Capítulo 59

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Jonnathan:

Llego al bar de mí amiga Katerinne, esta calle se ve mejor iluminada que las demás, aunque el farol sigue parpadeando. Antes de entrar me detengo a pensar un momento, hasta acá se puede escuchar un silencio profundo allí dentro. Dejo el bate apoyado sobre la pared y entro. Miro en todas las direcciones, Me alegra que no haya nadie aquí a esta hora, seguramente eso me traería problemas, ahora mismo soy como un hueso rodeado por una manada de perros. Debe ser las siete y media más o menos, ¿Cómo no detectar el delicioso olor a canela, tabaco y perfume de mujer que sale de cualquier parte de este lugar?, es una de las pequeñas cosas que me hacen sentir seguro, y feliz. De pronto la veo limpiando el mostrador, parece que no me ha escuchado todavía, la rosa que tenía sobre su oreja hace unas horas no parece tener ni siquiera un rasguño, levanta su cabeza y a los pocos segundos me mira sin sorpresa alguna, o eso parece, quiero sonreírle, pero no puedo, sin embargo, ella lo hace de una manera muy floja.

—Jonnathan... — susurra mirándome al disimulo la camisa con los ojos hinchados, cosa que no me hace dudar en que ha estado llorando.

No respondo nada por unos segundos, quiero detallar su cara por una última vez, sus labios están vivos, y tienen unas ligeras fisuras por el frio.

—Pensé que ya habías cerrado — le digo señalando la dirección en donde está el cartel, tragándome las ganas por correr a abrazarla.

Asiente débilmente, y voltea hacia un lado, frunciendo sus labios, recoge la única botella que tiene encima del mostrador y la pone sobre su repisa. Suelta un respiro y mira con un miedo casi imperceptible la entrada. "lo sabe, es imposible que no lo haga" La luz del sol muriendo se refleja en sus ojos y en sus mejillas, se ve hermosa. Yo no hago nada, miro el teléfono que está colgado al fondo y me fijo en sus brazos a penas cubiertos por una fina tela roja de su vestido.

—No, aún te estaba esperando. —deja el trapo caer al piso y lo mira por unos segundos.

En otro momento sonreiría al verla hablar de este modo, tan segura, en el cual me demuestra que ella siempre espera hasta el último momento. Puedo notar su preocupación desde aquí, apenas detallo la parte superior de su cuerpo y sus delgadas piernas que se ven por el vidrio de la vitrina, la veo a los ojos y me pregunto ¿Qué estará haciendo mañana a esta hora? Remoja sus labios y pone su cabello detrás de su oreja, miro hacia el fondo, cerca del parlante está una de sus sillas, que sostiene una vela encendida, cerca de la imagen de algún santo, bajo mi cabeza un momento y pienso acerca de todo lo que significa este simple gesto

—Lo siento, perdón por llegar tan tarde.

—Tú también debes tener problemas. — responde con sarcasmo, aún si volver a verme, soltando una risita que esconde mucho

Le tiro una sonrisa muy débil, "es el mejor momento para que sea la Kate que quiero", algo está raro en ella, no es buena diciendo mentiras, o al menos ya la conozco lo suficiente para que esas cosas no funcionen contra mí. Aunque no le digo nada de lo que ahora tengo dentro, guardando la estúpida esperanza de que aún no sepa nada. Tomo asiento, huelo nuevamente su perfume y me trae paz. Siento ganas de derrumbarme en el piso y llorar hasta quedarme sin lágrimas, pero solo me dejo llevar por el momento. Mis ojos la siguen mientras ella se mueve detrás del mostrador, fingiendo casi a la perfección que nada le importa. Abre un cajón, agarra el control remoto de la vieja televisión que mantiene colgada encima de su estante de licores, saca un par de pilas y las pone despacio. Me extiende el objeto

—¿quieres mirar televisión? — su voz a penas se mantiene firme, "ella ya lo sabe todo", me siento mal por ella.

—Te lo agradezco. –volteo hacia el parlante que está en la esquina de la derecha y le doy la espalda, siento este silencio cómodo relajarme el cuerpo-. Pero por favor, te agradecería que pongas... esa canción.

Si pudiera volarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora