Capítulo 42

9 0 0
                                    

Jonnathan:

No sentí nada más, no recuerdo cuanto tiempo me he quedado aferrado a ella, minutos, horas tal vez, no lo sé, no lo recuerdo, mi mundo se ha detenido en este espeso bosque y no quiero que avance más, ni un día más. Me levanto, recojo el arma, el maletín y el bate, tanteo para asegurarme de que la carta siga en mi bolsillo, pienso tanteando la fría arma, en pegarme un tiro, acabar todo ahora no sería tan malo después de todo. Su respiración es débil, pero en este silencio eterno puedo escucharla "debo mantenerme en pie, ella sigue viva ¡recuerda!"

Recojo también el celular, perdido entre la tierra, hay varias llamadas perdidas de Kate, solo las veo, lo guardo en el bolso y dejo todo junto al borde. Doy varias vueltas en el mismo puesto, tirándome del pelo con fuerza porque no sé qué hacer, mi cerebro está a punto de explotar. Al ver su cuerpo allí, siento que me ahogo, doy varios pasos para mirar mi reflejo perdido en el agua, "¿y si me lanzo?".

Quiero tranquilizar mi cuerpo, mis sentimientos, pero no lo logro hacer por más que dé pasos en un mismo sitio, quisiera poder decirle que lo siento, por mí, por su padre, por el cáncer, por no poder alejarla de todos sus miedos.

¿Y que podría hacer por seguir?... nada

Pongo el bate en mi espalda, me acerco hasta ella, limpio las lágrimas que quedan en sus ojos, intento levantarla, pero siento un tirón horrible en la pierna, doy un grito que guarda más que dolor, caigo de rodillas, retraigo mis mocos, hago un segundo intento, y entre gritos la pongo entre mis brazos y mi pecho, levanto mi cabeza, miro directamente a la luna, respiro para amortiguar el dolor. El bar, es lo único que me queda, debo regresar, no tengo otra idea...

Al salir entre los árboles escucho a lo lejos las sirenas de la policía, la cara de Annie está tranquila, pero no puedo dejar de recordar por más que la vea.

De los árboles empiezan a salir voces, veo en todas las direcciones, pero no hay nada, pienso que es la policía, que ya sabe dónde estamos, trago saliva, las voces solo están en mi cabeza, intentando detenerme, intentando hacer que caiga...

Estoy pensando en matar, estoy pensando en Sánchez, estoy pensando en esa sensación que se formó en mi pecho cuando miré a Johan morir a mis pies, en ese dolor en sus ojos, ese dolor es el que quiero ver en Sánchez, en todos ellos que nos han hecho llegar hasta este lago.

...

Llego al bar a media mañana, he sentido todo el camino desde el bosque hasta aquí, mis pies se arrastran sobre la acera, mirando el piso pienso en todas las miradas de todas las personas que me han visto en la calle, en que mi cuello arde por el sol, en que he descansado una sola vez, en que no he cubierto su rostro, en que no me he atrevido a sentir si todavía respira, por el miedo a que ya no lo esté haciendo.

Se escucha el ruido del cristal de unas botellas golpeándose allá dentro, dudo en entrar, mi cuerpo se va de lado y me golpeo contra la pared, sigo hasta la puerta y entro buscando a Kate. El bar está casi lleno, los que están de frente a mí me miran con tremendo miedo y se fijan en el cuerpo de Annie, como si fuera cosa de otro mundo, no los culpo, yo también llevo más de dos horas pensando en que ya está muerta, porque en el camino las esperanzas se me terminaron.

Siento el deseo de esconderla de todas las miradas, hago un tonto intento por esconderla con mis delgados brazos, le doy una mirada, está pálida, aun así, sigo viendo su encanto, se forman los susurros de siempre, aprieto mis dientes con rabia, a punto de devolverles sus miradas e insultarlos, hasta que Kate aparece por el portal de su cuarto

Sale por detrás de la cortina roja, que hace juego con las baldosas, cuando levanta su mirada y nos mira, suelta la copa de vino que lleva en su mano, sus ojos se abren y el ruido del cristal al partirse se pone por encima de la música.

Si pudiera volarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora