Capítulo 8

20 5 7
                                    

Capitulo 8

Todavía recuerdo la primera vez que un hombre me rompió el corazón, es ironico puesto que aquel hombre fue mi propio padre, en ese entonces yo tenía siete años, estaba sentada debajo de la mesa del comedor jugando con Betty, mi muñeca favorita en aquel entonces.

Betty era preciosa, sus ojos eran de un color azul cielo, tenia el cabello castaño, el cual le llegaba hasta más debajo de la cintura, casi hasta los pies. El vestido dorado resaltaba su piel oscura. Era hermosa.

No aguanto más —fruncí el ceño cuando escuche a mi padre, su voz era agrietada, como si hubiera estado llorando—. Esto es demasiado para mí. Tengo una hipoteca que pago yo solo, trabajo día y noche para mantener a esta familia, discuto cada dos minutos con Eleonor y me paso las noches llorando, papá.

No podía escuchar la voz al otro lado del teléfono, papá sonaba cada vez más cansado.

—Quiero volver. A casa. A Alaska. —Me mantuve callada y quieta, en ese momento era como si estuviéramos jugando al escondite, si me encontraban perdía—. Ohio no es mi hogar, mi corazón es de Alaska, quiero volver. Tengo que volver.

Alaska. Papá hablaba mucho de Alaska, nació y se crío ahí, nunca había salido de Alaska hasta que cumplió los 18, viajo a Ohio de vacaciones con sus amigos y por una casualidad se encontró con mi madre, se casaron años después y me tuvieron a mi.

A mi padre le gustaba mucho Ohio, pero era visible que extrañaba Alaska.

Tambaleo mis dedos contra el asiento al ritmo de la música, de nuevo Shallow de Lady Gaga y Bradley Cooper inunda el interior de la furgoneta. No soy amante de la música de Gaga, pero Shallow es una de las pocas canciones que se han clavado con fuerza en mi pecho.

La música es lo único que se escucha, tanto el guitarrista como yo nos encontramos en silencio. Llevamos horas de viaje nocturno y todavía nos queda un buen rato para llegar a Iowa.

Tengo la tentación de cantar, fundirme con la música como si fuéramos un mismo ser, pero me limito a tararearla en mi mente, mirando de vez en cuando a Darién quien canta en voz baja, como si no quisiera que nadie más que él mismo lo escuchara.

I'm off the deep end, watch as I dive in. I never meet the groun.

Estoy fuera de las profundidades, mira mientras me sumerjo. Nunca me encontraré con el suelo.

Cansada del silencio incómodo entre nosotros, decido entablar conversación.

—¿Qué hay de interesante en Iowa? —Se poco sobre este estado y lo que se puede hacer, en cambio se demasiado sobre Alaska.

Me mira de reojo y esboza una sonrisa ladesca antes de contestar: —Los puentes del condado de Madison. Son algo histórico, es casi una obligación ir a visitarlos si vienes a Iowa, sobretodo el puente de Roseman.

—¿Por qué? —me observa con el ceño fruncido—. ¿Qué tienen de importante esos puentes?

—¿Estás bromeando? —niego—. Los puentes del condado de Madison son conocidos por la película: "Los puentes de Madison", una adaptación cinematográfica de uno de los libros más conocidos del género de romance de toda la historia.

—¿De qué va el libro? —pregunto a la vez que bebo un sorbo de mi botella de agua.

—Una historia de un amor prohibido, sobre cómo la mayoría de las veces las almas gemelas no pueden estar juntas por cuestiones de la vida. 

—¿Podemos verla? —noto como sonríe—. Y luego ir a ver ese puente. El Roseman.

—Podemos ver las constelaciones desde el puente, sería una experiencia muy interesante —simplemente asiento como respuesta.

Somos constelaciones Donde viven las historias. Descúbrelo ahora