•Capítulo anteriorCuando nos vio llegar, él inmediatamente la cogió del brazo y la acercó a él. Movimiento visto por todos nosotros, cómo se atreve siquiera a tocarla. Jodido imbécil.
—Quita las manos de ella.
•Capítulo diecisiete
—Quita las manos de ella.—Dijo Adán listo para dar el primer golpe.
Ella se asustó y se intentó alejar de él pero este no se lo permitió.
—Suéltala de una jodida vez.—Dije.
Seguía en esa misma posición, con Coté cerca suyo.
—Estaba sola, yo la vi y la traje aquí para conversar.—Dijo este.—Al parecer ustedes estaban muy ocupados como para prestarle atención.
Cuando dijo aquello él la vio y notamos el cambio de Coté. Se colocó seria y sin vernos, como siempre lo hace cuando hay algún problema. Sé que vio a William y a Damien teniendo lo que sea que hayan tenido y que probablemente vio cuando Ekaterina me besó.
Por eso está así, está ¿celosa?, no tendría por qué, es y será la única por siempre.
Cuando la soltó, Damien la tomó del brazo y la pegó a nosotros. Ella no decía nada pero sabíamos que cuando se vuelve hermética es porque está pasando algo. Está más que claro.
—Jamás en tu maldita vida vuelvas a tocarla.—Dijo Damien empujándole. A lo que este solo sonrió.
—Claro, tú sí puedes follarte a mí hermana junto con tu hermanito pero si yo llego a ser caballeroso con tu novia te enfadas. Eres un jodido idiota.—Dijo Carlos.
—Maldito bastardo.—Damien estaba listo para empezar a golpearlo pero lo detuvimos, por el momento una enemistad con esta bola de idiotas no estaría del todo bien.
Agarramos a Damien y nos retiramos de ese lugar.
—Cuida a esa chiquilla porque me gustó, si no la aprovechan, yo sí lo haré.—Dijo él acomodándose el traje y volviendo a la fiesta.
No soltamos a Damien y por esta noche era suficiente. Decidimos irnos, no pasaríamos un minuto más donde está alguien detrás de nuestra mujer.
Nos llevábamos a Coté, Damien aún la tenía del brazo pero ella se retiró de él.
—¿Qué haces, Coté?—Dijo Damien molesto.
—Solo me suelto. No deseo que me toques.—Dijo ella viéndole y caminando hacia donde nos esperaba la camioneta.
—Se puede saber qué diablos hacías con ese imbécil.—Preguntó Adán. Todos estábamos esperando la respuesta de ella.
—A ti qué te importa. Saben, son unos mentirosos y realmente los odio. No me permiten hablar ni reír con ninguno que se porte siquiera amable conmigo pero ustedes pueden hacer lo que gusten. ¿Así será siempre? Para irme acostumbrando.—Gritó ella molesta.
—Pues sí, cariño. No puedes sonreírle a nadie mas, si te gusta está bien, acatarás la orden, si no te gusta también está bien y de igual forma acatarás la orden.—Dijo Levi molesto.
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Ocho corazones para ti
RomanceOcho corazones bastan para sentirse amada de pies a cabeza. Y un corazón les basta a ellos para sentirse poderosos y amados aún con sus imperfecciones. "Ser profundamente querido por alguien te da fortaleza, querer profundamente a alguien te da valo...