Capítulo 23

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Darien

Caminamos por la nieve, cuando llegamos a la casa de mi madre y de mi abuela, toco a la puerta tomando de la mano a Ariadna, a la cuál noto nerviosa, ya que sus manos tiemblan debajo de las mías.

A los pocos segundos mi madre abre la puerta, al verme sonríe ilusionada y me abraza fuertemente, cuando nos separamos mira a Ariadna de arriba abajo.

—Hijo, ¿quien es esta chica tan bonita? —me pregunta sin dejar de observar a mi novia.

—Mamá, te presento a Ariadna, mi novia —Ariadna aprieta mi mano con nerviosismo y comienza a respirar con algo de agitación.

Mi madre nos mira con sorpresa, y después de unos segundos nos muestra una sonrisa alegre y abraza a Ariadna.

—Bienvenida, querida. Pasad, pasad —nos hace una seña para que entremos.

Al entrar, observo la casa de mi infancia, los muebles rústicos, la alfombra roja de algodón que tiene más años que yo, pero, que como me dijo mi madre una vez: "mientras siga sirviendo se quedará ahí" Y los cuadros familiares, donde salimos toda la familia, cuando estábamos completos. Mi madre, mi padre y mis dos abuelos, mi hermano Jack y yo. Todos juntos sonriendo para la foto de navidad. Junto a un muñeco de nieve que hicimos mi hermano y yo mientras esperábamos a que mamá y la abuela se prepararan.

El muñeco de aquel día lo habíamos llamado Rodolfo, por la nariz que le hicimos con una pelota roja de goma.

—¿Qué trae al hijo pródigo por Alaska? —mi madre me mira con el ceño fruncido.

—Vengo a veros.

Mi madre me mira con cara de "no te creo en absoluto" antes de cruzarse de brazos esperando la respuesta que busca.

—Bien, tengo un concierto.

—Ya lo sabía, me lo dijo tu hermano desde que os contrataron para las fiestas de navidad.

—¿Entonces para que me preguntas si ya sabes la respuesta?

—Para ver si me mentías. Y por lo visto lo has hecho —me mira enfadada.

—También he venido a veros, así que técnicamente no te he mentido —me intento defender.

—Claro, claro.

Se levanta y se dirige a la cocina, haciéndonos una seña para que nos sentemos. Comienza a preparar un té y a los pocos minutos nos lo sirve. Se sienta con nosotros al terminar.

—¿Vinisteis en avión? —cuestionó.

—Fuimos en furgoneta —contesto.

—¿¡Habéis venido en furgoneta desde Ohio!? —pregunta mientras nos mira con enfado y sorpresa— ¿Te volviste loco hijo?

—No fue tanto viaje, además nos la hemos pasado bien, hemos visitado todos los estados —me encojo de hombros.

Mi madre me mira con desaprobación.

—Bueno, lo importante es que habéis llegado. Querida —se dirige a Ariadna—, ¿de donde eres? ¿Qué te trae por aquí?

—Pues soy de Ohio, pero mi padre y mi abuela son de Alaska, bueno, mi padre era de Alaska —pone un tono de tristeza al recordar a su padre—. En resumen, vengo a visitar a mi abuela y a ver Alaska.

De un momento a otro por la puerta aparecen mi abuela y Jack, me sorprendo pues Jack sonríe más que nunca, entra con una sonrisa risueña como si acabara de recibir una buena noticia.

—¿Y esa felicidad? Qué raro en ti, normalmente tienes cara de amargado.

—Darién —mi novia me da un golpecito en el hombro.

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