Capítulo 8

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La sonrisa no se le había quitado en todo el día. Jamás pensó que con aquella cartera pudiera disfrutar de esa manera del sexo.

Lástima que había tenido que salir por la llamada que había recibido del investigador privado que había conseguido con el objetivo de encontrar a Sofía.

En la reunión con el investigador, este le había dicho que todo indicaba que Sofía había salido del país. Debido a que no había rastro de ella por ningún lado.

Pero en ese momento, conduciendo de camino a casa, no podía pensar en nada más que en la mañana que había tenido con Alba. Definitivamente era una experta en la cama.

Sus movimientos, tan sensuales; sus gemidos, tan melódicos...

De tan solo pensar en ello Natalia sentía que se mojaba.

Ahora que parecía que entre las dos había atracción, y que se entendían a la perfección en la cama, ¿deberían tratarse como un matrimonio de verdad pero sin ningún otro tipo de afecto? ¿Aceptaría Alba una proposición como esa? Y si no, ¿qué rumbo tomaría ahora su matrimonio de conveniencia sabiendo que se atraen mutuamente pero sin poder estar juntas? Además, ¿estaría Alba dispuesta a renunciar a lo que sentía por su novia para estar con ella?

Al formularse todas esas preguntas le invadió un sentimiento de culpa. Había creado una situación irreparable entre Alba y su novia.

«Razón de más para no creer en el amor», pensó.

Natalia consideraba que si la novia, ahora ex novia, de Alba se había ido de esa manera era simplemente porque no la quería. Hubiera luchado por ella, en el caso hipotético de que le amara.

Sus relaciones amorosas siempre resultaron ser un fracaso hasta que llegó Sofía a su vida, jamás pensó que podría enamorarse tanto de una persona como se enamoró de ella.

¿Cómo era posible que una persona, que decía amar tanto a la otra, hubiese sido capaz de hacerle tal magno daño?

Fácil, nunca estuvo enamorada, asumió abriendo la puerta de su apartamento.

Las risas de Alba y Marta acapararon toda su atención.

-Mm... Hola, Natalia - saludó Marta a su amiga -. Alba es muy graciosa, lleva toda la tarde haciéndome reír.

Las miradas de Alba y Natalia se encontraron y la rubia sintió un deseo incontrolable de ir a darle un beso.

-¿No le vas a dar un beso a Alba Natalia? - preguntó Marta como si le hubiera leído la mente y Alba se puso muy roja.

La cara de Natalia era un auténtico cuadro. ¿Es que acaso sabía algo Marta? ¿Se lo había contado Alba?

-¿Porqué tendría que darle un beso a Alba? - preguntó.

La mirada de decepción de Alba cayó sobre Natalia. ¿De verdad no le iba a dar un beso? ¿Después de que tan sólo unas horas antes hubieran hecho el amor?

Quizá Alba se había hecho ilusiones en vano por el simple hecho de que se hubieran acostado.

-Sólo estaba bromeando, Natalia.

-¿Llevas mucho tiempo esperándome?

-Mucho tiempo sí llevo aquí, pero no vine a verte a ti sino a Alba. Pero ya me iba, tengo que llevar el coche al taller y se está acercando la hora de la cita que me dieron - dijo Marta guiñándole un ojo a la rubia que le correspondió con una sonrisa.

Dicho eso Marta se levantó y recogió su abrigo y su bolso.

-Te quiero, tonta - le dio un beso en la mejilla a su amiga y salió.

Recuperando La IlusiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora