Capítulo 49

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Jonnathan:

Antes de volver, voy al bar, para encontrarme con una pálida y decaída Katerinne, con un periódico en las manos, levanta su cabeza, y traga saliva, mira al fondo, hay dos personas que están hablando entre ellas. Levanta el papel y miro mi silueta, en una foto, saliendo de la casa de Claudia, mi mirada cambia de expresión, no sé si es porque no me fijé en las cámaras de nuevo, o es porque he vuelto a decepcionar a Kate y me siento mal por ella, porque sé que desde que nos conocimos solamente le he traído problemas.

Me mete con rapidez a su cuarto, no le digo nada, mirándola a los ojos sé que no debí haber venido, ella levanta su mano y amenaza con golpearme, entrecierro mis ojos, ella se detiene, pero en seguida me golpea con su mano cerrada sobre la espalda, y lo hace de nuevo con la otra mano, y de nuevo.

—¡tienes que dejar de matar gente! — me habla, llorando

Sigo sin decir nada ¿Qué quiere que le diga?, no le puedo decir que me detendré, si aún tengo que deshacerme de las dos personas más involucradas es esto. Vuelve a golpearme y ahora con mayor fuerza, afuera alguien la llama por su nombre —¡ya voy!—. Reniega, —espérame aquí—. Dice y sale.

Veo la cama, su sábana ahora roja, hay un montón de periódicos sobre su nochero, en el de arriba hay un anuncio que dice "más de treinta millones de pesos", y es de ayer, con mi nombre completo, y junto a él, en una letra recalcada en negro me llaman "monstruo".

Kate vuelve, y se arrima en la pared, también mira el periódico, sigo sin saber cómo decirle que lo volveré a hacer

—¿Qué quieres que te diga para que dejes de hacerlo? — habla en voz baja—. ¡hoy ya ofrecen cincuenta millones!, ¿y mañana?...

—Lo siento...

Pone sus dedos en su frente, y da unas vistas al otro lado de la cortina

—Solo quiero que seas una persona normal, ¡Alguien normal!

Al escucharla, mis pupilas decaen mecánicamente, mis labios se abren y siento el peso de sus palabras, nunca me he sentido una persona normal, no sé qué es normal en un mundo cubierto de personas, de todo tipo de personas, siempre creí que cada quien es normal a su modo.

La poca humanidad que me queda empieza a pesarme, sus palabras me han hecho sentir vergüenza, veo mis bolsillos al disimulo, ya no llevo mi baraja de cartas como siempre, ya no puedo volver a ser el de antes, siento más vergüenza de mí, el aire se me hace pesado, y lo único que escucho ahora es el golpear del cristal del otro lado de la cortina y la respiración agitada de ella.

—Lo siento — repito, porque no se me ocurre algo más.

Suelta un suspiro, ahora ya no puedo verla, vuelven a llamarla desde afuera, sale de nuevo, al quedarme solo pienso en todo, es que ella tiene mucha razón. Evito sentarme sobre la cama o el piso, porque sé que cuando ella vuelva, me iré

Me arrimo contra la pared, y ella vuelve

—Kate... — sigo sin mirarla, no digo más, solo sigue el silencio, y su mirada que penetra, que lee hasta el fondo de mí.

—Te irás ¿verdad? —Pregunta, con una tembladera tremenda en su voz

Le afirmo

—¿Sabes a lo que me refiero cuando te digo que te irás?... ¿es que has llegado a pensar en la falta que me harás?, sabes que puedes regresar a este bar cuando quieras, o... —toma aire y aprieta sus dedos—. si quieres que te siga lo haré, pero por favor, dime que es lo que sientes en tu interior

Siento todo

—Quisiera contestarte, ¿pero ¿cómo se supone que te conteste, cuando ni yo sé que es que me pasa? — le hablo con calma—. Solamente sé que siento un miedo enorme al salir de aquí, al salir del hotel, siento miedo de que amanezca otra vez, y tener que... que vivir, no soy un emprendedor...

No tengo una meta, solamente un día desperté y sentí que la vida me estaba consumiendo, no pude mirar nunca a los ojos de nadie, nunca pude hablar, siempre parezco un idiota, y lo siento en cada respiro que doy

Toma aire, y se sienta para ponerse en frente a mí

—¿Qué quieres que haga?

Sus manos le tiemblan, se ha estado comiendo las uñas, y su esmalte rojo se está cayendo por partes. "te irás ¿verdad?" sus palabras me resuenan en la mente, fueron las mismas que le dije un día antes de que ella dejara Clown Happier, aguantando mis ganas de llorar. Pero aquí es diferente, ella sabe que su pregunta tiene más que ese simple significado, me iré, pero aún no, tarde o temprano, lo haré

—Solo dime algo feliz, no me juzgues, no me cuestiones... si te empeñas en secar mis lágrimas te vas a cansar, solamente aguanta un poco más junto a mi... no me mires con angustia, quiero verte sonreír de nuevo, creme yo también quisiera huir de mí, y si no vas a decir nada, quédate de todos modos, tu silencio vale más que cualquier cosa.

Vuelven a gritarla desde afuera, ella sigue sentada, vuelvo a mirar sus ojos, se hace un silencio, un momento de tranquilidad, "aún no me iré", me pongo la capucha, y salgo del bar, dejando a Kate, dejando que sus lágrimas caigan sobre su delantal, queriendo tirarme a recogerlas

Al llegar a la calle siento el viento frio de esta parte de la ciudad, sigo caminando hasta llegar al puente, recuerdo el momento que Annie me encontró en esa lluvia fuerte, bajo hasta el borde, y cruzo mi vista, detrás de una piedra miro algo que todavía vive aquí, esa pequeña prenda, su nariz de espuma, la recojo con calma, aún conserva ese olor a nada, me siento allí, y no puedo contenerme, porque ya estoy llorando y me limito a recordar su silueta, parada frente a mí.

Si pudiera volarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora