiere nada, Annie le ha dado un sentido extraño a mi vida, pero no quiero imaginar que pasará en menos de dos años, no quiero pensar que en 1 año y 8 meses ese sentido ya no existirá

Si pudiera volarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora