CAPÍTULO 20

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—Esto no tiene... Yo no estoy...

De todo lo que acabo de leer que es bastante sorprendente, lo que ha causado mi completa sorpresa y mi balbuceo es pensar que estoy enamorada.

—Lila, tiene que haber un error yo no estoy... ¿Enamorada?

Ella como no puede ser de otra forma me responde con una carcajada.

—Deberías verte la cara ahora mismo. —Se mofa. —Estás enamorada de ese chico Adanae, y él lo está de ti. Lo he visto.

—¿Y como puedes estar tan segura de eso?

—Porque cuando os miráis a los ojos es... Como si la fuerza invisible de un imán gigante os uniera, os miráis como si nada más importara, salvo ese momento entre vosotros dos.

Sus palabras me dejan completamente descolocada y una gran parte de mi desea conocer esa sensación.

—Lila yo... —Niego con la cabeza. —Aún si así fuera, ¿cómo vamos a conseguir esos ingredientes? Ni siquiera sé lo que es el Sri Lanka.

—!oh, vamos Adanae!, La bruja que lo ha escrito es una muy astuta que solo intenta crear confusión, no son tan difíciles de conseguir como te quiere hacer ver.

La miro con la interrogación plasmada en mi rostro.

—¿Acaso tú sabes lo que es el Sri Lanka?

—Es el árbol de cual se extrae la canela mágica está situado en los bosques del pueblo de Portia, lo puedo conseguir tengo amigos allí. En realidad puedo conseguir todos los ingredientes sin demasiada dificultad.

—Supongo que aún no ha existido ningún problema que tú no hayas podido resolver.

—Supones bien.

Sonrío ante la humildad de Lila y dejo que mis ojos vayan hasta la ventana del piso superior de la casa de enfrente. Se que vive ahí y que ese es su dormitorio, pero hay algo más algo que se agita en mi pecho...

—¿Vas a dejar que todo esto quede así?

Lila me devuelve a la realidad con su pregunta.

La miro sin responder y ella envuelve mis manos con las suyas.

—¿De verdad prefieres quedarte con el sentimiento de no saber que hubiese pasado?

Lo pienso durante un minuto.

—No, lo último que quiero es quedarme con la duda.

Después de un rato sopesando la dificultad de la situación, Lila vuelve a su habitación con la promesa de que todo esto se solucionará.

A la mañana siguiente el clima de Sondville vuelve a su estado habitual, cielos encapotados y frío sobrecogedor.

Estoy muerta de sueño por la noche pasada pero también quiero verlo. Así que abandono mi preciado colchón a duras penas y me preparo para el instituto.

Aylan no me dirige la palabra. Algo entendible después de dejarlo plantado sin darle ninguna explicación.

A la salida lo intercepto surgiendo a su lado como una aparición.

—¿Ahora eres tú la que busca mi atención?

Ni siquiera le he saludado. Empezamos bien.

Me aclaro la garganta en un intento de calmar mis nervios.

—Solo quería discúlparme por... Lo del otro día. —Me fijo en mis manos porque soy una cobarde y no me atrevo a mirarle a la cara.

—Vale.

El viento emite un sonido extraño, como un quejido. Como si sintiera lo que yo siento con esa respuesta.

—Mira, sé que no entiendes nada ahora mismo, pero por favor dame algo de tiempo te prometo que todo esto tiene una explicación. Una no muy lógica, pero la tiene.

Se detiene de súbito y a mi casi me da un infarto.

Se gira hacía mi y por un momento solo me mira fijamente. Odio que me ponga tan nerviosa.

—Bueno... ¿Vas a decir algo?

Suelta una carcajada sin un ápice de humor.

—Me dejaste tirado después de todo lo que te dije, creo que ni siquiera tú sabes lo que quieres, no entiendo nada de lo que haces y me estoy empezando a cansar de este juego absurdo. Cuando estés segura de lo que quieres si te apetece, me buscas.

Lo miro alejarse mientras el viento me envuelve suave, como si me estuviese abrazando. ¿Cómo es posible que alguien que no recuerdas tenga el poder de hacerte sentir tan mal?













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