•Capítulo catorce

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•Capítulo anterior

—Si ya estás cansada dinos, bonita.—Dice Willem.

—No, aún no. Quiero más.—Dice ella viéndonos con sus mejillas sonrojadas.

Sonreímos al verla pedirnos mas. Y sabemos quién sigue.

•Capítulo catorce

—La gatita quiere más, pídenoslo.—Dice Wolfgang.

Nos ve ya sonrojada a sobre manera y dice

—Por favor quiero más.—Susurrando.

—Claro, bonita. Sigue Eilad.—Le informa Willem.

Ella se posiciona en el lado de Eilad y comienza a besarlo, tal y como hizo con Adán.

Ella baja sus bóxers y engulló la polla de Eilad en su boca y comenzó con los movimientos. Esta vez ya lo hacía con más confianza, tocaba las bolas de Eilad. Él tomó el cabello corto de Coté y la hizo meterlo hasta el fondo. Ella empezó a dar indicios de querer vomitar, y él sacó la polla de su boca y le besó los labios, duro y con hambre.

Ella siguió con su trabajo, lamía y besaba la polla de Eilad. Lo masturbaba mientras saboreaba la punta del pene duro de él.

—Joder, nena.—Dijo William.—Escúpelo, preciosa.

Y así lo hizo, escupió el miembro de nuestro hermano. Todo lo hizo mientras nos veía.

Otra vez volvió a introducir la polla de nuestro hermano a su boca.

Eilad levantaba las caderas para meter hasta el fondo su polla, mientras la sostenía del cabello. La obligaba a tragárselo todo.

—Joder, gatita. Casi haces que me corra en tu linda y caliente boca.—Dice entre gemidos Eilad. Mientras sigue moviendo la cabeza de Coté, ella solo lo ve a sus ojos mientras le permite que folle su boca.

Eilad le levantó el rostro, mientras la tomaba de la mandíbula y abría su boca por la misma presión. Haciendo que Wolf la bese. Así la sostenía para que ella no se moviera con el beso brusco de Wolfgang. La besaba a su gusto.

Adán se quitó del sofá y se colocó atrás de Coté. Acercó su rostro a las nalgas de Coté y aspiró fuerte.

—Fuck. Huele a puta gloria.—Arrojó Adán cerca de las nalgas de ella.

Coté al sentirlo más cerca intentó separarse de nosotros pero no lo permitimos, la dejamos en esa posición mientras Wolf le seguía devorando su boca.

Adán removió el tanga de Coté y metió su nariz en ella. Coté se removió sintiendo seguramente algo nuevo. Adán la tomó de las caderas y se pegó a ella. Metió su lengua en los pliegues de nuestra mujer y lamió todo a su paso. Ella gimió en los labios de Wolf.

Acercó sus manos al rostro de Adán pero nosotros las volvimos a poner en las bolas de Eilad.

—Sigue mamando la polla de Eilad, gatita.—Le dijo William.

—Es que no puedo.—Dijo ella entre gemidos.

Sonreímos sabiendo que debe de sentir una ola de sensaciones.

Ocho corazones para tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora