•Capítulo anterior—Claro que te queremos, por eso hemos aceptado que mamá se encargue de nuestra boda. Amaríamos ser tus esposos, gatita.—Rompí el pequeño silencio que se había formado al responder su pregunta.
•Capítulo veintidós
—Yo también a ustedes y no quise sonar mal hace un rato. Me di cuenta cómo reaccionaron pero no podía retractarme, sentí miedo.—Habló Coté, en mis brazos. Estaba sintiendo la gloria con su calor y su olor a mentas con fresa, todos los días eran una maravilla con ella.
—¿Miedo?, no siempre seremos unos malditos ogros contigo, cielo. Sabes por qué hemos reaccionado así anteriormente.—Le informé.
—Sí lo sé.—Me dijo ella pegándose más a mí.—¿Puedo dormir contigo?, no creo que alguno de tus hermanos quiera verme ahora mismo y tampoco los molestaré con mi presencia.
Reí por lo que dijo, mis hermanos no la echarían de su habitación si ella los visita, por el contrario amarían verla llegar por ella misma.
—Me alegro que hayas venido acá, conmigo. Y claro que puedes dormir aquí, te daré permiso.—Dije burlón.
—Okay.—Respondió.
Nos cubrimos con las sábanas y nos quedamos sin decir nada, estábamos acompañados por el sonido de la noche y nuestras respiraciones. Sabía que Coté dormía, su respiración tranquila me lo informaba.
—No encontré a Coté en su habitación.—Entró Damien a mi habitación sin tocar como de costumbre.—Oh, acá está.
—Sí, vino a conversar conmigo.—Le hice saber. Él nos veía parado a la mitad de la habitación. Estaba vestido con pantalón de pijama gris e iba desnudo del torso.
—Entonces dormiré aquí.—Dijo él acercándose y metiéndose dentro de las sábanas, él se colocó delante de ella.
—Claro que puedes.—Me burlé de él.
—Es tan hermosa, parece un ángel durmiendo.—Me dijo mi hermano al observarla y tocar su pequeño rostro.
—Sí lo es, hermano, y es toda nuestra.—Respondí con emoción.
—Claro que es nuestra.—Habló mi hermano cerca de su rostro. Lo llenó de besos, y se recostó viéndola.—Creo que no dormiré.
—Creo que yo tampoco. ¿Sabes lo bien que me siento al tenerla así?—Pregunté a Damien.
—Yo la veo dormir y me gusta. ¿Se seguirá sintiendo fea, como dijo anteriormente?, porque no lo es. Siempre he querido pasar mi lengua por su cicatriz.—Dijo este con voz trémula, cargada de emoción.
—Deberías de hacerlo cuando esté despierta. Sería muy caliente.—Le dije. Con ella casi todo nos hacía sentir calientes.
—Me la quiero comer entera y que ustedes lo vean. Dios, cuántas cosas quiero hacerle.—Damien cada vez se excitaba más al verle dormir.
•Al día siguiente
Despertar con nuestra chica, es lo mejor. Damien estaba viéndola y repasando con sus dedos cada parte del rostro de Coté.
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Ocho corazones para ti
RomanceOcho corazones bastan para sentirse amada de pies a cabeza. Y un corazón les basta a ellos para sentirse poderosos y amados aún con sus imperfecciones. "Ser profundamente querido por alguien te da fortaleza, querer profundamente a alguien te da valo...