CAPÍTULO II

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A cuatro patas la bestia superaba los dos metros, levantado en dos hizo que Tita se viera diminuta en comparación volviendo una trampa mortal quedar bajo su merced; sin embargo, el movimiento que hizo al relinchar por ser detenido tan abruptamente, le obligó a retroceder para mantener el equilibrio salvando por un mero roce de aplastarla una vez que aterrizó de nuevo sobre tierra firme.

Su magistral peso lanzó una segunda sacudida de poder en el suelo que la hizo apretar los músculos para poder sostenerse sin caer vergonzosamente sobre su trasero, justo cuando el jinete decidió bajar para enfrentarla.

Acentuados por la obra de arte que era el diseño de su vestimenta, elegancia pura plagaba cada una de sus acciones. El andar seguro, la naturalidad de sus postura erguida, la forma en que su barbilla se mantenía ligeramente levantada con superioridad, como se quitó el sombrero con una mano y con la otra se acomodó sensualmente esa hermosa cabellera del chocolate más profundo y antojable que podía existir, invadiendo finalmente la distancia que los separaba al colocarse a un aliento frente a ella.

No solo se trataba del famoso "Charro Negro" de la leyenda, eso era cómo se veía en ese momento porque de hecho podía adoptar la forma que quisiera; era el gobernante absoluto y total del plano de las almas.

Así que un ser humano normal tendría miedo. Quizás se hubiera desmayado, tal vez estaría ya varios metros de distancia corriendo la carrera de su vida, probablemente lloraría desesperado o estaría mudo de la impresión; un ser humano normal definitivamente reaccionaría ante la feroz criatura. De hecho, cualquiera que estuviera siendo asediado de semejante manera respondería ya fuera escapando o peleando.

Pero esta era Tita.

Aun cuando las patas del caballo bailaron peligrosamente sobre su cabeza, cuando el poder que emitía zumbaba a su alrededor arañando bajo su piel, y la sola imagen del ser que divagaba entre humano y esqueleto en si era espeluznante; ella se deleitó con lo que era una de sus visiones favoritas en el mundo, a la vez que pensaba cómo debía proceder; y Pedro Infante se limitaba a acercarse meneando su cola con resuelta felicidad.

Básicamente podía estar molesta, de hecho, debería estar molesta; el problema es que tendría que elegir el motivo. Número uno la interrupción, número dos su propio error al no comprobar las coordenadas de la barrera que por lo que veía, no traspasó; número tres, la entrada sexy que sabía fue a propósito. Luego estaba la parte en la que siempre ganaba incluso si las cosas no salían exactamente cómo quería, por lo tanto ¿En qué le beneficiaba la interrupción de la invocación que le tomo dos años? Tal vez el demonio la hubiera matado apenas llegar...

Si, le gustaba cuando tenía que encontrar la respuesta; solo que en ese instante en particular eran demasiadas cosas para sentirse emocionada al respecto, en especial porque su plan "B" si la invocación fallaba, era abrir una cuenta en internet de contenido subido de tono para sacar el dinero que necesitaba... o de sus pies, los fetiches por los pies estaban de moda...

-Nst...-. El sonido brotó de sus labios desde las profundidades de su alma, cuando la idea de que el sujeto que la miraba con esas cuencas vacías rodeando unos iris de plata líquida que combinaban con la pedrería de su traje, se enterara de ello. Otra ronda de posibilidades se expandió en su mente al respecto, aunque si tuviera que apostar, diría que él sería uno de sus principales clientes o quizás el único. Rayos eso era deprimente...

-¿Acabas de chasquearme la lengua?-. La pregunta interrumpió el torbellino de ideas, cuando los tonos bajos y siniestros de aquella voz se colaron a través de sus oídos acariciando las fibras nerviosas de su mente, cuerpo y alma...

-Imposible...-. Negó de inmediato sin vacilar

-Mi error...-. Respondió tratando de mantener la seriedad. -¿Acabas de chasquear la lengua?-. Reformuló. Igual que un demonio, siempre había sido buena en manejar la verdad a su conveniencia...

EL OASIS DE LA MUERTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora