CAPÍTULO 1

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Entro a mi habitación y me dejo caer de espaldas con un suave rebote sobre la cama, observo el techo en silencio con el sonido del viento colándose por la ventana cerrada como un recordatorio de lo que está por ocurrir.
El viento de esta noche se siente amenazante, inquieto y yo sé la razón.

Hace tres días cumplí dieciséis años y es ahora cuando mi poder va a despertar realmente.

Escucho los susurros del viento desde que puedo recordar.

El viento me habla, llenando mi cabeza de voces silbantes que me son imposibles de entender. Sé que se avecina algo los árboles se agitan con furia y no hay estrellas en el cielo, lo puedo sentir dentro de mi.

Me levanto de la cama con un suspiro y voy a darme una ducha, cuando salgo me pongo unos leggins y un jersey enorme blanco de lana.

Mi madre me espera abajo para cenar, esta preocupada, lo puedo ver en la tensión de sus hombros, en las ojeras bajo sus ojos.

—¿Cómo te encuentras? —Inquiere, mirándome con preocupación de arriba a abajo. Se acerca y me abraza.

Cuando lo hace inhalo su aroma tenuemente almizclado.

El poder de mi madre es controlar el fuego, las mujeres Cowen nacimos con poderes cada una posee un poder diferente, y sé que este momento es temido por todas nosotras, el momento de que tu poder despierte en ti es como poco, doloroso.

El despertar te puede arrebatar la vida, literalmente.

El cambio que sufre tu interior es radical:
El poder se mete dentro de ti, pasa a formar parte de tu anatomía, de tus células, de tu sangre y no todas han sido capaz de superarlo.

—Estoy bien mamá, de verdad me encuentro perfectamente. - Respondo con la voz amortiguada por el suave tejido de su rebeca.

Se aparta y agarra mi cara.

Sus ojos son de un marrón anaranjado, debido a su poder su color se asemeja al de las llamas, y ahora me devuelven la mirada atormentados y brillantes.

—Te quiero Adanae, más que a nada. Todo va a estar bien.

Me suelta y me señala con la mano que me siente a la mesa.

Cenamos escuchando al viento que sigue con su aullido enfadado.

Vivimos en Sondville, un pequeño pueblo donde rara vez hace buen tiempo pero yo estoy más que bien con eso, soy una chica de invierno.

Mi abuela Mey nos dejó esta casa, la extraño tanto.

Decía que no había otro lugar mejor en el que vivir nosotras que este pueblo y creo que tenía razón.
Poca población, un par de tiendas familiares, la cafetería de Francis, un cine y gracias a Dios una biblioteca.

Intentamos pasar desapercibidas todo lo que nos es posible, con la Unica persona que tenemos contacto estrecho es con mi tía Lila.
Ella vive en Meldown, a una hora de distancia de aquí, escondida de todo igual que nosotras.

Su poder es recrear flores, cualquier flor que imagines puede salir de la palma de su mano, sus ojos son color malva. Increíbles.

Por lo que me han contado el cambio aparece aproximadamente una semana después de llegar a la edad, pero nunca es exacto.

Escuché que al principio es como estar incubando el virus de la gripe; fiebre, dolor muscular, mareos, vómitos.
Pero después empeora y la fiebre es tan alta y el mal estar tan agudo que se vuelve literalmente insoportable.

Sólo me hablaron una vez de ella, de Irvette, una tía a la que desgraciadamente no llegué a conocer su nombre significa "amiga del mar" No pudo resistir el cambio y murió.

El Despertar Del Poder Donde viven las historias. Descúbrelo ahora