CAPÍTULO III

227 17 31
                                    

Tita levantó la vista de la pantalla y se enfocó en Santos. Tenía el ceño fruncido, la comisura de los labios delataba la rigidez que presionaba su mandíbula y las venas en su cuello la fuerza de contención a su cuerpo, sin embargo, eran las emociones que se reflejaban en su mirada lo que realmente la puso en alerta.

Lo que le estaba diciendo era ya una buena historia por sí misma, pero no tan interesante como la que se contaba entre líneas, y mejor todavía la que trataba de ocultar. El cerebro de Tita estaba configurado para encontrar las posibilidades que habitaban en cada paso, no fue difícil que ya estuviera trabajando por descifrar cual era el verdadero motivo para que decidiera darle semejante encargo con todas las implicaciones que acarreaba, y precisamente en este tiempo.

Para ser honestos, no solo quería saber toda la verdad, sino que necesitaba entender lo que sucedía y encontrar a los responsables para que recibieran un castigo justo por sus acciones; cortar el ciclo natural de un alma era un ultraje demasiado vil para no involucrarse, sin contar las consecuencias que podía provocar el mal uso de estas.

Una cosa era ignorar su moral de vez en cuando, doblegar la ley a su conveniencia, o saltarse las reglas para cumplir sus objetivos, porque bueno, era ella quien lo hacía; otra muy diferente mantenerse indemne ante la amenaza de que el mundo, el universo, la creación entera se fuera en picada a la destrucción. La muerte podía adorarla, y ella la entendía y respetaba más que nadie, le gustaba; pero la vida, Tita amaba con desesperación a la vida.

Así que si, definitivamente iba a aceptar la propuesta; aunque (esto era la clave de todo), eso no significaba que iba a dar un paso al frente con el título de noble heroína. No, no no, no; esto era un trabajo, uno peligroso del que debía meditar seriamente los riesgos, perdidas y más en concreto, las ganancias.

En el interior de su cabeza, allí donde su cerebro hacía toda la magia, los ceros comenzaban a multiplicarse dentro de sus cuentas bancarias. Cada idea referente a la situación era presentada por un ilustre personaje mexicano estampado en un hermoso papelito rectangular conocido como billete; mientras que el conteo de lo que podía ser una cantidad masiva de almas considerando los últimos tres lugares que encontraron, estaba siendo sonorizado por una caja registrador. ¡Era la solución a todos sus problemas! y ya de paso salvaba al mundo. Una ganga, un dos por uno genial, un ofertón.

Si, si, definitivamente era mucho mejor que haber logrado invocar al demonio. ¡Y con postres incluidos!

-Es una tarea bastante grande...-. Contestó dejando que sus labios medio esbozaran una sonrisa que le daba un aspecto felino, antes de darle un trago a su bebida para que el dulce se llevara la amargura del ultraje

-Si...

-Y suicida...-. Se metió un gran bocado para inundar su sistema de azúcar y felicidad...

-Esa es la palabra exacta para describirla...

-¿Soy la primera a quien...-. Entre mordidas. -...envías o ya tienes otros buscando? -. Barriga llena corazón contento, barriga llena corazón contento. Si dejaba que esto la perturbara no iba a poder pensar bien...

-No quiero muertes innecesarias...-. Declaró firme todavía con el entrecejo fruncido

Pasando saliva para tragarse tanto la comida como la carcajada que estuvo a punto de soltar, usó el reposabrazos de su silla para colocarse de tal forma que pudo apoyar el rostro en su mano derecha permitiéndose observarlo más cómodamente. Lo que acababa de decir y con tal expresión, era una verdadera delicia tanto para su ego como para su vista; esa confianza total que siempre tenía en sus habilidades, el respeto absoluto hacia su trabajo, su lealtad...

EL OASIS DE LA MUERTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora