•Capítulo dos

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Camina como si alguien la persiguiera. Su rostro nunca está con una sonrisa, es de rostro triste. Cómo si fuese un ángel caído y estuviera triste porque la desterraron. A veces se le notaban algunas ojeras muy marcadas, siempre estaba tronando los huesos de sus dedos, mordía sus uñas y tenía un pequeño tic en sus ojos, los cerraba con fuerza cada cierto tiempo.

Aún con esos síntomas a tratar, esa mujer era una diosa, así tal cual...

•Capítulo dos

—Está entrando a ese edificio deshabitado. Activa el micrófono en su celular.—Digo.

Se oye cómo le empiezan a gritar.

—No pienso seguir con esto.—Dice ella.—No quiero volver a hacerlo, tengo miedo. Yo, yo ya saldé mi deuda. Déjeme en paz.

—¿Dejarte en paz, pequeña Coté? Has hecho un buen trabajo, todo salió bien y tu pequeño dulce y bonito trasero estará a salvo. ¿O deseas que te entregue a él?

—Me prometió que solo sería un favor, ya no más. A las personas que les hice tal cosa seguramente son buenas, no merecen estar en peligro.

—Ellos ya le han puesto precio a tu cabeza, pequeña Coté. Son todos unos hijos de puta, ¿y aún así los compadeces? Eres tan estúpida. Has perdido la razón.—Dijo ese hombre que ya teníamos una idea de quién podría ser.

—Por favor señor Danilo, no me entregue a él. Yo seguiré en el bar y-y-y le pagaré lo que usted quiera. Solo deme tiempo.

—Estarías mejor con él, querida. Si ellos te encuentran te torturarán, te violarán y cuando estés irreconocible te pondrán a trabajar en un prostíbulo. Sigue trabajando conmigo, utiliza tus encantos, y te protegeré.

—¡No! No lo volveré a hacer.

—¡Oh, pequeña! Si así lo deseas está bien.  Chicos encárguense de que parezca que nosotros la atrapamos y cobren la recompensa. Él nos pagará muy bien, pequeña Coté, y yo no perderé. En cambio tú, tu bonita carita se seguirá llenando de cicatrices, cuántas más hayan, menos linda serás. Lo mismo le pasará a tu amiguito del orfanato. Eres una perra egoísta, solo piensas en ti, quién lo creería. A la pequeña sólo le importa proteger su culo.

—No, por favor. Sí, si seguiré trabajando pe-ro no me entregue.

—Pequeña, así será. Pero sabes, tengo que golpearte un poco, tú no eres nadie para decir que no, eres una jodida refugiada. Chicos, encárguense. Solo no le toquen el rostro, es demasiado bonita y tiene que seguir trabajando. Luego de esto tienes que estar atenta, en cualquier momento necesitaré de ti... —Silencio total.—Qué bien hueles, a pesar de ser pobre.— Y al final habló.

Habíamos oído absolutamente toda la conversación del hijo de puta con nuestra Coté, él la tiene amenazada. ¿Quién demonios es <<él>> y por qué le ha hecho daño?

—¿Quién cojones es <<él>>?—Pregunta Wolfgang.—Nosotros no le hemos puesto precio a su cabeza.—Dice muy enfadado.

Decidimos salir ya que el maldito puso a sus hombres a golpearla. No lo íbamos a permitir, ya no más. La cuidaremos y haremos todo lo posible porque esté siempre bien. Luego me preocupo de cómo estoy sonando.

Entramos y Coté está en el suelo con las manos en su estómago, hecha un ovillo, por momentos levantaba sus manos para frenar algún golpe, acto totalmente imposible para ella.

Danilo no se había percatado de nuestra presencia. Mis hermanos se apresuraron a detener a los malditos para que ya no siguieran lastimándola. Y ahí fue donde el rostro de Danilo palideció. Esa puta cara que reflejaba el miedo que sentía me fortaleció. Nos teme, pero igualmente nos ataca.

—¿Desde cuándo eres tan poco hombre para mandar a hacer tu trabajo a una pequeña cría? Ah, ya sé, siempre lo has sido.—Le escupió con enojo Damien.

—Qué hacen aquí. ¿Tú les dijiste, maldita?—Estaba listo para darle una patada a ella pero mi hermano Adán lo detuvo y lo mandó al suelo, como una basura, que es lo que es. La pequeña temblaba, estaba llena de polvo, su cabello hecho un desastre, su rostro lleno de lágrimas, sus manos hechas puño. Tratando de levantarse. —Ella lo hizo. Deberían de pagarme por atraparla por ustedes. Ya que al parecer no lo habían hecho.—Es una basura sin vergüenza. No sabe que hemos oído toda la conversación.

—Hemos oído toda la conversación, maldita basura. ¿A caso crees que te saldrías con la tuya? Estás muy idiota. Sabes lo que pasará y cómo terminarás.

De un momento a otro perdimos de vista a la pequeña, mis hermanos también se dan cuenta y Wolfgang va en busca de ella.

Estábamos tan concentrados en este idiota que se nos escapó.
Mis hermanos estaban ansiosos de poder matar a Danilo, ya queremos sacarlo del juego, es un dolor de cabeza, uno que solo se cura con un disparo en el cráneo.

—Ya mátenlo. Cuando vuelva quiero verlo con los sesos esparcidos por el suelo.—Dijo Wolfgang saliendo de dónde nos encontrábamos, sabíamos que iría por ella.

—¿Tus últimas palabras, Danilo?

Continuará...

Ocho corazones para tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora