•Capítulo anteriorAunque estaban enfadados por la desobediencia de Coté, seis de ellos lograban entenderla. En su lugar harían lo mismo.
•Capítulo seis
Sigue narrador omnisciente
Al final llegaron al centro comercial. Bajaron de la camioneta con una Coté muy desubicada. Aunque ya había ido a unos cinco centros comerciales, no eran tantos al fin de cuentas. Ese era enorme, tenía tantas cosas, ella quería entrar a cada una de esas tiendas y ver qué tenían.
Entraron a una tienda de ropa. Obligaron a Coté a probarse todas las prendas que le daban, le compraron zapatos, de muchos estilos, blusas, suéteres, pantalones así como le gustaban a ella, pequeños shorts, y muchísima lencería sexy. En eso se esmeraron puesto que solo ellos verían su ropa. Cuando ella estuviera lista.
—¿Deseas algo de joyería?—Preguntó un emocionado y enamorado Willem.—Puedes escoger la que quieras.
—¿Quién pagará todo esto?, no podría pagar absolutamente nada, ni siquiera las bolsas donde está la ropa.—Dijo una apenada y sonrojada Coté.
—Nosotros lo haremos, pequeña. Por eso puedes escoger lo que gustes, anda, dinos qué más quieres.—Para William verla a ella así y más con su cara roja de vergüenza era una total belleza, es que era perfecta, pensó.
—¿Tendré que darles algo?, porque las personas no siempre son buenas solo porque sí y mas si están comprándole cosas a alguien que les hizo daño.
—No, Coté. Sabemos por qué lo hiciste. Y te compramos cosas porque no tenías nada en nuestra casa.—Le explicó Rey.
Coté no entendía esta amabilidad, puesto que con ella muy pocas personas habían sido buenas. Creía que ellos querían algo más de ella, aunque en su mente pensaba que no tenía mucho para ofrecer. Sin saber que para los hermanos su sola presencia era más que suficiente.
—Pídenos algo sino no nos vamos de aquí. Anda, Coté.—Le dijo un enojado Damien, se estaba cansando, ella nunca más tendría que desear algo y no tenerlo.
—Quiero maquillaje.—Susurró tímida, Coté. Ella odiaba su rostro con pecas y cicatrices. Le gustaba ver a chicas con maquillaje, siempre las veía a lo lejos y ella deseaba ser ellas. Todas eran perfectas y pensaba que sin maquillaje seguramente también seguían siendo bellas.
—¿Deseas maquillaje?, ¿Para qué?—Confundido Wolfgang le preguntó. Ella no necesitaba maquillaje, quizá solo si algún día quería distraerse y hacerse algún maquillaje, de lo contrario ella era perfecta así tal cual.
—Sí, siempre he querido maquillaje, las chicas se ven lindas con maquillaje.
—¿Y tú no lo eres?—Preguntó Levi. Él sabía que ella era una mujer preciosa, la más preciosa de todas. Jamás vio a una chica portar unas pecas tan bellas. Antes él y sus hermanos se burlaban de chicas con pecas, creían que no se veía bien un rostro con manchas, pero ahora, ahora su chica las lucía de manera espléndida.
—¿Ya vieron mi rostro?, no estoy ni cerca de serlo.
—¿Estás tonta, Coté? Qué dices, joder.—Expresó enojado Adán, él sabía que ella era preciosa, todos ellos lo sabían. Por eso mismo se le quedaron viendo y pusieron una expresión de molestia.
—Entonces no quiero nada más.
—Pide algo, Coté.
—Ya dije lo que quiero y parece que no me escuchan, Adán. Entonces no tiene sentido decir lo que quiero.
—Está bien, pero no te pintarás como payasa.—Dijo Damien molesto, él quería que pidiese otras cosas.
—Gracias, Damien. Pero si en algún momento tengo que pagar todo lo que están comprándome huiré, porque no podré pagar esto.
—No, Coté, no tendrás que pagar nada y además eres la peor en los escapes.—Se burló de ella Damien, antes la habían visto intentando escapar.
—No soy la peor, soy muy buena, solo que su casa es muy alta y me asustaste, Damien, pensé que me golpearías.
—¿Golpearte?, ¿por qué lo haría, Coté?, eres tonta.
Los hermanos amaban oírla hablar más, les gustaba que ella les dijera cualquier cosa. Se sentían felices y tranquilos. Ella los hacía salir de sus pensamientos más retorcidos y eso estaba bien. Se sentía bien.
—¿Esa persona te hizo eso?—Señaló Eilad las cicatrices de Coté, quería saber quién se atrevió a dañar a su mujer.
—No sé de lo que hablas, esto me lo hice porque tuve un accidente, Eilad.—Dijo ella tratando de sonar creíble, no pretendía decirles nada, era vergonzoso y muy horrible, jamás lo diría, hasta podían llevarla con él o inclusive echarla, y aunque sonara raro, ella se sentía bien con ellos.
Lamentablemente no podía acostumbrarse, siempre que ella estaba feliz algo terrible la hacía volver a la realidad y recordarle que no merece las cosas básicas que se necesitan para ser feliz. Siempre era así, tenía miedo que pasara lo mismo.
—¿Quién es el que te lastimó, bonita?—Rey quería saber, quería matar con sus propias manos al maldito que dañó a su pequeña.
Continuará...
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Ocho corazones para ti
RomanceOcho corazones bastan para sentirse amada de pies a cabeza. Y un corazón les basta a ellos para sentirse poderosos y amados aún con sus imperfecciones. "Ser profundamente querido por alguien te da fortaleza, querer profundamente a alguien te da valo...