Capítulo 9

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Capítulo nueve; Hipótesis

—¿Que me vas a enamorar en un mes dices? —este hombre enloqueció por completo— Enloqueciste. Literalmente. Enloqueciste.

—No he enloquecido. Simplemente, comprobaremos una hipótesis.

—Una hipótesis errónea —muy errónea—, mira, dejemos esto por la paz, que aún nos quedan varios estados antes de llegar a Alaska.

No es que no quiera comprobar su –errónea– teoría, pero, ¿y si llega a ser verdad? ¿y si en verdad pueden surgir sentimientos tan rápido y nos pasa a nosotros? El problema no serían los sentimientos, serían lo que pasaría después. El único problema, es que no habría un después. No tengo tiempo como para enamorarme. Básicamente porque no me queda más tiempo.

—Cambiando de tema —bajo de mi nube de pensamientos cuando lo escucho hablarme— ¿Oíste hablar de la historia de la constelación de Orión?

—Claro, dicen que es una de las historias de amor más verdaderas que existen en la mitología, pero sinceramente no estoy de acuerdo.

—¿Por qué? —lo veo sonreír interesado en saber mi opinión, eso me hace sentir rara, una sensación que nunca había experimentado.

Aparta esas cosas raras de tu estómago y céntrate.

—Una persona, no puede enamorarse de dos personas. No se si me entiendes pero, cuando alguien se enamora, es de una sola persona, de todo lo de esa persona, de sus ojos y el brillo en ellos, de su risa y su manera de contar las cosas, de todo. Y eso no puede pasar con dos personas, porque entonces no amabas a la otra. El amor es algo único, de dos únicas personas, al menos en mi opinión.

—¿Te he dicho que me dan ganas de besarte cuando te pones a reflexionar ojos simples? —alterna su mirada entre mis labios y mis ojos repetidamente mientras muerde su labio inferior y toca su barbilla con su pulgar.

¿Y yo le había dicho a él que me daban ganas de corresponderle el beso cuando me llama ojos simples?

—Entonces... —me paro un poco antes de seguir— ¿a qué esperas?

—Dímelo —ordena y a la vez suplica—. Dime que es lo que quieres.

—Bésame. Bésame Darien.

—A sus órdenes —mientras lo dice, se acerca lentamente a mis labios y los roza con los suyos levemente, pero sin llegar a besarme del todo.

—Para de vacilarme, y bésame de una vez.

Entonces, con esa sola frase, estampa sus labios contra los míos y comienza a besarme lenta pero apasionadamente, agarrando con una mano mi cuello y con la otra mi cintura, con agarre firme pero sin hacerme daño.

Paso mis manos por alrededor de su cuello y con una de mis manos estiro un poco de su pelo acercándolo más a mí.

Aumentamos la intensidad del beso y de un momento a otro está encima mía mientras me besa, sin apoyar su cuerpo sobre el mío, manteniéndose en sus codos para no aplastarme.

Después de unos segundos más besándonos, nos apartamos para coger aliento y nos sentamos el uno al lado del otro.

—¿Todo bien? —pregunta.

—Si. Todo muy bien.

Después de esa sesión de besos, volvemos al motel y Darien se mete a la ducha mientras yo leo un libro. O al menos lo intento, puesto que mi mente no me deja en paz.

Joder, que pedazo de beso.

Cuando me besó, se sintió algo raro dentro de mí, como algo caminando dentro de mi estómago causándome cosquillas, ardor en mis labios mientras me besaba, calor en mi cuerpo cuando me tocaba. Algo en mi corazón cuando me miraba.

Era raro, diferente, extraño. Era un caos. Era Darien.

Escuchaba el agua caer, y no pude evitar imaginarme por una milésima de segundo en su cuerpo desnudo. En sus abdominales marcados, con las gotas de agua rodando, en la cara que estaría poniendo, en lo que estaría pensando. ¿Y si estaba pensando en nuestro ardiente beso? En cómo se puso encima mía dejándome notar su cuerpo por completo. En sus labios contra los míos, sus manos sobre mi piel.

—¿Estas bien? —la voz me asusto y salté de golpe tirando el libro.

Darien estaba de pie al lado de la cama, con un pantalón de dormir estilo chándal y sin camiseta. Diablos.

—Te ves colorada, y nerviosa —lo escuche reír un poco y me puse aun más roja.

—Solo... estoy bien.

Mentira. No estaba bien. Estaba excitada. ¿Y como no estarlo?

—¿Seguro? —alzó una ceja.

—Seguro.

Me miró unos segundos con algo de duda en sus ojos, entonces me mira de arriba a abajo y mantuvo su vista en un punto de mi camisa de tirantes, al mirar abajo, uno de los finos tirantes se había caído y amenazaba con dejar salir mi pecho.

Entonces, se acercó a mi y con su dedo índice agarró el tirante y lo comenzó a subir lentamente, rozando mi piel con suavidad, haciéndome jadear por un segundo por la fricción que me causaba.

—Buenas noches, Ariadna.

—Buenas noches, Darien.

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Día 1 — Días restantes 29

A la mañana siguiente, nos subimos a la furgoneta y salimos rumbo a Nebraska.

Nebraska, Colorado, Arizona, Mexico, Canadá, Alaska. Esa era la ruta que teníamos que hacer.

Yo elegí la ruta, no pregunten porque pero busque los lugares que más me interesaban para ir aunque fuera un día. ¿Nos habría sido más fácil coger otra ruta? Si. Pero no sería lo mismo para mí.

—¿Ponemos nuestra canción? —¿acaba de decir nuestra canción? ¿que canción?

—¿Nuestra canción?

Sonríe ladino y pone un cd que no le había visto antes. De repente, comienza a sonar Shallow.

Nuestra canción...

Tell me something, girl
Are you happy in this modern world?
Or do you need more?
Is there something else you're searchin' for?

Cuando llega la parte de Lady Gaga, comienzo a cantar.

—Tell me something, boy
Aren't you tired trying to fill that void?
Or do you need more?
Ain't it hard keeping it so hardcore?

Cantamos a la misma vez, cada uno con su distinto tono y voz. En la música al menos, nos complementamos.

I'm falling
In all the good times, I find myself longing for change
And in the bad times, I fear myself

Estoy cayendo.

Cuando termina la canción, nos miramos ambos a la misma vez, a los segundos apartó la mirada y siento mi rostro arder. Mis mejillas acaloradas.

—3 horas para llegar a Nebraska, ¿estas lista?

—Si, muy lista.

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Nebraska

Miro a mis alrededores, y entonces, admiro Nebraska. Admiro las grandes praderas, el verde de ellas tapado por el blanco de la leve nieve que ha caído, los pájaros volando por aquí y por allá... todo.

— ¿A donde vamos primero? —le pregunto.

—¿Omaha?

—Omaha —sonrío.

—¿Antiguo mercado?

—¡Si! —lo veo sonreír y mis mejillas se ponen rojas, creo que me ha escuchado la gente que pasaba por aquí.

Somos constelaciones Donde viven las historias. Descúbrelo ahora