•Capítulo veintiuno

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—Yo me encargaré de los preparativos, elegiré su vestido, yo haré todo.—Casi grita mamá de la emoción.—Por fin veré a mis hijos casados.

Mamá salió de la habitación gritando el nombre de Coté. Pobre, la aburrirá y jamás dirá algo.

•Capítulo veintiuno

—Cuéntame de ti, cielo.—Dice mi madre a Coté.

—Ah, mi historia no es muy alegre. Podría usted contarme algo.—Respondió ella.

—Lo siento, cielo. Me alegro que mis hijos te hayan encontrado.—Le dijo mi madre sincera mientras acariciaba el dorso de la mano de Coté.—Yo organizaré su boda.

—¿Qué boda?—Preguntó ella.

—La tuya y la de mis hijos, cielo. No te preocupes, será la boda más hermosa del mundo.—Le dijo ella muy cerca de su rostro.

—Pero...—La hizo detenerse ella.

—Nada de peros, cielo. Estoy tan emocionada, y no sabes cuánto.—Madre seguía hablándole a lo que Coté solo la veía sin decirle nada.

Luego de la charla de mamá y Coté, nos dirigimos al comedor. Ya estaban preparando la cena.

—Trajimos el postre.—Comentó Wolfgang.

—¿Quién lo preparó?, ¿fuiste tú, Damien?, ¿o tú, Adán?.—Cuestionó ella.

—No, esta vez no. Lo preparó Coté. Le gusta cocinar como a nosotros dos.—Respondió Adán.

—Qué linda. Quisiera salir con ella e ir de compras. ¿Estás de acuerdo, cielo? Claro que sí. Podríamos ir un día que mis hijos vayan a su trabajo, solo me lo dicen.—Nos lo dijo mientras nos miraba, se había convertido en una orden.

—Claro madre, traeremos a Coté para que vaya contigo.—Dije esta vez.

Pasamos un día muy agradable con nuestros padres, adoraron a Coté, en cada momento que ella iba a algún lugar lejos de nosotros nos lo recordaban, tanto que mamá desea que nos casemos ya.

Decidimos quedarnos a cenar y marcharnos al anochecer. Para convivir más con ellos, madre y padre nos dijeron que nuestros dos padres más estaban de viaje y que ellos los alcanzarían pronto, querían llevar consigo a Coté y por lo tanto viajar nosotros con ellos pero por el momento no podemos hacerlo.

—Madre, padre, nos la hemos pasado increíble pero ya debemos retirarnos.—Habló Damien.

—Está bien. Nos alegra que hayan aceptado la invitación.—Contestó papá.

—Sabía que algo escondían, y así era, pero era a alguien.—Nos dijo nuestra madre abrazando a Coté.

—Madre déjala en paz, la desesperarás.—Advirtió Adán.

—Claro hijos, si desean que esto no pase vengan a visitarnos más a menudo.—Alegó ella.

—Lo haremos pero ya debemos irnos.—Dijo Wolf.

Ocho corazones para tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora