Extra Halloween

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  Cinco meses después...

—¡Despierta, despierta, es Halloween!

La voz de Lila se interna en mi cabeza entre sueños borrosos. Aún con los ojos cerrados agarro un extremo de la almohada y me cubro la oreja derecha.

—Si no te despiertas me avalanzaré sobre ti y eso no gustará... —Canturrea amenazante.

—Lila, te lo suplico, ni siquiera son las nueve de la mañana. —Me quejo con voz rasposa.

De un tirón despega la almohada de mi cabeza, y un segundo después escucho como sube la persiana causando que me cubra los ojos ante la luz diurna.

—Te juro que voy a instalar un pestillo en la puerta.

—Como si eso fuese a detenerme. Levántate, tenemos que decorar la fachada.

Si tenía alguna duda sobre ello, ver la cocina y el salón cubiertos de telarañas, fantasmas de pega y calabazas me afirma que halloween es el día preferido de Lila.

Dirijo a mi madre una mirada de asombro, pregúntandome desde cuando llevarán levantadas para hacer todo esto, a la casa no le falta detalle, incluso se escucha una grabación siniestra de fondo con risa diabólica incluida.

—Sobre la mesa de la cocina hay pastel de limón, también he preparado chocolate, sírvete. —Lila pasa por mi lado sonriente, cargada con una caja de cartón de la que no quiero saber el contenido.

El sonido del timbre llega amortiguado a la cocina mientras corto un pedazo de pastel, ni dos minutos después escucho como unos pasos pesados se acercan, no me giro, se perfectamente a quien pertenecen.

—¡Feliz Halloween!, —Aylan me agarra por detrás y me levanta unos centímetros del suelo, chillo y me río a partes iguales mientras él Llena mi cabeza de besos.

Me deja en el suelo sin apartar sus manos de mi cintura y me gira hacía él, su sonrisa ladeada y sus ojos brillantes me dan la bienvenida, y vale, es mi novio y quizás no soy objetiva, pero es tan guapo que da rabia.

—Feliz Halloween, ¿Quieres probar el pastel de limón de Lila? —Me separo de él a regañadientes, no podemos olvidar que mi madre y Lila se encuentran en el salón a un par de metros.

Agarra una silla y se sienta con parsimonia, sus labios se estiran en una sonrisa llena de malas intenciones. Me observa con detenimiento desde su sitio de arriba a abajo, con una lentitud pasmosa que hace que tenga ganas de esconderme debajo de la mesa, o de avalanzarme sobre él, las dos opciones son validas.

—Preferiría probar otra cosa, pero de momento me vale.

Aylan puede pasar de oso amoroso a oso lascivo y burlón en cuestión de minutos. Con esa respuesta resonando en mi cabeza sirvo dos tazas de chocolate y dos pedazos de pastel.

***

Un par de horas después hemos terminado con la decoración del exterior. Calabazas (estás son de verdad) rodean el pequeño porche con sus caras espeluznantes, farolillos, murciélagos y no podían faltar... Brujas. Como si no hubiesen suficientes en esta casa. Aunque estas no están vivas, o eso creo al menos.

—Gracias por vuestra ayuda, a llegado la hora de los disfraces. —Anuncia Lila, terminando la frase con una palmada.

Los cuatro volvemos al interior, y tras una breve despedida Aylan vuelve a su casa a por la pequeña Emily.

—Tengo una sorpresa para ti. —Lila me señala juguetona.

La verdad es que me asusta un poco la idea de dejar que Lila escoja mi disfraz pero ya no puedo echarme atras.

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