Capítulo 1

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Capítulo 1: Rumbo a Alaska.

La muerte está tocando a mi puerta desde hace un largo tiempo, quiere entrar y llevarme con ella, y yo ya estoy cansada de intentar que no entre. Me estoy muriendo, y eso lo tengo bastante claro desde hace mucho.

La enfermedad me está consumiendo física y mentalmente, al principio me costaba asimilarlo, lo único que pasaba por mi mente era, ¿como voy a morir, si aún no he vivido?

Todavía lo sigo pensando. Aun no estoy preparada para morir, todavía no he disfrutado una vida, ni si quiera he tenido algo a lo que considerar vida.

<<< ¿Alguna vez se está preparado para la muerte? >>>

Tiene tratamiento, pero no es del todo eficaz y es demasiado costoso y debería de haberlo empezado de niña, así que ya tengo asumido que no me queda mucha vida.

Continuo empacando mi ropa en la maleta, vuelvo a revisar una y otra vez que llevo todo lo necesario, procuro solo llevar lo imprescindible, cosas básicas y que sirvan para toda ocasión. Mucho abrigo para cuando llegue a Alaska.

Cuelgo la mochila en mi hombro y arrastro la maleta hacia la puerta, mi madre me intenta parar, pero la esquivo.

—Ariadna ¡no puedes irte! —me reclama, agarrandome del brazo haciendo fuerza sobre él, dejando sus dedos marcados en mi piel.

No paro de caminar, ignoro sus quejas y subo mi maleta a mi coche.

Toda mi vida he vivido haciendo lo que ella quería. Creo que ya es tiempo de que comience a vivir de verdad. Sin miedos, sin tapujos y sin vergüenzas.

Mi padre amaba Alaska, siempre decía que era el lugar más bonito del mundo, y que las constelaciones que se podían ver desde ahí no eran de este mundo.

—¡Ariadna!

Me giro con frustración, preparada para decirle lo que no quiere oír.

—Me voy —declaro con firmeza—. Tengo 18 años, ya puedo hacer lo que se me venga en gana, mamá.

—¡Estás loca! —me grita— ¡¿Donde piensas ir tu sola?!

—Ya te lo he dicho, me voy a Alaska.

Sus ojos se abren con sorpresa y comienza a reír.

—¡Estas demente! ¡Demente! —exclama, moviendo las manos con exageración— ¡A Alaska! ¿Me abandonarás? Al igual que lo hizo tu padre.

Parece una locura, y tal vez lo es, ir desde Ohio hasta Alaska en coche es una demencia, una chica sola, con poco dinero y sin nada que perder.

—¡Tengo que vivir! —le contesto mientras me subo al coche— ¡Me estoy muriendo y aun no he vivido!

—Ariadna —su tono pasa a ser más débil y sus ojos se cristalizan—, no digas locuras cariño. Anda, baja del coche.

Niego con la cabeza repetidamente, enciendo el motor preparada para arrancar.

La miro una última vez antes de despedirme.

—He estado toda mi vida esperando la muerte, la estuve esperando durante tanto tiempo, que se me olvidó vivir.

—¡Ariadna baja del coche! —exclama, intentando abrir la puerta— ¡Baja del coche ahora mismo!

—No. Adiós mamá.

Arranco sin mirar atras, y me preparo mentalmente para mi primera y última aventura.

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