CAPÍTULO 23

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Todo vuelve a su estado original demasiado rápido.

Parece que no ha pasado nada cuando abro los ojos. Lila sigue a unos pasos de distancia frente a mi, observándolo todo igual que yo.

Cuando me mira una sonrisa triunfal aparece en su rostro.

—No tenía ninguna duda, sabía que lo harías. Le has demostrado a tu poder que eres una Cowen, Has silenciado al viento.

—Lila... —Aún no me lo termino de creer.

—¿Qué has deseado? —Por su tono de voz sé perfectamente que conoce la respuesta.

—Una bruja no revela sus trucos.

—Touché. —Asiente con lo que creo es admiracion en sus ojos.

Lila termina el hechizo de extracción antes de que sea demasiado tarde y la luna se desplace de su sitio.

Coloca un tarro vacío bajo un pétalo de la flor y tras acabar de recitar unas palabras en latín antiguo el aceite se desliza hasta su interior sin ningún problema. Parece plata líquida es como si la hubiese extraído directamente de la luna.

A continuación coloca un tapón pequeño sobre el frasco.

—Ahora sólo falta que bebas la mezcla de todos los ingredientes, y rápido.

No es lo único que falta, pero no lo digo en voz alta no sé cómo voy a conseguir besar a Aylan.

Volvemos a casa de la misma forma que hemos salido, sin hacer ni un solo ruido.

Lila se pone a ello en la cocina mientras yo me paseo nerviosa alrededor.

—Puede que no esté precisamente delicioso. —Me avisa entre susurros.

Me fijo en cómo mezcla todo en mi taza favorita, fue un regalo de la abuela cuando era una niña la noche de halloween sobre ella esta escrito: ¡Feliz noche de brujas en especial a las reales! Y una brujita volando sobre una escoba.

La abuela siempre se reía de esos tópicos sobre brujas.

—¿Y porqué has tenido que usar mi taza?

—Pensé que eso te ayudaría.

Doy un par de vueltas más y me fijo a través de la ventana que ya casi es de día.

—!Listo!

Me giro hacía ella alarmada.

—!Lila, baja la voz! —Susurro con los nervios a flor de piel.

Se detiene y echa un vistazo a la escalera, esperamos unos segundos por si escuchamos algún ruido, pero todo está en silencio mamá sigue dormida.

—Bebe, Adanae.

Coloca la taza entre mis manos y no estoy segura de querer mirar en su interior para no arrepentirme.

Lo hago de todos modos.

La mezcla brilla igual que el aceite y están todos los colores de los ingredientes usados. No es muy apetecible pero tampoco me asquea demasiado, se ve como una bebida creada para unicornios.

—Adanae, tienes que beber.

La urgencia en la voz de Lila me hace levantar la taza de una vez por todas.

***

Cuando abro los ojos es de día y me encuentro totalmente desorientada, me levanto despacio de mi cama y me llevo la mano a la cabeza en un intento de calmar un leve dolor.

Todo sucede en mi mente de repente.

—La mezcla. —Susurro.

Me ducho y me enfundo la ropa en tiempo récord.

Lila aparece de nuevo en mi habitación.

—Estás despierta, genial. Tienes que besar a Aylan.

Escucharlo en voz alta me pone demasiado nerviosa.

Percibo movimiento a través de la ventana en la casa de enfrente, Aylan aparece y mis ojos se abren por la sorpresa al ver que se dirige hacía aquí.

—Sal y dile que estoy enferma, o lo que quieras. —Le suelto a Lila, las palabras me suenan raras y veloces a causa de los nervios.

Lila estrecha los ojos de forma amenazante.

—Baja ahora mismo y besa a ese chico, Adanae. Ya.

—No, no puedo.

—¡Oh!, claro que si.

Lila me saca de la habitación a empujones y me deja sola frente a la puerta cerrada, estiro el brazo para agarrar el pomo casi a cámara lenta.

Cuando por fin lo giro y abro la puerta Aylan está justo ahí, así que pongo un pie fuera de casa y después el otro.

Por un momento ambos nos miramos sin hablar.

Hasta que...

—Necesitaba verte no podía ni quería seguir luchando contra eso, la mayoría de las veces no consigo entenderte y sé que aún no esta nada claro entre nosotros, pero no puedo dejar de pensar en ti y no soy de los que se rinde sin intentarlo.

Su última frase me recuerda a las palabras de Lila y consiguen alejar cualquier atisbo de temor en mi.

—Bésame, Aylan.

Rompe la distancia que hay entre nosotros y desliza su mano por mi nuca.

—Nunca había tenido tantas ganas de obeceder una orden.

Sonrío, pero la sonrisa dura poco, sus labios se llevan todo rastro de pensamiento coherente en mi cabeza.

No entiendo como fui capaz de olvidar esto.




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