Capítulo 41

6 0 0
                                    

Jonnathan:

Siento que en este momento pesa menos que cuando salimos del hospital, pero lo cierto es que por más que puje, o me queje, mi espalda ya no puede aguantar un paso más. El reflejo frio de la luna da de lleno sobre el lago, hasta acá ya no llega el ruido del desemboque del rio, solo nos persigue el ruido que hace la soledad en todas partes. El contexto está bien iluminado, aunque sé muy bien que estamos en un lugar profundo del bosque, el agua está tranquila, y me seduce con su profundidad.

Sin aviso llega a mi mente el momento en nuestra habitación, con esta misma luna, esta misma luz, donde ella me mostró que ella era realmente todo lo que he llevado esperando, aún recuerdo sus costillas apareciendo tímidamente debajo de sus senos, su abdomen, sus piernas, ese tatuaje debajo de su nalga, sus ojos negros...

La bajo, la apoyo sobre el borde del lago, encima de unas ramas verdes, hago que sus pies se pierdan sobre el agua, por más que quiero, no siente el frio del agua, resignado, abro la maleta, saco la última lata de frijoles, no puedo ocultar mi hambre, la abro, entonces le doy de comer.

Sus labios tiemblan con suavidad, sus ojos no dejan de mirarme y a pesar de que haga de todo para no mirarlos, no puedo detener a mis sentimientos. Me agradezco el haber puesto la cuchara en mi bolsillo, le doy en pequeños bocados, tose de vez en cuando, pero la comida no sale de su boca... miro al cielo reclamándoles a las pocas estrellas que nos acompañan, reclamándole a todo de nuevo, si supieran como me estoy sintiendo al verla así, al verla querer levantar sus manos y no poder, al verla comer mientras llora. En el cielo se refleja una de las interminables noches en las que mi papá insultaba hasta los marcos de la casa, mamá se sentaba conmigo en el comedor, hacía el ademan de comer, aunque después de dos cucharadas dejara la comida allí, a que se enfriara, mientras no dejaba de llorar.

Su pecho se hincha, vuelve a quejarse y manda su cuello hacia atrás. Una vez termina de comer, pongo lo que queda de maleta a su espalda y lavo sus pies, ya han hecho cicatriz, pero las marcas son más que visibles, los roso con la esperanza de que vuelvan a moverse, de que la levanten y la lleven hasta donde sea que me encuentre yo

Comienza a temblar con todo su cuerpo, levanto mi cara, apenas me limpio los ojos, al verla vuelve el hoyo en mi pecho "no me deje" dice mi mente, ya no puede seguir más, me arrepiento de haberla sacado del hospital, saco sus pies del agua, y la recuesto sobre mis piernas.

Toce un momento, hasta que recupera el color en su cara y la calma, tomo su mano para por lo menos sentir que me apriete, pero ya no lo hace, acaricio su pelo, ya no puedo susurrarle nada, todo vuelve al silencio, y aunque parece que todo va a terminar aquí, ella vuelve a ahogarse, intenta levantarse, pero cae de nuevo en mis piernas, su vómito cae sobre mis piernas, me levanto inútilmente a buscar otra prenda, rompo la tela del maletín, la remojo y la limpio.

Vuelvo a repetir todo, como una maldita maquina "tranquila" "todo está bien" vuelvo a llorar en silencio, no importa que me vea, mis palabras no hacen efecto ni siquiera en mí, ahora en su cara veo un miedo que desconozco, estoy más que nervioso, quisiera salir de mi cuerpo y llevarme a Annie lejos del suyo. Volteo hacia al lago, pienso en tirarme y acabar con esto de una vez, quiero estar en cualquier otra parte, menos en mí.

—Tengo frio —dice y apenas puedo escucharla.

Dejo todo en el piso, agarro mi chaqueta y se la pongo en los hombros, me pongo a su espalda y la abrazo con toda mi fuerza para sentir como tiembla, su pecho se eleva y baja con fuerza, agarro sus manos y respiro sobre ellas intentando darles un poco de calor, deja caer su cabeza sobre mi pecho y llora con mucha más fuerza.

Es de las peores cosas que he llegado a sentir, tenerla aquí, llorando, temblando entre mis brazos, totalmente indefensa, es algo que no tiene ninguna explicación, Annie es muy joven, y sus sueños ya se han destrozado, me siento inútil mientras escucho el eco de su llanto y veo como el viento apenas tiene fuerza para mover el agua y llevarse unas hojas secas, sintiendo el peso de la vida misma, sintiéndome tonto, al igual que muchas veces antes de encontrarme con ella, mirando en las noticias como gente de mi edad triunfaba en todos lados y yo ni siquiera sabía quién realmente era, ni siquiera podía encontrar una oportunidad que me sacara de la oscuridad.

Si pudiera volarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora