Era tal y como la recordaba, solo viendo el balcón se dió cuenta. Probablemente por dentro habría cambiado, pero no podía comprobarlo. No quería tocar el timbre y que sus nuevos dueños pensasen que estaba loco, cuando les dijera que si podía subir a ver su casa.
¿Cómo se podía ser tan feliz en un sitio tan viejo, pequeño e insulso?
- Teniendo contigo a la mejor compañía. - se respondió él mismo, sin apartar la vista de ese balcón donde tantas tardes había sorprendido a Hoseok tomando el sol, y dónde tantas noches había tocado la guitarra, que años después, tras la ruptura, volvió a casa de su madre junto con el resto de sus cosas.
Irse a vivir juntos fue una auténtica locura por parte de ambos. Yoongi dejó la universidad, a falta de un año para graduarse, y encontró trabajo estable en una tienda de música mientras, Hoseok, con apenas veinte años y aún estudiando, lo ayudaba a pagar el alquiler trabajando los fines de semana en una heladería.
A pesar de lo duro que fue, la convivencia duró casi tres años, hasta que el rubio tuvo la oportunidad de cumplir su sueño y la siguió.
Y esos años, para Yoongi, fueron y serían siempre los más maravillosos de toda su vida. Los que recordaba con más cariño y en los que, sin duda, había sido más feliz.
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Daba vueltas, inquieto, por el salón, esperando a que su chico llegase de trabajar. Necesitaba soltarle cuanto antes las noticias que había recibido apenas media hora atrás.
Escuchó la llave de la puerta y de repente, el miedo lo invadió: ¿y si no sale bien? se preguntó, dudando por un momento.
Olvídate Yoongi, sois inseparables. - se respondió él mismo, tratando de convencerse de que nada malo ocurriría.
- Hola, amor. - lo saludó el pelinegro, acercándose a él para darle un beso.
- ¿Qué tal ha ido el día? - Hoseok soltó la bolsa de deporte en el salón y se dejó caer en el sofá, agotado.
- Las clases de aerobic van a acabar conmigo. - le dijo, con tono dramático, haciéndolo reír. Mientras que no encontraba trabajo en el mundo de la danza, había recurrido a dar clases por las tardes en un gimnasio. Así al menos bailaba y se mantenía en forma.
- Descansa un rato, yo haré la cena. - le respondió él, sentándose a su lado para besar su cara repetidas veces.
- ¿Y tú cómo has pasado la tarde? - Yoongi se quedó en silencio unos segundos y el recuerdo de la conversación con Namjoon de nuevo inundó su mente.
- Bien, salí a comprar antes lo que faltaba de comida y poco más. - el pelinegro asintió, acariciando su muslo. - Pero... Tengo algo que contarte.
- ¿Qué ocurre? - le preguntó este, preocupado, al ver su semblante tan serio.
- Verás... Namjoon se ha enterado de que están buscando a gente en una empresa en Seúl. - el estómago de Hoseok se revolvió al escuchar esa frase, intuía por donde iba el asunto. - Les ha mandado varios trabajos nuestros y están interesados.
- ¿En Seúl, dices? - Yoongi asintió con la cabeza. - Wow... y, ¿qué hacemos?
- Puedes venirte conmigo. - el pelinegro desvió la mirada, algo molesto por sentir que no lo tenía en cuenta.
- ¿Y mi trabajo?
- Seguro que encuentras algo en Seúl, algo que te llene más y mejor pagado. - Hoseok suspiró y se revolvió un poco en el sofá.
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Vaivén [SOPE]
FanfictionMin Yoongi lo tenía todo: salud, buenos amigos, amor y un futuro laboral espléndido. Pero no supo qué hacer con tanto y, tratando de ordenar sus prioridades, perdió a la única persona a la que jamás podría reemplazar. Por eso ahora, seis años despu...