CAPÍTULO XVIII

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El Plano de las Almas era un lugar espiritual, por lo tanto, la manera en que el entorno se sentía en comparación con el mortal que se basaba en lo físico, era completamente diferente.

Mientras que en el mundo un individuo dependía de sus sentidos para descifrar lo que ocurría a su alrededor, determinado a un radio debido a las limitaciones del cuerpo, encadenando también la mente solo a lo que era capaz de percibir; aquí el espíritu se conectaba directamente con el núcleo del espacio, brindando una libertad existencial que permitía al individuo ser consciente de absolutamente todo cuanto deseara.

El clima, paisaje, lugar, los que le rodeaban; dependía de que tan lejos estuviera un alma dispuesta a llegar. Sin embargo, seguía existiendo un límite a través de la mente debido a que era el puente entre ambos estados, esto era lo que hacía el truco más importante dentro del Plano de las Almas.

Al morir ya se tenía una idea preconcebida de a donde irías dependiendo de tus creencias, por ese motivo aquellos que "morían y regresaban a la vida" aseguraban haber entrado al cielo o visitado el infierno, ese era su destino ya que les era conocido; en otras épocas visitaban los campos Elíseos, el Mictlán o Valhalla. El punto es que esta era la razón por la cual no todos los mensajeros de la muerte se mezclaban con los Dioses u otras criaturas poderosas, ni conocían de ellos... el universo tenía una manera curiosa de establecer límites naturales...

Sin embargo, como en toda regla había sus excepciones.

Tita no era la única que debido a su pronto descenso de mundo de los vivos no tuvo tiempo para hacerse una idea preconcebida de lo que iba a encontrar, existían otros que su juventud al entrar en el plano de las Almas también los ayudó a ser más abiertos respecto a lo que encontrarían; e incluso estaban aquellos que su propia mentalidad libre de prejuicios los condujo hacia un "más allá" mucho más amplio; y no por estar al final menos importante, los que simplemente eran demasiado poderosos para su propio bien, que terminaban encontrando más de lo que alguien normal haría.

Eran ellos quienes se movían entre los Dioses, los privilegiados por el territorio que interactuaba más abiertamente ante sus deseos, y quienes tenían quizás los trabajos más peligrosos al hacer, a veces, de guías para entidades que debían volver a donde pertenecían atravesando este plano, otras de vigilantes para que no causaran alborotos innecesarios; y, por qué también era necesario, en contadas ocasiones debían volverse cazadores.

De allí era de donde surgía el personal para la seguridad instalada en las oficinas, los puestos aduanales, los encargados del papeleo; porque además de tener una mente más abierta, tanto sus sentidos como instintos se volvían más afilados en favor de la sobrevivencia. Jamás sería lo mismo guiar el alma de un difunto a un destino esperado, que moverse entre panteones antiguos encarando a sus dueños.

Era por ese motivo que aquel aroma en particular hizo a Tita ponerse tan a la defensiva.

Igual que la luz de un amanecer en verano, este flotaba a su alrededor despertando la sensación de estar siendo abrazado por el sol. Notas que vagaban entre lo dulce y floral, alumbraban su camino a través del olfato, en un efecto de calidez que emanaba tanto desde el interior como exterior embriagado a su receptor. Sin embargo, eso era solo en la superficie, la percepción que se emitía desde cualquier ser que tuviera una relación directa con este tipo de esencia; para descifrar de quien se trataba, debía centrarse lo suficiente para profundizar bajo la primera de varias capas que le permitiera encontrar el núcleo real del dueño; y por supuesto, conocerlo.

Así que mirando hacia el frente con un escaneo rápido de la zona para ver si lo encontraba sin tener que adivinar por su cuenta, salió del elevador como un gato arisco ante un espacio desconocido. Ella de hecho conocía a varios individuos de esta clase, con esta inclinación primaria, sabiendo que no necesariamente eran buenos o agradables, no es que le importara en absoluto ya que esos términos eran bastante subjetivos; el problema real aquí, era que había uno en particular que prefería no encontrar en ese momento, ya que tenía una habilidad natural para descubrir cuando Xólotl se metía en problemas, en consecuencia, también ella. Si, cosa común, pero era mejor no tenerlo ahora sobre sus pasos en busca del ejército e Kimen.

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