CAPÍTULO XV

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Tita pensó que era totalmente factible que la golpiza la hubiera dejado medio sorda, o en su defecto le nublara el juicio, porque lo que escuchó no tenía ningún sentido. ¿Su ejército? No. No sabía de qué estaban hablando; de todos modos hizo un repaso rápido de sus trabajos los últimos cinco años, porque el tiempo para seres como estos era muy distinto al de los humanos; pero aun así no encontró entre sus fiestas ninguna donde hubiera robado un ejército de Xibalbá.

Porque lo sabría ¿No? Si, claro que sí. No lo hizo.

El problema es que tampoco podía simplemente decirles que no fue, no solo porque literalmente no podía hablar con el agarre que tenía sobre su garganta, sino porque esto era algo grande, y si descubrían que no era la responsable bien podían intentar matarla para evitar que se filtrara la información. De haber estado en una posición más natural, habría tenido que usar sus dotes de jugadora de póker para mantener una expresión que pudiera indicar que sí, pero al mismo tiempo que no; sin embargo, la única mueca que ahora tenía era la de alguien que se estaba asfixiando, así que no tuvo que preocuparse por eso. Fantástico un problema menos.

Emitiendo una especie de jadeo, bufido, súplica, logró poner todo su empeño para subir su mano izquierda hasta la que la sostenía, y darle un ligero toquecito para expresarle que debía soltarla. Por supuesto, lo que recibió a cambio fue más presión.

Esto estaba escalando rápidamente de malo a peor, su visión pasaba de doble a oscura y el zumbido en sus oídos ya estaba sobrepasando al de los lamentos, sin contar que los latidos de su corazón no iban en aumento sino en descenso. Podía luchar, pero con lo que acababa de escuchar lo más prudente era mantener la calma hasta que conociera los detalles; esto era importante y a veces tenía que ser responsable... especialmente si el chisme estaba bueno. ¿Quién les robaría a los Señores Oscuros?

Hizo otro gran esfuerzo para volver a tocar la mano que la sujetaba, mientras que con la otra usó el lenguaje de señas para expresar la palabra "hablar". Por fortuna ahora si la liberó.

Cual costal de papas aterrizó espantosamente primero sobre sus rodillas, luego con los codos al meter los brazos, pero todavía casi beso el suelo. El mundo a su alrededor giraba con más entusiasmo que en juego de feria, y la garganta le ardía peor que con un buen trago de mezcal, lo que definitivamente necesitaría después de esto.

-Querías hablar...-. Esta vez fue Xic quien la llamó. -Habla...

Los ojos de la aludida apenas lograron arrastrarse hacia arriba para darles una mirada. Los conocía de las tantas veces que los había visto junto al resto de los Señores jugar contra Xólotl y su equipo a la pelota, ya fuera en Xibalbá o en otro lugar; uno de los motivos por los cuales estuvo antes allí. Pero nunca se encontró directamente con ellos.

Reconocidos como dualidades, estos dos desempeñaban el papel de mensajeros y asechadores de caminos, aunque eran bastante imponentes cada uno a su manera; vestidos como lo haría la nobleza Maya, su aspecto una mezcla salvaje entre aves de rapiñas y humano, donde destacaban absurdamente unas descomunales alas de gavilán en Patán, y de lechuza en Xic; cuya hermosura contrastaba al resto de su apariencia decadente, cual un cadáver en proceso de descomposición.

Representaban la muerte, las enfermedades, los males del mundo; verlos era entenderlo al instante. De acuerdo a la información que tenía, a este par les gustaba golpear el pecho de sus víctimas hasta romperlo y aplastar el corazón desde dentro. Ahora podía confirmarlo por experiencia propia.

Era interesante como en la actualidad la mayoría de las personas temían ir al infierno al morir, si supieran que existían mucho más que uno, y que a este podías llegar incluso vivo, seguro que se replanteaban todavía más sus acciones. Tratar con los Señores de Xibalbá podía considerarse similar a enfrentar a uno de los reyes bajo el mando de Lucifer, lo que era divertido ya que a nadie le importaba que interactuara con criaturas así, pero todos ponían objeción a que invocara a un específico rey... suponía que eran las intenciones las que cambiaban el panorama...

EL OASIS DE LA MUERTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora