La vida de Min Yoongi no era, ni de lejos, perfecta, aunque muchos la envidiaran. A sus treinta y dos años había conseguido hacerse un hueco en la industria musical, específicamente en el ámbito de la producción, cosa que había sido su sueño desde niño.
Hacía lo que le gustaba y lo que mejor sabía hacer, cobraba un buen sueldo y su vida social parecía ser, aparentemente, buena.
Muchos alababan y admiraban la trayectoria del maravilloso Suga, como se hacía llamar profesionalmente, pero pocos conocían la realidad de Yoongi y todo lo que su destrozado corazón arrastraba.
Min Yoongi no era feliz, aunque la gente lo viera sonreír a menudo. Extrañaba su ciudad, a sus padres, a su hermano, a sus amigos... Y lo extrañaba a él.
Cada noche se acostaba con el mismo deseo: ser capaz de volver el tiempo atrás y poder disfrutar de tantas cosas que no valoró en su momento, y ya no tenía.
Pero era consciente de que eso no pasaría, así que se limitaba a continuar viviendo de la mejor manera que podía.
- ¡Levántate, vas a llegar tarde! - le gritó Jin, empujándolo de la cama, como tantas mañanas hacía para despertarlo.
- ¿Tienes que ser tan brusco siempre? - le preguntó el rubio frotándose los ojos y mirándolo con desagrado. Jin suspiró y le lanzó un cojín a la cara.
- ¡Madura de una vez, tienes treinta y dos años, no eres un adolescente! - le dijo enfadado antes de salir de la habitación.
Yoongi se quedó en silencio, mirando la puerta por la que su amigo acababa de desaparecer. Adoraba a ese hombre con toda su alma y le estaría siempre agradecido por todo lo que había hecho y seguía haciendo por él a diario, aunque no supiera demostrarlo bien.
Jin fue el primero que los acogió en Seúl cuando él y Namjoon tomaron la decisión de emprender la aventura para perseguir sus sueños, con apenas veinticuatro y veintitrés años respectivamente.
Ambos vivieron con él durante un tiempo, hasta que Namjoon comenzó a salir con una chica y terminó mudándose con ella.
Pero eso no cambió nada, Jin y él continuaron siendo compañeros de piso a pesar de que ambos tenían la solvencia económica como para vivir separados. En cierto modo se complementaban y se necesitaban, y les hacía bien saber que siempre tendrían alguien a quien acudir cuando volvieran a casa tras un día duro en la empresa.
...
- ¿Me cogiste alguna cerveza el otro día? - le preguntó al mayor, que terminaba de arreglarse frente al espejo, mientras se secaba el pelo con la toalla.
- Ya sabes que yo no toco tus cosas sin permiso, Yoongi. - le reprochó Jin con el ceño fruncido. Él era una de las pocas personas que aún lo llamaban por su nombre.
- ¿Tienes trabajo hoy? - el castaño asintió con la cabeza, dándose el último vistazo antes de girarse.
- Tengo que terminar de grabar la canción para ese drama. - Yoongi soltó una carcajada y asintió con la cabeza.
- Te vas a convertir en una estrella nacional, ¿eh, hyung? - le respondió con un tono de burla que hizo a Jin rodar los ojos.
- Pero nunca seré tan importante como tú, Suga.
Terminó de secarse el pelo entre risas y se vistió con rapidez. No tenía demasiado tiempo y sabía que Jin lo esperaba para ir con él, pues aunque sus horarios no coincidían a menudo, cuando lo hacían solían ir juntos a la empresa.
Sacó, como siempre, uno de sus conjuntos negros, de luto, como su amigo los llamaba, y se lo puso. Buscó una de sus preciadas gorras, para tapar los centímetros de raíz negra que asomaban, y salió de la habitación.
ESTÁS LEYENDO
Vaivén [SOPE]
Hayran KurguMin Yoongi lo tenía todo: salud, buenos amigos, amor y un futuro laboral espléndido. Pero no supo qué hacer con tanto y, tratando de ordenar sus prioridades, perdió a la única persona a la que jamás podría reemplazar. Por eso ahora, seis años despu...