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Caminar por los pasillos era toda una tarea difícil. Aún no decidía si quería o no encontrarme con el rostro de Alex, pero si de algo estaba segura era de todo lo que tenía para decirle.

Y cuando creí haberlo visto abriendo su casillero, un cuerpo chocó contra el mío.

—¿Por qué esa cara, bonita?

Hice una mueca del disgusto al oír a Mason, quien se interpuso en mi camino colocando sus manos sobre mis hombros.

—Eso no te importa.

—¿Es por mi? —preguntó— Te he dicho que yo te puedo dar encantado otra oportunidad, bebé.

—Me das asco —pronuncié.

—Deja de ponerte a la defensiva y hacerte la difícil —rió— ¿Por qué no me perdonas? Lo que pasó entre nosotros fue hace mucho tiempo, ya cambié.

—¿Me trataste de santurrona en la fiesta de Matthew y ahora pretendes que te perdone? —fue entonces cuando observé a Alex, había cerrado su casillero y ahora estaba observando sin ningún tipo de disimulo en nuestra dirección— ¡Obvio que la respuesta es si, amor! —hablé en un tono más chillón de lo normal. Mason sonrió incrédulo.

—Vaya, ¿enserio?

Tal vez no sea lo correcto, pero si Alex puede tener a otras... ¿Por qué yo no? Además, Mason me hizo sufrir mucho en el pasado, eso me daba el derecho a utilizarlo un poco, ¿no? Después de todo el no saldría lastimado, no tenía corazón.

—¡Pero claro! —alargué.

—Genial —respondió con un poco dé incredulidad—. ¿Qué te parece si nos sentamos juntos en historia? Ya sabes, para charlar un poco.

—Ella ya tiene compañero de banco, idiota. —una voz externa a nosotros se entrometió en la conversación. Observé a Alex con el ceño fruncido, fingiendo confusión.

—Si, y ese soy yo —le respondió Mason en un tono hostil— ¿Verdad, bebé?

Ambos chicos me observaron, sintiéndome pequeña delante de ellos.

—A-ah... yo... ¿Si?

Alex me tomó del brazo y me arrastró hacia un costado, dejando al cabeza hueca de mi ex novio solo en el pasillo.

Chillé ordenándole que me suelte, pero no hubo respuesta de su parte hasta el momento en que nos detuvimos en un lugar donde no habían tantos estudiantes pasando.

—¿Qué crees que haces? —cuestionó, seco.

—Charlaba con Mason, ¿por?

—Jane, el es un completo idiota. No creí que serías tan ingenua de intentar arreglar las cosas con él, y mucho menos cuando nos besamos hace menos de una semana. —creo que jamás había oído mi nombre salir de su boca, lo cual me hizo sentir un poco apenada. Sonaba raro, como cuando mamá me llamaba por mi nombre completo cuando había hecho algo malo.

—Al menos él no me miente —respondí, aunque era una clara mentira. Mason había hecho conmigo lo mismo que yo creí que Alex hacía, jugar a dos puntas.

Este soltó una carcajada, irónico.

—Espero que lo que dices sea una estúpida broma.

La melodía perfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora