CAPÍTULO XX

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En la parte de abajo se explican términos que pudieran desconocer, para que les sea más fácil la lectura. DISFRUTEN ;)

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A pesar de estar concentrada en escuchar lo que le decían los Señores Oscuros, era inevitable sentirse maravillada por tener una visita guiada por sus regentes a través de Xibalbá. Su ego tan inflado como el reino completo. Este, un honor concedido a Dioses; ahora su privilegio aún en su frágil mortalidad.

No es que pudiera presumir de ello, pero tampoco lo necesitaba; más allá del logro, era la emoción de ser la encantadora de fieras en una jungla mortal lo que mantenía todos sus sentidos en alerta máxima.

Aquello sí que era una verdadera casa del terror, no juegos de feria. El riesgo estaba latente con cada paso y el peligro respiraba sobre su piel como las fauces de las bestias nativas que ansiaban devorarla; un mínimo error no solo la dejaría sin trabajo, se llevaría su vida. Pero la adrenalina bombeaba con fuerza a través de su sangre inducida por el poder que se le estaba otorgando, la confianza en sus capacidades, ser necesitada, era tan condenadamente divertido...

Cada posible entrada por el mundo mortal fue visitada, la puerta principal desde el plano espiritual estaba intacta, y los escudos protectores que alertaban de la intromisión de criaturas sobrenaturales seguían activos. En resumen, tenía un mapa completo de Xibalbá a su disposición; aunque ese no era el punto importante ahora mismo.

Para llegar a la bóveda donde se encontraban los Kimen en reposo, suponiendo que el ladrón hubiera logrado evitar los niveles y las casas llegando directamente a la ciudad; todavía debía recorrer uno buenos cinco kilómetros para acceder en el Templo de los Ajawab, mantenerse oculto de los que estuvieran presentes, abrir el sello que mantenía al ejército encerrado, y robarlos.

Hacer eso sin ser notado requería más que fuerza, habilidad. No, no es que no creyera que no existía alguien así, seguramente habría un par tomando el sol en una playa o robando otra milicia; pero usualmente estos sujetos no estaban interesados en hacer semejantes trabajos a menos que hubiera algo para ganar mayor que el riesgo, por ejemplo, su caso. El problema con esta teoría es que este ejército en particular era destructor, no se podía usar para conquistar o defender; así que volviendo a los que podían hurtarlos, ninguno era lo suficientemente estúpido para darle esta arma a quien la solicitara, sabiendo que su única intención sería aniquilación total.

Por ese motivo, tal como dijo Xólotl, mezclarse podía hacer que los culparan de crímenes contra la humanidad, un problema, pero ahora que estaba involucrada sería peor retroceder. Si a eso le sumaba el rumor de la guerra, y la desaparición de las almas cosechadas que aparentemente no tenían relación una con otra, excepto que ella conocía cada una; lo cierto es que si la mandaban a juicio no sería bonito. No, no es que tuviera miedo, era más bien aversión a lo fastidioso que sería que la atraparan.

-¿Me infectaré si toco esto?-. Preguntó deteniendo sus maquinaciones, señalando hacia la puerta de la bóveda...

Los Señores se miraron entre ellos conversando a su manera, unos instantes después volvieron a centrarse en ella con aire condescendiente, pensando que de todos modos ya sabía demasiado, y siempre podían eliminarla si no era de ayuda.

-No...-. Negaron al unísono...

-La propagación es a través del contacto directo...-. Explicó Xic...

-Todo puede ser contaminado, sea un ser vivo o cosa...-. Completó Patán. -Pero tiene que ser tocado, no se expande...

-Si se mantienen quietos no hay problema, un roce y todo termina. Dirigidos y controlados, que espectacular...-. La palabra bailó en sus labios con una tonada de admiración que alargó las vocales, mientras seguía inspeccionando el seguro roto. Le gustaban las mentes perfeccionistas...

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