CAPÍTULO 22

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Cuando Lila me despierta siento que he dormido como veinte minutos seguidos. ¿Pero qué bruja sería capaz de dormir cuando está a punto de llevar a cabo su primer hechizo?

Salimos a hurtadillas de casa para no despertar a mamá, y hablando de ella...

—Lila... No sé cómo me siento con el hecho de no contarle nada de esto a mi madre. Yo sé que es por su bien, ella se lo toma todo de otra manera más... Extremo y no sabría como explicarle todo esto pero...

Lila me escucha mientras ordena los tarros de menor a mayo sobre el césped, bajo el chorro de luz de luna.

Se levanta y me enfrenta.

—Quiero a tu madre Adanae, ella es mi hermana y por ella pude conocer a mi mejor amiga.

Los ojos se me llenan de lágrimas al darme cuenta de que se refiere a mi.

—Pero tu madre es especial, es demasiado sensible. —Asiento con la cabeza en acuerdo. —Puede que siempre la haya sobre protegido pero es mejor así, y ahora tú también lo haces porque también la quieres. Y no nos vamos a engañar, tu madre no entiende la diversión como lo hacemos nosotras.

Se me escapa una risa en mitad de las lágrimas que suena algo extraña y solo nos causa más risas, Lila siempre sabe lo que decir o hacer para hacerme sentir bien.

Nos sentamos sobre el césped húmedo, se puede ir percibiendo en el cielo cierta claridad pero aún hay oscuridad y la luna sigue en su sitio.

Lila recrea sin dificultad sobre la palma de su mano izquierda la flor de luz de luna, es la flor más hermosa que he visto nunca.

Su color es blanco perla y brilla más que una, parece frágil y fuerte a la misma vez, sus pétalos parecen moverse como si la flor tuviera vida.

Miro a Lila absolutamente abrumada.

—Lo sé. —Sonríe.

La sonrisa de Lila a la luz de la luna es increíble, su belleza casi le roba protagonismo a la flor sobre su mano.

—La flor de luz de luna representa pureza, fragilidad, feminidad, perfección. Pero también valentía y fortaleza. Simboliza a la mujer.

Siento que si abro la boca voy a estropear este momento.

—Si algún ingrediente es verdaderamente difícil de conseguir es el aceite de esta flor, por suerte para ti nací con este poder.

Sonrío pensando que no hay nada verdaderamente imposible para ella.

—¿Estás lista?

—Estoy lista. —Asiento.

Para sustraer el aceite de la flor Lila debe hacer un hechizo de extracción.

Cuando comienza, las hojas a nuestro alrededor aletean a causa del viento, Lila sigue con sus ojos cerrados pero puedo ver una arruga de preocupación entre sus cejas.

El viento aumenta su intensidad, haciendo más ruido, causando más movimiento como si quisiera decirnos algo.

—Lila, ¿qué ocurre?

—Tu poder Adanae, el viento te desafía.

—¿Qué?, ¡¿y qué puedo hacer?!

Ya no queda nada de la calma que encontramos al salir de casa, el viento mantiene todo en movimiento pero extrañamente sin llegar a tocarnos.

—Tienes que ordenar que se detenga, si no, no será posible extraer el aceite.

—¿Y como voy a hacer algo así?

Ambas nos ponemos en pie y Lila Agarra mi rostro entre sus manos.

—Demuestra a tu poder que no puede vencerte, no le muestres duda ni temor, puedes hacerlo. Ahora ordena que se detenga y lo hará. Deseálo.

Lila se aparta dejándome espacio, a mi alrededor solo veo una cortina de viento, ya no logro ver lo que hay detrás.

Cierro los ojos centrando toda mi energía en querer detener al viento pero no sucede nada.

Lo intento de nuevo esta vez lo deseo fervientemente.

Visualizo en mi mente que todo está en calma, tranquilo, deseo un silencio y una quietud absoluta. Deseo recordar a Aylan.



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