CAPÍTULO 10

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El viento sigue haciendo ruido dentro de mi cabeza, peleando, empujando, esperando el momento certero para mi despertar, el momento en el que el poder y yo seamos uno.

Aylan no volvió a sacar el tema y yo en silencio se lo agradecí a pesar de que no le aclaré nada en absoluto, y yo no soy tan tonta como para pensar que esa insulsa respuesta sirvió para algo. Pero, ¿Como le cuentas al chico que te gusta que eres una bruja en espera de... La muerte?

Los días pasan entre deberes, besos y manos entrelazadas, sonrisas chispeantes, cosquilleos en la tripa y extremidades temblorosas.

Todo era una nuevo para mí y me encantaba y aterraba a partes iguales.

Espero a Aylan a la salida del instituto arrebujada en la tela gruesa de mi abrigo, nunca me quejo del frío pero lo de hoy es endiabladamente frío.

Veo a Etsy a unos metros de distancia, levanta la mano para saludarme y veo que quiere avanzar hacía mi, pero una mirada a su espalda y se queda donde está.

Diez segundos después veo de quien ha sido la culpa, Aylan se acerca con su sonrisa arrogante y una mirada victoriosa.

—No te puedo dejar sola dos minutos, los lobos se te echan encima.

—¿Acabas de citar a Edward Cullen?

—¿A quién? —Pregunta, mientras me levanta del suelo y enreda sus labios con los míos.

Sus besos son deliciosos.

Me deposita suavemente de nuevo en el suelo dejando caer su frente en la mía.

—No puedo pensar en otra cosa que no sea besarte creo que me has lanzado un hechizo, estoy empezando a sacar malas notas por tu culpa.

—Puede que no estés tan equivocado respecto al hechizo.

No tengo ni la más mínima idea sobre hechizos, mi abuela era la que más conocimiento tenía sobre el tema. Yo solo conozco cosas como colocar una pluma de lechuza blanca las noches de luna llena debajo de la almohada para ahuyentar las pesadillas, o que el tarro de sal siempre estuviese lleno para atraer la buena suerte.

Se yergue y me mira divertido, con sus brazos aún alrededor de mi cintura.

—En ese caso me ofrezco como sacrificio, tengo entendido que esos hechizos se llevan a cabo con poca ropa, ¿me equivoco?

Niego con la cabeza mientras apoyo mis manos sobre su pecho.

—No vas a tener tanta suerte.

Deja salir su labio inferior hacía afuera, como si fuese un bebé a punto de llorar.

Suelto una sonora carcajada que enseguida es reemplazada por un grito de dolor al sentir como si mil agujas se clavaran en mis sienes.

Todo zumba a mi alrededor, mi vista se oscurece, no siento el suelo bajo mis pies solo percibo frío y una oscuridad infinita.































































































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