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—¿Por qué hiciste eso? —pregunté. Estábamos caminando sin rumbo por la calle hacia al menos una hora. El aire fresco había logrado devolver un poco de mi conciencia, el agua también ayudó—

—¿Hacer qué? —preguntó con indiferencia, sin siquiera voltear a verme—

—Ya sabes qué —recriminé. Alex metió sus manos en los bolsillos de su pantalón— Lo de la fiesta, Mason...

—Es que me diste lástima.

Reí, estirando mi brazo para empujarlo.

—Ya, en serio.

—El te estaba insistiendo y tú le decías que no —explicó— No iba a ser tan malo de dejarte allí sola, Harrison.

—Gracias.

—Cuando gustes... —respondió— Solo intenta elegir mejor a tus novios la próxima vez.

—¿Si? —pregunté— ¿Qué me sugieres?

Alex se encogió de hombros. Este observaba el camino mientras que yo a él.

—No te ves mal con Patrick.

—¿Patrick? —repetí— Pero el es mi amigo... ¡un hermano para mi!

—Entonces Gavin, el de tercero.

—¿El que no se baña? —pregunté, causando una ligera risa en él— ¡Tiene quince años! ¿Tu quieres que vaya a prisión?

No era una gran diferencia de edad, pero en unos meses cumpliría dieciocho, mientras que él apenas tenía quince.

—Si vas a prisión, al menos dejaría de soportar tus estúpidas preguntas.

—Eres un grosero —regañé— Son preguntas interesantes, sobre tu vida.

—Si, y no son de...

—No son de mi incumbencia —acabé su frase en un tono agotador y de poca importancia— ¿Jamás has pensado en ser un poco más abierto con la gente?

—Aquí vamos de nuevo —suspiró—

—¿Dónde quedó el Alex tierno que me consolaba en la heladería, no usaba el sarcasmo y decía más de cinco palabras por frase? —pregunté, dramática—

—Quedó en...

Alex no logró llegar a responder. Todo gracias a mi torpes pies que chocaron con algún objeto y me hicieron caer al suelo. Mis manos se apresuraron a ponerse en los costados y evitar que mi rostro golpee el frío del pavimento. Sobé mi codo con lentitud entre jadeos al levantarme. Al mirar hacia atrás, divisé el motivo de la caída.

—¿Estás bien?

—¿Tú que crees? —sarcasmeé adolorida—

—Creo que eres muy boba al tropezarte con una piedra tan pequeña, pero pregunté si estás bien —respondió. Debí dejar de frotar mi brazo para golpearlo—

—Eres un idiota.

—Y tú una torpe —atacó. Le enseñé mi lengua en respuesta— y también muy infantil.

Lo ignoré y continuamos caminando. Ver a Alex me generaba tantas preguntas que no creía poder descubrir jamás. ¿Por qué actúa tan frío? ¿Por qué un día se comporta como un inexpresivo y al otro como un amigo? ¿Por qué continúa permitiendo que entre a su vida si no soporta a mi persona?

—¿Te puedo preguntar algo?

—Puedes, pero no significa que te vaya a responder —advirtió—

—¿Yo te agrado?

—¿Por qué la pregunta?

—Bueno, la mayoría de tus respuestas hacia mi son malas o sarcásticas —argumenté— No es muy complicado de pensar eso.

—Me caes bien, Harrison —dijo— Aunque seas una parlanchina, todo te de curiosidad, tropieces con frecuencia y lleves siempre tu cabello desordenado, me agradas. No me gusta admitirlo, pero eres una linda persona... y creo que me recuerdas a alguien. Oh, perfecto, ya vas a abrazarme —bufó al sentir mis brazos rodear su espalda y mi rostro esconderse en su pecho. Alex intentó separarme de su cuerpo, pero no lo permití—

—¡Aaaah! —exclamé— ¡Yo te agrado!

—Si, pero no te emociones —respondió colocando una mano sobre mi frente para empujar y, así, separarme de él—

—Creí que eras un frío sin sentimientos...

—Tengo algunos.

—Que no te agradaba nadie...

—Solo tu no me agradas.

—Y que... ¡Oye! —reclamé, dándole otro golpe en el brazo—

—Deja de actuar como un animal —recriminó sobando su brazo— Me dejarás una marca.

Giré a verlo. Desde mi ángulo podía notar una cicatriz en su hombro, la cual siempre era tapada por su remera al parecer. ¿Desde cuándo tenía eso allí y por qué nunca lo había notado?

—¿Así como la que tienes en el cuello?

Alex subió el cuello de su remera para volver q ocultarla. Luego continuó con su tranquila caminata, restándole importancia.

—¿Actúas así con todos o solo tienes ese complejo de acosadora conmigo? —preguntó, haciendo rodear mis ojos nuevamente—

—No te estoy acosando —especifiqué. Mis mejillas se habían tornado de un color colorado, lo descifré por el calor que comenzó a surgir de allí— La noté recién. Tampoco es que paso todos los días observándote en clase desde mi asiento, bueno, a veces si... Pero eso no significa que haya notado tu cicatriz por estar acosándote.

No pude evitar cerrar mi bocota. Ahora estaba caminando con un chico que creía que lo acosaba y, luego de mis palabras, lo creería aún más. Alex soltó una carcajada.

—Si, veo que no lo eres.

—No lo soy —manifesté, cruzándome de brazos—

Tal vez solo un poco, pero no iba a admitirlo tan fácil. Ahora que había descubierto que le agradaba a una roca inexpresiva, no iba a arruinarlo dándole a entender que me la paso pensando en él y su intrigante personalidad.

—Si lo eres —insistió— ¿No te dije ya que eres predecible?

—¡No soy...!

—¿Y entonces cómo sé que quieres preguntar por mi cicatriz? —cuestionó. La verdad es que no me estaba preguntando eso, pero si era algo que despertaba mi curiosidad—

—¿Cómo te hiciste esa cicatriz?

Alex rió ligeramente. Por alguna razón, el sonido de su risa mezclado con la tranquilidad de la noche sonaba lindo, era como una melodía perfecta.

—¿Tanto caminamos? —preguntó en un tono confuso—

Alcé la vista y presté atención al paisaje. Deduje que estábamos a al menos una hora de nuestras casas caminando y, por un momento, creí desfallecer al ver en dónde nos encontrábamos.

Era una playa.

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Hola 🤍🤍
¡Espero que les haya gustado el capítulo!
Recién estaba por actualizar y me di cuenta que subí un cap cuando volví de la peda, borracha pero responsable ✨
Bueno, ¡nos vemos en el próxima!

La melodía perfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora