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—No entrará, es muy grande —advertí.

—Si lo hará, tu solo relájate.

—Alex, vas a romper el agujero —renegué con preocupación en la voz.

—Sé lo que hago, Harrison.

—No va a entrar, es gigante —insistí en un tono cansador.

—Fue idea tuya, no vas a arrepentirte ahora.

Solté un grito de la emoción al escuchar el sonido del conector al encajar en la ficha de mi celular. Habíamos robado la grabadora de la profesora de música en la sala de profesores y arrastré al inexpresivo al comedor completamente vacío para enchufar mi celular y poder reproducir canciones.

—Te lo dije.

Me encogí de hombros.

—¿Qué quieres escuchar? —pregunté.

—Sorpréndeme —respondió, abriendo sus ojos y el mismo gesto inexpresivo de siempre.

No lo pensé más de dos segundos. Busqué una canción y le di a play, enseguida comenzó a oírse en los altavoces de la grabadora. Era una de Nicolas Mayorca, Por ti.

—¿Qué es esta canción, Harrison? —preguntó Alex con el ceño fruncido—

—Esta canción me recuerda a ti, a nosotros.

—¿A nosotros? —repitió—. Esta canción es de amor, enserio empezaré a creer que yo te gusto.

Reí, negando con la cabeza.

—Me recuerda a ti en la porque relata la notoria diferencia de sus personalidades —expliqué—. Nosotros también somos completamente distintos y sin embargo nos soportamos. A mi me gusta el sabor de helado más rico del mundo y a ti el más feo. A mi...

—El helado de limón es delicioso.

—¡No interrumpas! —reproché. Alex suspiró—. A mi me gusta conversar y a tu prefieres ser un callado y aburrido.

—A mi me gusta la tranquilidad y tu eres una loca que me persigue a donde yo vaya, es distinto.

—A mi me gusta expresar mis sentimientos y a ti te gusta guardarte las cosas... o al menos conmigo, porque lo único que he oído salir de tu boca son puros comentarios fríos o sarcásticos.

—No suelo expresarme con los demás.

La canción de fondo dejó de oírse al acabar. Es entonces cuando tomé mi celular para poner una nueva, pero Alex me arrebató el dispositivo antes de yo poder hacerlo.

—Mi turno.

Bastó con verlo teclear el celular un par de veces para que su canción comience a reproducirse. Era Flightless Bird, American Mouth, de Iron & Wine. No creí que a Alex le gustaran ese tipo de canciones, tan antiguas.

—Oye no, esto es aburrido —le quité el celular y busqué otra.

—La música de antes es superior, no aburrida —reprochó—. Además, tu pusiste una canción fea y no me quejé.

—Debería gustarte, prácticamente te la dediqué... ¡y es bonita!

—Cierto, te gusto.

La melodía perfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora