Capítulo 56

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Jonnathan:

Dos minutos fueron suficientes para hacer que me quedara mirando al vacío, pensando en lo que voy a hacer, a mis pies el galón de gasolina, el cual compré después de llamar a Mauricio y Sarah, para decirles que me ayudaran a llevar a cabo mi último plan. Reflexioné después de colgar y recibir su nerviosísimo sí, pensé en las palabras de Kate, en las palabras de Francisco y en las de Daniel, ¿Qué podría salir mal?, todo puede salir mal, si me planteo de manera seria, el que yo, con dieciocho años, con un revólver y dos personas que son ajenas a todo esto, y con una niña recién nacida, se plantearan el matar al grandioso Sánchez, el presidente.

Recojo el cuaderno de Annie, y mis cosas, antes de salir me concentro en la delgada forma que ha dejado el cuerpo de Annie sobre la cama, Vuelvo a la realidad, todo está tan vacío ahora, es como si mi cuerpo hubiera dejado de tener alma, mi vida, hubiera dejado de tener un sentido, mi mente me repite a cada momento "¿Qué queda por hacer, si eres un jarro vacío?" —Lo único que queda por hacer es morir—. me digo a mí mismo, no diré que no tengo miedo, miedo a lo desconocido, a que todo salga mal, la vida es peor que injusta, y todo puede cambiar a peor, a pesar de estar dándote golpes en la cara en todo momento, un jarro vacío se puede llenar de nuevo, eso es cosa que lo saben todos, pero... ¿Y si ese jarro ya no soporta más, ya está cansado? Solo debo hacer algo más, aguantar vivo un poco más, todo sea por Annie...

...

Llego donde Kate más o menos a la una de la tarde, le dejo mi último billete al taxista, y entro aparentando que nada me importa. Aunque hay poca gente, ella parece ocupada, en cuanto me mira me hace seguir a su cuarto, donde me dice que espere sentado. Encima de la sabana está el periódico que recalqué, ella lo ha estado leyendo, no me impresiona saber que no ha olvidado que hoy es la lluvia de estrellas.

Me alarma verla de pie sobre el umbral, nos quedamos en silencio un momento, ya no escucho a nadie afuera, ella mira el periódico en mis manos y muerde sus labios

—¿quieres algo? — me anima escucharla hablar

Le niego, desvía su mirada hacia el bate y el galón transparente, levanta su mirada despacio, hasta mirarme a los ojos, y sale de nuevo. "yo tampoco sé que es lo que hago, te lo juro", me dejo caer hasta el piso, y pongo las plantas de mis manos sobre el piso, solamente para sentir el frio, pero nada me devuelve la sensación correcta, a estas alturas ya nada paree correcto. Le doy una ojeada al cuarto completo, suspiro, me levanto y camino al baño.

Abro la llave del lavamanos, y el sonido del agua al bajar llena el cuartito. Miro hacia la derecha, hay un marco, con su vidrio roto. Me acerco, en la foto estamos Kate y yo. Bajo el marco, y lo pongo frente a mí, ambos estamos sonriendo, ella sostenía el celular de Claudia, con la pantalla apuntando hacia el otro lado de nuestras caras, porque en ese entonces los celulares con las cámaras frontales eran demasiado caros. Ella apretándome el cuello, y yo apretando el suyo, ambos con una sonrisa de oreja a oreja. Kate tenía el cabello más largo que ahora, en ese tiempo lo tomaba en una coleta de caballo, con un moño que por lo general era blanco.

Dejo el marco donde estaba, no me pregunto porque la tiene aquí, quiero pensar que es por una buena razón, vuelvo al lavamanos, Frente a mi está mi reflejo, me miro a los ojos, me siento extraño, ese no soy yo, me siento paralizado, mirando a un desconocido, a alguien que renunció a sus metas, a alguien derrotado

Escucho mi respiración, meto mis manos en el chorro de agua, pero no las froto, por medio de la pared escucho también los tacones de Kate y una sensación extraña me llena el pecho

Dejo de mirar mi reflejo y bajo mi cara, tratando de recordar el momento exacto en donde dejé de mirarme como un gran profesional, un gran maestro y me convertí en esto, en lo que todos pueden juzgar, en lo que todos pueden criticar, en lo que todos pueden mirar a simple vista.

Entran Mauricio y Sara con su hija en los brazos, levanto a penas mi cara, cierro la llave y me seco las manos en mi pantalón. No recuerdo cuando les dije que nos veríamos aquí, pero aquí estamos ahora. Al verlos frente a mi pienso en detenerme, al menos sacar a ellos de esto. Miro a la niña aletear sus manos, riendo de algo que nadie sabe, entra Kate, y se arrima a la pared, cruzando sus brazos. Llevo mis manos a mis bolsillos, buscando el plan que he hecho, en un papel, al sacarlo miro a los ojos de todos, pero me detengo en Kate.

—No...

Digo, arrugando el papel, lo devuelvo donde estaba, niego mi idea, este plan es lo más erróneo que podrán mirar en su vida, además, aunque sepa en qué lugar de la camioneta Sánchez guarda su dinero, ¿Qué me dice que podré pagarles? ¿Qué me dice que ellos saldrán ilesos de todo esto? "Todos lo necesitamos"

—Perdonen, pero ustedes no deben caer en este mismo hueco... y a ti Mauricio —lo veo y sigo negando—. Te pagaré el dinero que te debo

Todos nos mantenemos en un silencio total, bajo mi vista con vergüenza, ¿Cuándo pensé en que todo podía funcionar? Yo puedo ser el que ha perdido el sentido de la vida, pero ellos... solo hace falta mirarlos, todos tienen esperanza de un mañana en sus ojos. Arrugo con mayor fuerza el papel, sobre el nochero de Kate descansan las dos armas que le he pedido desde hace una semanas, junto con un sombrero de ala amplia, me pongo a llorar en frente de todos, "tonto, tonto, ¡TONTO! ..." y cierro mis ojos, queriendo que acabe todo de una vez.

Si pudiera volarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora