Me separé rápidamente de Alex y sacudí mi ropa con las manos. Le eché una rápida mirada a la señora que entraba para hacer su trabajo en el comedor y carraspeé.
—O-olvidé alimentar a mi pez. —fue la primera excusa que rodó por mi mente. Me dirigí hacia la puerta y salí a paso apresurado del comedor, sin siquiera mirar hacia atrás. ¡Oh por Dios!—
Entré al baño de mujeres y me observé al espejo. Estaba tan colorada que por un momento temí prenderme fuego. ¡Por poco besaba a Alex!
Y eso no era lo peor... no, señor. Lo peor era que aún quedaban cinco horas para salir de este infierno llamado instituto.... ¡cinco horas! Las cuales iba a tener que pasar junto a él.
Tenía dos opciones: Asumir el asunto de manera responsable, confrontar a Alex y hablarle con total normalidad o fingir demencia. Sinceramente, me tiraba más por la última.
—Hola. —chillé del susto al oír la animosa voz de Ashley, quien rió ante mi reacción— Dios, Je... ¡estás rojísima! ¿A quién te le tiraste? —bromeó, pero su rostro divertido cambió a uno de total asombro al no oír respuesta de mi parte—. ¡Oh por Dios! ¡¿A quién te le tiraste?! —repitió.
—¡Y-ya cállate! —recriminé con los pelos de punta—. No me le tiré a nadie, pero casi...
—¡Oh! —exclamó—. ¿Aquí en el instituto? —asentí avergonzada— . Wao, Jen... que salvaje. ¡Cuéntame!
—¿Prometes que no te vas a burlar si te lo cuento?
—Claro que no, tonta. ¿Por qué me burlaría?
Cinco minutos después, la tenía a Ashley riéndose de mi sin ningún tipo de pudor.
—¡Dios, Je! —exclamó entre risas, sacando una lágrima de su ojo—. ¡Pero si tu le tienes fobia a los peces!
—¡Eso ya lo sé! —bufé, cubriendo mi rostro con ambas manos—. ¡Ya deja de reírte!
—Lo siento, lo siento... ¿Qué harás ahora?
—Me mudaré a Europa y comenzaré una vida nueva allí.
Si, esa era la mejor opción.
—Suena lindo, allí están las mejores boutiques del mundo —apuntó—, pero como tu amiga debo decirte que eres una exagerada. Debes ir y tratarlo como lo haces normalmente, tu no sueles ser vergonzosa, que ese chico no cause eso en ti.
—De acuerdo —asentí, sintiendo la adrenalina en mi cuerpo como si estuviese por entrar a un ring de lucha con el boxeador más fuerte y grande del mundo.
Caminé a paso decidido y tomé el pomo de la puerta y lo giré, sin embargo, no abrí.
—¿Qué pasa?
—No me animo —sonreí con inocencia. Ash rodó sus ojos.
—¡Tu puedes, ve! —exclamó, dándome golpecitos en la espalda—. Además no llegó a pasar nada, no tienes porqué avergonzarte.
—Si, es verdad —contesté para luego alzar una ceja—. ¿Y tú qué haces aquí?
—Solo vine a retocar mi maquillaje —respondió— ¿Vamos a clase?
—La profesora me sacó, boba.
—¡Oh! Cierto... bueno, entonces supongo que nos vemos luego —sonrió—. Mas tiempo para tu y ese chico... ¿Cómo se llamaba? ¿Ariel? ¿Alejo? ¿Al...?
—Alex —respondí—. Hace años que vamos a la misma clase, deberías recordarlo.
Ash se encogió de hombros.
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La melodía perfecta
RomanceFamilia, amor, música, helado. Esas son las cuatro palabras que encajarían a la perfección con la vida de Jane Harrison. Ama tocar todo tipo de instrumento y cantar, ama el amor, la familia y el helado de chocolate. Odia las peleas, los problemas fa...