Capítulo 57

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Jonnathan:

No dicen nada, siguen unos pocos segundos parados frente a mí, hasta que Mauricio asiente sin ganas, la niña hace un ruido que parece alegre, le miro con vergüenza y me limpio los ojos, por primera vez desde hace tiempo Kate me mira con buenos ojos, Sara me da una palmada en la espalda, pero no sé por qué lo hace, se despiden de Kate sin voltear a mirarme, pero antes de perder por detrás de la cortina veo a Sara, ella ha estado temblando, eso me rectifica, que lo que acabo de hacer está bien. Me limpio los ojos.

Kate y yo quedamos en silencio, me siento fatal al pensar en que ella también se ha cansado de decir "detente", la siento extraña, lleva sus manos a sus brazos desnudos y sale a su bar al escuchar que alguien golpea sobre su mostrador.

Miro al piso, dos gotas resbalan por mis mejillas, hasta llegar a mis dedos, las limpio en esta camisa blanca, miro mis tirantes negros, igual que mis pantalones, toco con delicadeza el moño del mismo color, siento su tela, y se me escapa una sonrisa al recodar a Annie, apuntando este mismo moño, el día en que compramos este traje "deberías comprar algo para ti también", cuando le dije que lo haría, me rogó porque me llevara el traje entero, también porque me recuerda, ella tenía uno de los mismos el primer día que la miré.

Tomo asiento sobre la cama, me encorvo mientras entrelazo mis dedos, y pongo mis codos en mis rodillas. Dejo escapar un suspiro largo, miro mi sombra, la sombra, igual que el reflejo en el espejo, es de un extraño, estas manos, este cuerpo lo siento distinto.

Me saco el abrigo, lo miro al lado mío, es el mismo de mi cita con Annie, saco su nariz de mi bolsillo y lamento no haberle dado algo más que la mía, le doy vueltas entre mis dedos, y miro a través de las cortinas casi transparentes un par de carros pasar, en sus puertas llevan la cara de Rodríguez, un "R.I.P" enorme, no me fijo en sus colores, solo pienso en cómo soltar este diablo que llevo dentro, y cuando me lleve al infierno, llevarme a Sánchez conmigo.

No sabía cómo lo haría, solo pensaba en que este día tendría que ocurrir, hasta que, en las noticias, mientras Annie y yo cenábamos dijeron que hoy se celebraría una despedida para quien ha sido "el mejor vicepresidente del país", quien ha sido reelegido por cuatro periodos seguidos. Por lo cual, en ese silencio de miradas supe que hoy tendría que ser.

Retomo el control de mí, me levanto e inhalo todo el olor a Kate que puedo, recojo el bate, el revolver e introduzco el galón con la gasolina en un maletín. Bajo la cabeza, cierro los ojos "You", de Nathan Wagner, se escucha afuera "Siempre quise dedicársela" me emprendo en salir, pero me detengo, regreso, vuelvo a abrir ese cuaderno negro y saco mi carta y la de Sánchez. Miro la mía por un momento, siento miedo de no poder leerla, cuando voy a romperla me detengo, aún hay algo que me lo impide hacerlo.

Salgo tomando el sombrero, pero lo dejo en el mostrador, vuelvo a encontrarme con el olor a canela pura, el bar está casi lleno, no reposo en los ojos de ninguno de los clientes, estoy muy seguro de que mi nombre se está escuchando en algún lugar entre las mesas y entre la barra del frente del mostrador. Cierro los ojos un instante, y la cálida mano de Kate se engancha con la mía

Volteo para mirarla, no se apura en detenerme o pelear, solo me mira con algo que hoy no es decepción, siento que ha aceptado que, a pesar de todo, no quiero perder esta batalla conmigo mismo. Abre su boca, espero que diga algo, pero en seguida bota el aire que ha tomado, suelta mi mano y ajusta mi moño.

Pongo su cabello detrás de su oreja izquierda, teniendo cuidado de no dañar la rosa que lleva encima de esta, la repaso desde sus tacones hasta su cabello, y me pierdo en su perfume, parpadeo un par de veces, se encoge de hombros para voltear su mirada hacia atrás, yo también siento la incomodidad de las miradas y de los susurros que provienen de todas partes "¿es el asesino?", "no, debe ser un pariente".

Si pudiera volarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora