•Capítulo diecinueve

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No esperé más e hice que la cabeza de mi pene desapareciera poco a poco en su túnel precioso. No me movía con rapidez. Sabía que ella es virgen y lo haré en el principio de una manera suave.

•Capítulo diecinueve

Un fuerte grito salió de su garganta. Mientras que mi polla fue bienvenida por su suaves y dulces paredes. Mientras se contraen fuertemente alrededor de mi polla y me aprietan.

Ella era virgen, jamás tomó una polla tan grande en su vida. Su agujero vaginal estaba tan estirado hasta un punto donde nunca había estado antes.

En ese momento ella se dio cuenta que iba a ser más doloroso que todo. Mientras tanto yo no me apresuré para entrar completamente de una vez. Esta vez la agarré fuertemente de su cintura y lentamente hice que mi polla desapareciera en ella. Me sacudí un poco más para poder entrar completamente en ella. Se notaba lo rígida que estaba. Así que llamé a mis hermanos para que la calentaran aún más. Wolfgang se acercó a sus senos y empezó a masajearlos, luego introdujo un pezón a su boca, y se quedó ahí a saborear su dulce y suave pezón. Eilad hizo lo mismo con su otro pezón, se prendió a él y no lo soltó.

—No, no te muevas, me dueele.—Dijo ella entre lágrimas.

—Tranquila cariño, tranquila, ya pasará.—Le dije sin moverme.

Empecé a masajear su clitoris, para que sienta bien la intromisión. Ella comenzó a arquear su espalda. Nuestras caricias estaban dando frutos. William empezó a besarla, y ella intentaba seguirle el beso.

Un fuerte jadeo audible escapó de su garganta. Todo su cuerpo se estremeció en protesta, dolor e invasión. Su boca abierta mientras inclinaba su cabeza hacia atrás y una de sus manos agarraba las sábanas.

La vista era tan mágica, ver a mis hermanos disfrutando de ella, como la hacían sentir caliente. Me volví a mover, y mis manos siguieron tocándola. Ella poco a poco iba lanzando gemidos de placer. Dándonos a entender que estaba lista para moverme.

—¿Puedo moverme, amor?—Pregunté y tan distraído estaba que no me fijé como la llamé.

Ella asintió y así lo hice. Sujeté sus caderas para hacer más profunda la estocada que le daría. Saboreé el momento. Era como un festín para nuestros ojos. Sus paredes acogían con generosidad mi longitud, tan cálida, dulce y apretada que estaba. Incliné mi cabeza hacia atrás lleno de alegría.

Y esta vez ella nos miró, para sus ojos seguramente parecíamos bestias listas para atacarla. Lujuria pura. Su aliento era corto y ronco. Su pecho se agita dándonos una visión de pura alegría.

—Deja que todo el jodido mundo escuche tus gritos.—Le dijo Rey. Con sus dientes apretados. Sus palabras la hicieron temblar mientras aún estaba dentro de ella, sentí ese temblor cuando sus paredes calientes y sedosas me absorbieron la polla.

Un pequeño gruñido sale de su garganta cuando empiezo a montarla. La embisto difícil. Rápido y sin retener nada. Sin perder el contacto visual. Mis dos manos sostenían su cintura con tanta fuerza que parecía que mis dedos querían tatuarse en su piel para siempre.

Ella lanzaba gritos fuertes pero cortos, uno tras otro. Sus piernas estaban extendidas a los costados mientras intentaban acercarse. Pero antes de que pudieron acercarse un centímetro más, mi mano agarró su pierna izquierda de la parte interna del muslo y la mantuve abierta. Mis ojos se volvieron mas oscuros y mi empuje se hizo más fuerte haciéndola cerrar sus ojos y enterrar la cara hacia el lado izquierdo de la cama.

Rey se acercó a su rostro y lo hizo verle.

—Acabaré en tu bonito rostro, cariño. No aguantaré más.—Dijo él.

Yo la montaba majestuosamente, tomaba su pequeña cintura y le daba estocadas fuertes y deliciosas. Ella gemía sin parar. Su rostro y mejillas sonrojadas. Sus labios rojos e hinchados por tantos besos que le hemos dado. Eilad empezó a masturbarse cerca de su rostro, ella abrió los ojos y abrió su boca, acción que hizo calentarnos más. Esto hizo que Eilad se acercara a ella y le diera a probar de su líquido. Ella empezó a lamer la punta del pene de Eilad y él se regocijó con su tierna y dulce lengua. Coté lamía y deseaba meter la polla de él a su boca así que nuestro hermano se acercó mas y logró introducirse más en su caliente boca. Verla así era lo que exactamente queríamos. Su cara y la forma en que disfrutaba de nuestras caricias. Estaba en nuestra cama, debajo de nosotros. El orgullo que sentía me hizo erguirme más con nuevo vigor.

Fue así mismo cuando mi arranque se hizo más fuerte y también ella se adaptó completamente a mi tamaño. Su dolor se convirtió en placer. Sus gritos se convirtieron en gemidos dulces y exóticos. Luego de tres minutos más ella comienza a sentir la presión que se acumulaba en todo su cuerpo. Y lo dejó salir. Todo su cuerpo se sacudió cuando un orgasmo devastador se apoderó de todo su cuerpo. Mis hermanos se corrieron igualmente, Eilad se corrió en su boca, Wolfgang que también estaba masturbándose se corrió en sus pechos. Rey, William, Willem y Damien se masturbaron cerca de sus piernas donde ahí descargaron todo su líquido, Adán se masturbó viendo la escena, todo lo que hicimos, cómo la follé y lo disfrutamos. Ella se lamía los labios gustosa por haber saboreado el líquido de Eilad. Luego de correrme como nunca antes y sentir la gloria, volví con mi diosa. Que estaba tan cansada por haberla follado como nunca. Y así lo haremos siempre.

—Nos ducharemos y luego dormiremos.—Le dijo Wolfgang.

Él se la llevó porque ella ya estaba cerrando sus ojos para dormir. La cargó y se ducharon juntos. Cuando volvieron él cambió a Coté, secó su cabello y la metió dentro de las sábanas donde ella quedó profundamente dormida. Todos fuimos a ducharnos, jamás nos borraríamos esto de la mente. Podría ponerme duro otra vez.

—Estar dentro de ella es la puta gloria.—Dije hablando fuerte a lo que mis hermanos me vieron y sonrieron.

—De eso no hay duda.—Dijo Damien.—En la siguiente es mi turno.

—¿Cuando nos besemos entre todos ella lo verá raro?—Preguntó Adán pensativo.

—Seguramente se acostumbrará a lo que hacemos.—Dije esta vez. A veces hacemos cosas que harían dudar a muchos sobre si en verdad somos hermanos. Hemos descubierto que aunque sólo hemos follado con mujeres, entre nosotros podemos también hacerlo. No es algo que practiquemos a menudo pero quizá una vez al año nos calienta alguna acción que alguno de nosotros cometa.

Luego de esta buena noche. Todos iremos a dormir.

Así como disfrutamos de ella, también dejaremos que descanse. Wolfgang dormirá con ella sin embargo creo que todos lo haremos.

Y así fue, nos quedamos todos con ella. Ella estaba en medio de nosotros, Wolfgang la abrazaba de la cintura y los demás nos acomodamos a su lado, aspirando su dulce aroma a coco y fresas.

Continuará...

Los hermanos son unos pilluelos. Ya irán descubriendo más cosas sobre ellos y sobre sus gustos.

See you tomorrow or another day. <3

Ocho corazones para tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora