10

74 8 1
                                    

—¡Lo siento, amor! No te vi.

Se disculpó el baboso de Mason, mi ex novio (si es que así se lo podía llamar, creo que no habíamos llegado al punto de ser una pareja como tal).

Comenzamos a salir hace año y medio. Pasamos cuatro meses geniales, saliendo a todos lados y compartiendo los mejores momentos, hasta que descubrí que en todo ese tiempo había estado jugando conmigo y alguien más. ¡Hombres!

—No me llames así —ordené. Tomé el balón del suelo y se lo lancé hacia el pecho con toda mi fuerza y la intención de borrarle aquella sonrisa burlona. Para mi mala fortuna, Mason logró atraparla en el momento justo—

—Veo que aún te afecta mi presencia, bebé.

—Y yo veo que aún te siguen fallando las neuronas, bebé —inquirí en un tono burlesco. Mason rió—

—¿Quién es él? —señaló con su cabeza al chico inexpresivo que observaba la incómoda situación frente a mi. Negué con la cabeza—

—No es nadie —musité, pasando por su lado. Quería irme. Mason me detuvo estirando su brazo para hacerlo chocar contra mi cuerpo, algo así como una barrera—

—¿Te veré en la fiesta de Matthew? —preguntó. Era la misma fiesta de la que tanto me hablaba Ashley, organizada por uno de nuestros compañeros de clase—

—Tengo mejores cosas que hacer.

Aquellas mejores cosas eran cenar con los abuelos, pero quería sonar como una superada (que no soy) delante de Mason. Hablar con él me traía recuerdos, tantos buenos como malos.

Pasé por su lado con la cabeza en alto, dispuesta nuevamente a marcharme. Esta vez el que me detuvo no fue Mason, sino mis pies al enredarse y tropezar con la nada misma. La barrera andante rió burlonamente al momento en que sus manos me sostuvieron al sostener mis hombros. Sin siquiera agradecer, continué caminando en plan "aquí no pasó nada", dejando mi dignidad tirada en el suelo.

—Eso fue vergonzoso —comentó el inexpresivo una vez que me alcanzó el paso—

—Lo siento —me disculpé. Me sentía avergonzada de haya tenido que presenciarlo todo—

—¿Por qué? —preguntó. Luego, negó con la cabeza— Olvídalo, no me interesa.

—No quería que vieras todo eso —hablé de igual forma— Mason es un...

—Idiota.

—Si, eso —sonreí— ¿Quieres ir por el helado?

—Mejor otro día, Harrison —respondió— Olvidé que tengo cosas que hacer.

—¿Qué cosas? —indagué, curiosa—

—No te incumbe —respondió, tan simpático como siempre. Gruñí—

—¿Nos vemos mañana?

Alex siquiera respondió. Simplemente hizo un gesto de saludo con sus manos y se apartó de mi. Estaba actuando más raro de lo normal, o eso creí, puesto que no lo conocía como para saber sobre su actitud o cambios de humor con firmeza.

Esa misma tarde me dirigí a casa de Patrick. No iba a pasar el resto del día encerrada en casa, ya había pasado demasiado tiempo allí y mi alma parlanchina necesitaba relacionarse con alguien.

—¿Qué harías si fueras hombre por un día? —preguntó. Patrick se encontraba recostado en su cama, con las piernas estiradas sobre el respaldo y su cabeza observándome al revés. Mientras tanto, yo permanecía sentada en la silla giratorio de su escritorio dando vueltas—

—Creo que compraría muchos perfumes —respondí— Oh, y haría el helicóptero con... —No pude terminar la frase, Patrick había estallado en carcajadas— ¿Tú qué harías?

—Me tocaría —respondió— e intentaría hacerme esas rayas que ustedes se hacen en los ojos.

—¿Hablas del delineado?

—¡Eso! —asintió— Me haría un delineado.

—¡Oh! Hablando de chicas —recordé— ¿Me dirás quién es la chica que te gusta? No olvido la charla que tuvimos cuando...

Otra vez, no pude acabar con mi oración. Quisiera decir que no fue por mi torpeza (como la última vez), pero eso sería mentira. Mi garganta se atoró con mi propia saliva y comencé a toser repetidas veces. No me recuperé hasta segundos después. Mientras, Patrick reía... Es como si el destino no quisiera que yo sepa sobre la afortunada que llamaría la atención del corazón de mi amigo.

—¿Estás bien?

Alcé mi pulgar y aclaré mi garganta.

—¿Sabes que me haría sentir mejor? —sonreí, subiendo y bajando mis cejas—

—¿Qué?

—Un helado.

Jamás me cansaría de tomar helado. Podría pasar días y días comiéndolo, no me cansaría nunca de él. Era mi postre favorito después del brownie de chocolate.

—¡Oh, a mi también! —exclamó—  ¿A cuál vamos?

—Conozco una heladería que vende helados deliciosos...

Y allí nos dirigimos. Antes de salir, jugamos al piedra, papel o tijeras para apostar quién pagaba los dos helados. Debí llevar mi billetera, había perdido.

Me encontré nuevamente en la bonita heladería de paredes blancas y mesas con detalles dorados. Caminamos directamente al mostrador, Patrick pidió un helado de chocolate para mí y otro de frutilla para él que acabé pagando yo, como habíamos acordado.

—Hey —Patrick llamó mi atención mientras observaba cómo la empleada servía nuestros helados—

—Dime.

—¿Irás a la fiesta de Matthew?

¡Agh! Estaba cansada de que todo el mundo me pregunte eso. Primero Ashley, luego Mason y ahora Pat. ¿Por qué esa fiesta era la gran cosa?

—¿Tu irás?

—Si, no le puedo fallar a Matt —respondió. Ellos dos eran amigos. Además de ser compañeros de clase, formaban parte del equipo de basketball del instituto— Alguien debe ayudar a limpiar luego.

—En mi casa no te ofreces a lavar siquiera un plato y pretendes limpiar vomitos ajenos y condones usados , cretino —acusé con los ojos entrecerrados. Patrick rió—

La conversación quedó en el aire al momento en que la empleada nos entregó nuestro pedido.

Nos volteamos en dirección a las mesas para buscar un lugar donde sentarnos, pero en vez de eso, mis ojos se toparon con el chico inexpresivo sentado en nuestra mesa con una mujer.

Nos volteamos en dirección a las mesas para buscar un lugar donde sentarnos, pero en vez de eso, mis ojos se toparon con el chico inexpresivo sentado en nuestra mesa con una mujer

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Espero que les haya gustado 💗
¡Nos vemos pronto!

La melodía perfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora