Ocho corazones para ti

•Capítulo quince

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Mis hermanos hacen lo mismo y salimos de la habitación. Dormirán con ella Willen y William. Vamos cada uno a nuestra habitación y esta vez me toca dormir en la habitación de Willem ya que ellos están en la mía con Coté.

Esta noche jamás será olvidada, ha sido una de las mejores, y digo una porque con ella habrán muchas más.

Narra Rey Swallow

•Capítulo quince

Al día siguiente decidimos salir con Coté al cine. Vamos los nueve.

Nos hemos topado con dos chicas las cuales mis hermanos se han follado, ellas los ven curiosas.

—Qué agradable sorpresa verlos aquí.—Dice una de ellas. Intuyo que son amigas.

—Ojalá poder decir lo mismo. —Dice Wolf, viéndolas enfadado.

Ellas lo ven y le lanzan media sonrisa. Aunque sabemos que en el fondo se han sentido mal.

Mis hermanos se despiden de ellas y nos vamos directo a la sala donde estaremos. Cuando estamos dentro sentamos a Coté en medio de nosotros. Amamos sentir que la protegemos de pies a cabeza.

Veríamos una película de terror. De romance solo habían dos y ninguna nos llamó la atención, con Coté podemos llegar a ser románticos pero jamás veremos películas así, no todas son buenas.

—Quieres comer algo, bonita.—Preguntó Wolf.

—No.—Dijo ella. —¿Puedo ir al baño?—Le dijo a Damien quien estaba más cerca de ella.

—¿Ahora?—Preguntó Damien levantando la voz.

—Mjm. Necesito... ir.—Dijo ella tratando de hablar de forma costosa mientras cubría su pequeña boca con sus manos.

Ella se levantó y pasó por el lado de nosotros. Se fue tan rápido que decidimos ir tras ella. Se condujo hasta los baños y se metió en un cubículo. Wolfgang entró atrás de ella y recogió su cabello para que no lo ensuciara.

Se quedó ahí, sacando todo lo que podía. Sus pequeñas manos temblando y sus ojos llorosos la hacían ver tan tierna aún en la situación en la que se encontraba.

Cuando por fin terminó Wolf la puso de pie y la llevó al lavamanos para que se limpiara.

—Volveremos a casa.—Habló Eilad esta vez.

Se acercó a Coté y empezó a besar su pequeño rostro colorado. Ella lo abrazó y dejó su cabeza en el pecho de nuestro hermano. William se colocó detrás de Coté y profundizaron más el abrazo.

Llevamos a Coté de vuelta a casa no sin antes pasar comprando pastillas para los síntomas que sentía.

Ella se durmió en los brazos de Damien. No sabíamos qué exactamente le había pasado pero el doctor estaría en casa pronto.

—¿cómo te sientes, bonita?—Le pregunto acercándome a ella y besando su frente.

—No me siento tan mal a como venía antes. Sabes siento que tengo mucho sueño, no sé por qué. Mi boca se está durmiendo, quizá necesito dormir.—Comentó Coté.