Capítulo 14

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Capítulo 14

Denver, Colorado

Miro por la ventanilla mientras Darien aparca la furgoneta en el motel en el que nos quedaremos las próximas noches. Cosmo está inquieto, saltando y corriendo por el coche con su juguete nuevo entre los dientes, gruñiendo de vez en cuando a la ventana.

—Pelotita, estate quieto —le dice Darien a Cosmo.

—Se llama Cosmo —le recuerdo.

—Pelotita le queda mejor —tuerzo los ojos.

Dejamos las cosas en nuestra habitación y vamos caminando hasta una cafetería, primero pasamos por el escaparate de una tienda de libros y me paro a mirar los que están expuestos.

—¿Ves algo que te guste? —pregunta Darien poniéndose detrás de mí abrazando mi cintura con delicadeza.

—Aquel —señalo a un libro llamado Sabe Me de Mona Kasten.

—Tal vez mañana antes de irnos me lo compraré.

Cosmo se ha quedado en la habitación, iremos a tomar algo caliente rápidamente,, probablemente yo un café con leche. Llegamos a una bonita cafetería llamada "Honey hill", me parece que es muy linda, con el suelo de madera de color medio, con lámparas colgantes por el techo y varias plantas por las esquinas y encima de las mesas grandes.

Nos sentamos en una mesa pequeña, yo pido un café con leche y Darien un café simple.

Saco mi móvil y abro la novela que estaba leyendo en una aplicación llamada Wattpad, se llama Mi desesperada decisión, de Ariana Godoy. Admito que me gusta leer en Wattpad, sobretodo por ver los comentarios de las personas, aunque también adoro leer en físico.

Comienzo a leer mientras me tomo mi café. Al poco tiempo terminamos y damos un paseo por un pequeño parque antes de volver al motel.

Cuando llegamos al motel, Cosmo nos recibe en la puerta moviendo la cola como loquito, con su juguete todavía en la boca —anoche durmió con él en nuestra cama— y su cabeza en alto mirándonos con ojos de cordero degollado, casi suplicando nos que no lo volvamos a dejar solo otra vez.

—Hola cosita —le digo acariciando su lomo—, ¿nos extrañaste?

Corre alrededor mío y lo tomo como un si.

—Hola pelotita —ruedo los ojos cuando le dice "pelotita"—, ¿me extrañaste?

Cosmo hace lo mismo que hizo conmigo, dar vueltas alrededor suya como un pequeño desquiciado.

—Voy a darme una ducha —le digo mientras camino hacia el baño.

—Vale —sonríe y le tira el juguete a Cosmo—. Yo saldré un minuto, tengo que comprar algo.

Asiento con la cabeza y me meto bajo el agua caliente, me estiro sintiendo como caen las gotas sobre mi cuerpo. Al salir después de un rato no encuentro a Darien, pero si encuentro un paquete envuelto sobre la cama.

—¿Qué es esto? —Cosmo intenta romper el papel de regalo y lo paro para que no rompa lo que sea que haya dentro.

Abro el paquete con cuidado y veo algo en forma rectangular también tapado con papel de regalo. Al abrirlo, mis ojos se abren por completo, es el libro que miré en el escaparate de la librería.

—¿Te gusta? —al girarme, veo a Darien contra la pared, con las manos en los bolsillos y mirándome fijamente.

—Me lo has regalado —le digo aún sin creérmelo—, saliste y lo compraste para regalármelo.

—Efectivamente.

Me quedo durante un par de segundos en blanco. Sin saber que hacer o que decir. Sin poder reaccionar.

Me levanto de golpe y me acerco a él, me pongo de puntillas —porque me saca una cabeza de altura— y le doy un lento beso, al cual me corresponde abrazando mi cintura con una mano y con su otra mano en mi pelo, acariciandolo.

—Gracias.

—No tienes porque dármelas —toca el lateral de mi rostro con su dedo pulgar—. Verte sonreír ya es suficiente agradecimiento para mí.

—Que cursi.

—Que guapa —replica.

Me río y me tumbo en la cama con Cosmo. Hoy me encuentro algo mareada, como si mis fuerzas se estuvieran agotando. Supongo que es porque cada día me queda menos.

—¿Estas bien? —Darien se sienta al lado mío, con rostro de preocupación.

—Si, no te preocupes, solo algo mareada.

—¿Y eso? —alza una ceja.

—No lo sé —mentira.

Después de tumbarme un rato, en el que Darien se la pasó mirándome preocupado, me levanté ya que ya era media tarde y teniamos planes de ir a ver el Jardín de los dioses antes de que se ponga el sol. Son varias horas de viaje, así que me visto rápido, agarramos todas nuestras cosas —ya que nos quedaremos esta noche en Colorado Springs— y cojo en brazos a Cosmo para irnos.

—¿Listo? —antes de que se me olvide cojo el nuevo libro para leerlo en el camino.

Cuando montamos en el coche, pongo la radio y mientras escucho la música comienzo a leer a mi ritmo.

—¿Cómo va el libro, bonita?

—Interesante de momento —alzo la cabeza para hablarle y luego vuelvo a envolverme en mi lectura.

Colorado Springs, Colorado

De vez en cuando, cuando ya me cansan los ojos, miro por la ventanilla y observo el atardecer, que casi se comienza a mostrarse a la vez que vamos llegando.

Al llegar al jardín de los dioses bajamos a Cosmo con una nueva correa que le hemos comprado, apenas lo dejamos bajar del coche comienza a correr por todos lados a pesar de que la correa le tira del cuello cada vez que se pasa de la longitud que le permite, pero parece no importarle demasiado, pues sigue revoloteando por todos lados oliendo y intentando comerse todo lo que ve, ya sean rocas o plantas, parece que no discrimina nada.

Nos paramos en la cima, el sol comenzaba a descender por el horizonte, tiñendo el cielo de un cálido tono anaranjado. Las nubes se desplazaban lentamente, creando un impresionante espectáculo de formas y colores que parecían bailar al ritmo del viento y su sonido. El canto de los pájaros se silenciaba poco a poco, dando paso al sonido de los grillos y a la fresca brisa del llegar de la noche. El aire estaba cargado de una energía especial, como si el mundo entero estuviera a punto de detenerse por un instante para tan solo contemplar el espectáculo de la naturaleza. El atardecer para mí era un momento mágico, un instante de paz donde todo parecía estar en perfecta armonía y donde la belleza del mundo parecía alcanzar su máxima expresión.

Poco a poco y con el pasar de los minutos y tal vez de las horas, la oscuridad envolvió el ambiente por completo, las estrellas y las constelaciones comenzaron a salir a flote. El cielo por la noche se despejó por completo, dejando un azul oscuro en él que no desmerecía nada al azul claro que se mostraba durante el día. Las estrellas se esparcieron por el cielo nocturno, como si alguien hubiera cogido un pincel y esparcido por todos lados diminutos toques blanquecinos.

Tumbados sobre una toalla, apoyados sobre una gigantesca roca ambos miramos hacia arriba, nos acercamos el uno al otro, la piel desnuda de nuestras manos rozando suavemente la una con la otra, causando que mis pelos se alcen del todo, causándome cosquillas en el estómago y logrando que mi corazón lata a mil por hora.

"Bum, bum" siento que casi se puede escuchar el sonido salir de mí.

—Este lugar, es precioso —dice Darien, quien tiene en su abdomen a Cosmo, dormido por completo, resoplando de vez en cuando.

—Lo es.

Nos quedamos durante un rato mirando al cielo, absortos en su oscura belleza, hasta que sentimos que ya es demasiado tarde y decidimos irnos.

Somos constelaciones Donde viven las historias. Descúbrelo ahora