Capítulo 30

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Jonnathan:

La noche llegó en menos de lo que esperaba, no me he levantado en todas las horas que pasaron desde eso, esperaba a que Daniel o Johan se parecieran por alguna parte, pero no tengo ni rastros de ellos, sigo aquí, mirando el cielo oscuro, preguntándome por qué hemos llegado a este punto, por qué aún siento que no he tocado fondo, sabiendo que lo más probable es que Annie haya muerto. Sigo aquí, escuchando los grillos, sintiendo en mi cara como caen débiles gotas de lluvia, esperando a que me lleve el viento. En cuanto pude recobrar por completo la cordura y cuando pude abrir mis ojos, supe que las heridas eran más graves de lo que pensaba, y a pesar de que le pedí a gritos a mi cerebro que no sintiera dolor, aquí me encuentro, sin poder levantarme.

Mis piernas están cortadas por las patadas, pero resisto hasta poder ponerme por completo boca arriba, suelto un suspiro, el viento me da de lleno en la cara, la sangre que corría por allí se ha secado, cierro mis ojos y lo único que veo es a Annie tendida en el piso, sin responderme, sin mirarme, los abro de nuevo, espero a tener las razones suficientes para poder levantarme, y después de un momento logro ponerme de pie, como un anciano que está a punto de caerse. Me sostengo de las columnas, respiro despacio, y camino con suavidad hasta el bar de Kate

No hay nadie, el bar está cerrado, me deslizo por la pared y me dejo caer sobre el piso, quiero dormir, quiero morirme en este momento, pero hay algo que no me deja cerrar los ojos, mi vista descansa en el piso, esperando a que alguien aparezca, los minutos se van, los autos dejan de correr por las calles más alejadas, la luz de los faroles toma fuerza, y el frio igual, hasta que por fin llega la madrugada.

El sonido de los pasos de Kate aparece por la misma calle que llegué yo, a pesar de que mi vista está nublada la distingo casi a la perfección, mira a los lados, con su misma preocupación de siempre, se frota los brazos y el vaho se forma cuando pasa por debajo de un farol, aún no me mira, y eso es extraño.

Ya estando cerca se da cuenta de que yo estoy sobre su puerta, al verme suelta un sollozo y se lleva las manos a la boca, mira hacia otra parte dejándose llevar por el llanto, hace notar su preocupación, niega en silencio y me extiende sus brazos

—No puedo levantarme... — me duele hablar

No me dice nada, en la oscuridad se nota que sus mejillas están húmedas. Saca las llaves de su delantal y desabrocha el candado para después abrir la cortina de metal. Entra y escucho como deja sus llaves en el piso, aparece de nuevo y me arrastra hacia el interior, dejándome a penas cerca de la entrada, saca su delantal dejándolo en el espaldar de su silla, sé que me estuvo mintiendo todo este tiempo, ella también tiene algo que ver en todo esto, pero no le reclamaré, no hoy..., desaparece en la cortina que cubre el portal entre la cocina y el estante, miro a la puerta, entra un frio aterrador, he manchado su bar, quiero levantarme, pero ya no puedo ni siquiera levantar mis piernas, me apoyo sobre la pared, pero ni eso da resultado.

Sale de nuevo, con un vaso de agua y una bolsa de hielo que pone sobre mi frente, bebo el agua sintiendo el sabor de mi sangre, debo preguntarle acerca de Annie, peo no lo hago, porque lo más probable es que sean malas noticias. Me mira sin hacerse notar demasiado, ahora estará pensando en que me dijo que no lo hiciera, y recordará que mi plan era una basura, tal vez esté agradecida al cielo porque salí vivo de esa, o puede ser que no. Cada vez que hace presión en mis heridas duelen como si aún me estuvieran golpeando, levanto mi cara hacia ella, no ha dejado de llorar y se ha puesto pálida.

—Creí que ya te habían matado... — dice con un tono frío

Toco sus manos, están muy frías, no sé si será el hielo que está tocando, o algo más, quiero apretarlas para hacerle saber que estoy agradecido, y me limito a pasar mis dedos entre los suyos.

—Ella... Annie. —hace un pequeño silencio—. Cuando llegué al hospital no despertaba, me dijeron que estaba grave... esperé y no me dijeron nada más

Me trago la poca fuerza que me queda —mañana te llevaré al hospital—. Susurra, le afirmo con mi cabeza, mis dedos resbalan de los suyos, y la bolsa de hielo también se le cae de las manos, mis párpados no resisten más, mi cuerpo deja de responderme y caigo hacia un lado. Ella se apresura para ayudarme, —solo quiero descansar—. Es lo único que le digo, la veo un tanto tranquila, aparta sus manos de mí, asiente, toma su delantal y me cubre con él, cierra el bar y le pone el candado desde dentro, escucho todo lo que está haciendo, la miro, apaga las luces y sobándose la nariz pierde en el fondo, donde queda su cuarto.

Desde acá dentro escucho los pasos de alguien afuera, el piso está frio y algo húmedo, no puedo respirar con facilidad, ni siquiera puedo dejar de pensar en Annie... la última vez que la miré en mis sueños sonreía, estaba feliz, no dejaba de mirarme... y desde que apareció en mi vida (la real) No ha aparecido en ninguna de mis noches, quisiera verla esta noche, quisiera escucharla, me muero por escucharla roncar, por escuchar su respiración mientras dormía, por verla dormir a mi lado, las tantas veces que dijo que tenía frio en casa de Hugo, por verla así, tan tranquila, mientras yo apreciaba que mi sueño se había cumplido y planeaba como salir adelante y llevarla conmigo hasta el fin del mundo, pero como siempre, la vida no es color de rosas...

Si pudiera volarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora