Patrick empezó a carcajear sin parar mientras me observaba perpleja, con el rostro a punto de palidecer. ¿Qué?
—¡Es broma! —exclamó entre risas, debiendo sostener su estómago para comprimir el dolor—. ¡Tú no me gustas, tonta, eres como mi hermana!
—Deberías agradecer que no estés a mi lado y pueda alcanzar a golpearte —amenacé, con una mano en el corazón—. Casi que me da algo.
—Exagerada —acusó—. Me gusta Ashley.
—¿Ashley?
—¿Eres sorda? ¡Si, Ashley!
—¿La misma Ashley con la que yo hablo?
—Que si —alargó.
No podía creer lo que mis orejas escuchaban. ¿Patrick enamorado de la amante de la moda y el maquillaje, Ash? Nunca vi venir semejante confesión, hasta hubiera sido más creíble si me decía que le gustaba la profesora Crowell, Matthew o cualquiera de los chicos.
—Eso es... lindo. A Ashley le gusta lo extravagante, aunque no será difícil que la invites a salir. no
—¿Y si me rechaza?
—Le dices que era una broma.
—Buena idea —musitó comiendo otra papa. Luego, abrió su boca para enseñarme su comida masticada. Hice una mueca del asco.
Esa misma tarde encontré a mis abuelos al llegar a casa, quienes se estaban conversando con mamá en el sofá. También estaba papá. No fue muy complicado darme cuenta que algo pasaba. El ambiente era tenso y sus rostros tristes, como de funeral.
—¿Qué pasa? —pregunté. A mamá le temblaba el labio inferior, como si estuviese aguantando las ganas de llorar. Por otro lado, papá me observó con una sonrisa melancólica— ¿Están peleando?
Detestaba que mis abuelos peleen con mis padres. Siempre lo decía, la familia siempre es primero. Cuando el mundo se viene abajo, ellos son los primeros en sostener tu mano. Eso era algo que ellos no comprendían aún.
—No pasa nada, cariño —musitó papá.
—Jane, cielo —pronunció la abuela— Que bueno que llegas. ¿Quieres ir por un helado?
Odiaba no entender lo que pasaba entre ellos, ¿por qué intentaban ocultar su pelea? Siempre lo hacían y jamás se habían molestado en escondérmelo. Por otra parte, no sabía si aceptar la invitación de la abuela o no. Ella y yo no teníamos la mejor relación, pero tal vez así podría sacarle un poco de información sobre el asunto y... ¿quién sabe? darle otra oportunidad, estaba segura de que en el fondo ella era buena.
—Ve, Jane —insistió mamá.
Fruncí el ceño. De todas las personas existentes en la vida, jamás creí que mamá sería una de las que me animen a llevarme con la abuela, a quien detesta... o al menos eso es lo que aparentaba.
—No me apetece tomar helado ahora —admití—. Pero podemos ir a una cafetería... si quieren.
La abuela sonrió asintiendo con la cabeza lentamente. Entonces me despedí de mis padres y, junto al abuelo, nos subimos a su Mercedes Benz. Yo iba en los asientos de atrás, en el medio para divisar el camino.
—¿Y a qué vinieron? —curioseé.
—Tu abuela tenía algo que decirles a tus padres, pero no te preocupes. No era nada de gran importancia.
—Esta bien —respondí, limitándome a continuar con las preguntas.
Llegamos a una cafetería apartada a la ciudad. Como siempre, todo lo relacionado a mis abuelos eran lugares y restoranes de lujo y muy costosos. Tomamos asiento en una de las mesas color beige, con una flor en el centro de mesa y mantelillos para apoyar el plato.
Yo pedí un brownie y jugo de naranja, el abuelo un café, la abuela una botella de agua y ambos un trozo de budín. Minutos más tarde, estábamos degustando una deliciosa merienda.
—¿Cómo vas con la música, Jane? —se interesó la abuela. Creí que a ella le disgustaba que yo siga con aquello.
—Bien, no he estado practicando mucho últimamente —hablé con la boca llena de comida, causando que Rachael aprete sus labios para reprimir una sonrisa.
—Deberías retomarlo, la música es demasiado bonita como para dejar de oírla —alentó el abuelo y asentí con la cabeza.
—Es que no tuve mucho tiempo, pero claro que no la dejaré.
—Y no deberías, tu tienes el don —siguió la abuela—. Si es lo que te gusta, debes poner todo tu esfuerzo en ello y hacer que funcione. Siempre vas a recibir críticas y comentarios pesimistas de lo demás, pero tu puedes con todo, Jane. Eres una niña talentosa.
¿A qué iba todo esto? ¿Acaso me invitaron a salir para darme un discurso sobre mi vida y alentarme a proseguir? Porque sinceramente no lo entendía... y mucho menos viniendo de mi abuela.
—Si, gracias —musité con desconcierto.
—¿Esta rico tu pastel? —preguntó el abuelo, cambiando de tema.
—Es un brownie —respondí, sonriendo—. Y si, lo está. ¿Quieren probar?
—No, gracias.
—Voy al baño. —el abuelo se levantó de la silla y desapareció de nuestras vistas al entrar por una puerta.
Permanecer a solas con la abuela fue incómodo y, por primera vez, no tenía idea sobre qué decir o hablar. Es entonces cuando ella se encargó de aquello:
—Jane, quería disculparme por lo que te dije la otra vez, en la cena —aclaró.
—Ya lo hiciste, no hace falta —respondí, recordando aquella vez cuando comimos en su casa. Ella me había dicho que era entendible por "la madre que tenía". Sin embargo, era imposible no querer oír su disculpa, tal vez ahora si iba enserio.
—Enserio agradecería que me escuches, Jane —pidió. No respondí, entonces continuó—. Tu eres una chica muy dulce, ¿sabes? No mereces que una señora como yo arruine tus expectativas sobre tus sueños. Si quieres hacer algo, hazlo... pero nunca te quedes con la duda sobre "qué hubiera pasado si...". Ya lo ves a tu abuelo, que le encantaba la música y la dejó. El jamás sabrá lo que hubiera pasado si tan solo tenía a su lado una persona que realmente lo apoyara con sus sueños.
Otra vez, no entendía a qué venían estos extraños discursos inspiradores. ¿Acaso mis abuelos habían fumado sustancias extrañas en mi ausencia? Porque de ser así, no sabría qué hacer. Es que... no sé, están raros.
El abuelo volvió a la mesa y continuó con su comida, entonces la abuela me sonrió y debimos olvidar el tema. Al terminar, pagaron la cuenta y paseamos un rato por las calles de la ciudad. Me propuse pasarla bien y gozar el momento con los progenitores de mi madre, realmente me gustaba disfrutar su compañía.
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La melodía perfecta
RomanceFamilia, amor, música, helado. Esas son las cuatro palabras que encajarían a la perfección con la vida de Jane Harrison. Ama tocar todo tipo de instrumento y cantar, ama el amor, la familia y el helado de chocolate. Odia las peleas, los problemas fa...