Capítulo 7

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Al salir a la calle el inmenso frío de Madrid, en diciembre, le abrazó. En ese instante Alba se dio cuenta de que había salido sin el abrigo. ¿Cómo era posible?

Alba subió de nuevo a la casa y al pasar de nuevo delante de la puerta de Natalia, le invadió una sensación que no supo cómo explicar. ¿Culpabilidad, tal vez? No lo sabía, lo único que sabía es que debía entrar a ese cuarto.

Llamó a la puerta y no escuchó respuesta alguna por lo que, optó por entrar.

Al entrar, Alba se sorprendió de lo enorme que era el dormitorio de la morena; claro estaba que si el de ella parecía el cuarto de una princesa, el de Natalia sería de otro nivel.

Natalia estaba sentada en el suelo, con un álbum de fotos que cerró de inmediato y guardó en cuanto la vio.

-¿Qué haces aquí? - se apresuró a levantarse y secarse las lágrimas.

-Yo... ehm... Vine a disculparme - ¿Qué?, se preguntó a sí misma -. Creo que me he pasado - «no, no me he pasado», pensó.

-No te has pasado, simplemente has dicho la verdad - Natalia observó que Alba estaba cambiada - ¿Vas a salir? ¿Vas a buscar a tu novia? - no esperó la respuesta de Alba y asintió asumiendo de una vez que sí -. Que te vaya bien.

-Tengo muy suelta la lengua, Natalia.

-Baya, no me había dado cuenta - dijo con ironía sentándose sobre su enorme cama.

-Me conozco y no me callo ni una cuando se traspasa los límites conmigo, por eso anoche te dije que quería que nos conociéramos. He sido muy dura contigo abajo y no sé qué dije que no debí haber dicho y que te ha puesto así, y al entrar tenías un álbum de fotos en tus manos que, nada más verme, guardaste a toda prisa. ¿Por qué no te dejas conocer, Natalia?

-Se te está haciendo tarde y... ¿por qué estás temblando? Ya te dije que no soy un monstruo - se levantó de la cama e intentó irse hacia el baño, pero esta vez fue Alba la que le tomó del brazo. Aquel contacto hizo que Alba de inmediato sintiera que todo el frío que en ese momento estaba sintiendo desapareciera.

-Déjate conocer, Natalia - le dijo mirándola fijamente a los ojos.

Los ojos de Natalia bajaron indiscretamente a los labios de la rubia.

-Vete.

-Si me miras así no puedo.

-Si te quedas sabes lo que pasará, ¿no? - Alba asintió con la cabeza y fueron sus labios los que esta vez buscaron los de Natalia.

***

-Una mañana de sábado muy cálida - sonrió Alba llevando su taza de café a la boca. Ella y Natalia habían hecho el amor; y, a juzgar por la cara que tenía, lo había disfrutado mucho. Lástima que solo hubieran sido dos horas, debido a que por el cansancio ambas se quedaron dormidas.

En cuanto se despertaron, Natalia había querido más, pero recibió una llamada y se fue.

La sonrisa de Alba, al recordar la mañana que había comenzado fría para ella y había terminado ardiente, era enorme. No había nada que en ese momento pudiera borrarsela. Ni siquiera el recuerdo de Julia viéndola besarse con Natalia.

«Definitivamente, no», pensó.

Después de todo Natalia era su esposa, y ahora era su mujer. La mujer con la que viviría intensas sesiones de sexo del bueno, dio por hecho.

No es que con Julia no haya tenido sexo del bueno, pero Natalia, Natalia era de otra galaxia.

Sus movimientos, la manera en la que la tocaba, la forma en que con su lengua recorría cada rincón de su cuerpo, sus caricias, sus besos... Alba asumió que con esa manera de hacer el amor de Natalia y de mirarla, se enamoraría tan fácil de ella.

¿Qué estaba diciendo? Ya estaba enamorada de Natalia.

Desde que la vio por primera vez en el juzgado hacía apenas dos días, se quedó cautivada.

Cuando en el coche, de camino a la notaría, le preguntó si le gustaba cómo se veía, ya estaba enamorada de ella. Cuando la noche anterior decidió preparar una cena romántica y volver a ponerse aquel vestido, que dejó a la morena con la mandíbula desencajada, ya estaba enamorada. Y sólo hasta ese momento se dio cuenta.

Si ella era capaz de enamorarse de Natalia, ¿sería Natalia capaz de enamorarse de ella? ¿a pesar de decir que ya no creía en el amor?

-Lo voy a hacer. Haré que Natalia Lacunza se enamore de mí - se dijo a sí misma con una sonrisa retadora.

Después de hacer la comida, Alba subió al cuarto de Natalia para tender la cama, ya que la habían dejado deshecha.

Sonrió al observar la escena en la que había tenido el mejor sexo de su vida en tan sólo dos horas.

Con sus anteriores parejas chicas y chicos e incluso con Julia había pasado noches enteras teniendo sexo, y lo disfrutaba, pero ninguno le había llenado como lo había hecho Natalia en tan poco tiempo.

-Serás mía.

Iba a empezar a tender la cama pero vio uno de los cajones de la mesita de noche, de la morena, abierta. Dentro del cajón se asomaba el álbum que, a toda prisa, Natalia había guardado. Se acercó y abrió del todo el cajón con la intención de coger el álbum.

-¿Qué haces aquí? - escuchó detrás de ella.

-Ehm... yo... Marta...- parecía que los ratones le hubieran comido la lengua -. Tan sólo vine a hacer la cama - dijo y al instante se dio cuenta del marrón en el que se había metido porque miró la cama bien revuelta y Marta hizo lo mismo.

-¿Natalia y tú...? - dejó suspendida la pregunta en el aire - ¡aahhh! - se puso a gritar como loca y saltando. La imagen era tan graciosa que Alba se soltó a carcajadas.

¿Tanto deseaba Marta que entre ellas pasara algo más que el simple hecho de hacerse pasar por un matrimonio?

-¡Lo sabía! Desde que te vi aquel día, sabía que eres distinta, algo me decía que eres distinta. Natalia siempre ha tenido mala suerte con sus parejas y el abandono de...- Marta se calló de inmediato - quiero decir... yo creo que tú eres su alma gemela.

Alba, obviamente, no pasó por alto que la amiga de Natalia le haya proporcionado accidentalmente algunos detalles de la vida de la morena, aunque omitiendo algo que, a su modo de percibirlo, era una clave esencial en la vida de Natalia. Pero prefirió hacer como si nada.

-Natalia no cree en el amor, por lo tanto, no puedo ser su alma gemela - dijo con algo de pena.

-¿Estás enamorada de ella? - preguntó Marta.

-No, ¡qué va! - negó Alba.

-Estás mintiendo, lo veo en tus ojos... ¡Te has enamorado que Natalia! - gritó - ¡Aww! Qué cute - Alba se puso roja como un tomate. No tenía caso seguir negándolo. Además, Marta sería clave para su objetivo de enamorar a Natalia. Ya sabía cómo era el dicho: «si no puedes contra ella, únete a ella», y eso pensaba hacer. Unirse a Marta para enamorar a Natalia.

-Desde el primer día en que la vi. Pero no sé, Natalia dice ya no creer en el amor y... no tengo ni idea de cómo lograr que vuelva a creer, o que al menos recupere esa ilusión que perdió hace dos días.

Recuperando La IlusiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora