Las leyes de la creación están escritas por el destino de la luna. Destinos tan sencillos como que los Alfas sienten atracción por los aromas dulces de los Omegas y estos por los fuertes de los Alfas. Pero como todo en esta vida existen las excepcio...
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-Espera. -Demandó alejando al menor de su cuello, JungKook estaba con la vista nublada y desenfocada. -¿Cómo sabes que fue YeonJun? -Preguntó con la respiración alterada. JungKook se tomó un momento antes de responder.
-Hyung, déjalo, ¿sí? -Pidió volviendo a querer acercarse a su cuello, TaeHyung se lo negó sujetando sus hombros. -No hagamos más peleas ahora que lo hemos arreglado...
-¿Arreglar el qué? -Demandó saber, interrumpiéndolo y analizando el rostro temeroso y golpeado del menor. -Te pegó él, ¿verdad?
-Para ser sinceros nos pegamos ambos. -Respondió rompiendo todo contacto físico con él.
-Osea, que ayer tuviste una crisis y estabas desaparecido por su culpa. -Dijo, afirmó, no preguntó. Aún así JK asintió reposando su espalda en el espaldar del asiento, de verdad que no quería ocultarle nada más a su Hyung. -¿Qué mierda te dijo?
-No tiene importancia ya. -Suspiró. -Sé que es mentira. -Limpió algo de sangre que había vuelto a brotar de su labio ante el ardiente beso con su mayor. -Hyung, ¿qué haces? -Preguntó cuando lo escuchó y vio de soslayo bajar del coche. -¡Tae! -Exclamó cuando el mayor cerró su coche desde fuera con seguro. -¡TaeHyung!
Pero fue ignorado, por mucho que lo llamó, lo vio salir corriendo para cruzar la calle y así llegar al puente. Las luces de colores le hicieron reflexionar apenas unos segundos. Si llegaba al otro lado del puente solo tendría que correr unos cinco minutos para llegar al costado donde siempre se juntaban TXT y Ateez. Aquello no pintaba nada bien.
Preso de la ansiedad, y habiendo reaccionado cuando su lobo gruñó alertándolo del peligro, comenzó a tratar de abrir la puerta. Ante la nueva idea, al ver que era inútil, se dijo a sí mismo que lo sentía y lo arreglaría después. Colocándose en el asiento de piloto, dio varias paradas con sus grandes botas y toda su fuerza al cristal de la ventanilla de copiloto. El sonido de cristales le alertó de que lo había logrado. Salió del coche por la ventanilla, la gente mirándolo como si fuera un delincuente. Se retiró los cristales de su ropa negra y buscó las llaves de su moto.
-¿Dónde mierda están? -Alumbró con su móvil dentro del coche, viéndola en la alfombrilla. Un grito de dolor cuando su brazo se enganchó en uno de los cristales. -¡Joder! -Zarandeó el brazo en busca de calma y se subió a su moto colocando a prisa el casco.
Solo rogaba con llegar antes que él.
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